La semana pasada el padre Beto festejó su noventa aniversario
Acompañado del cardenal emérito de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, (derecha) el Padre Adalberto Macías, (Izquierda) disfruta de la celebración que el pueblo de San Juan Cosalá hace en su honor por su 90 aniversario de vida y sus 49 años al servicio de esta comunidad.
Miguel Cerna (San Juan Cosalá).- El tiempo se apoderó del padre Beto, le pintó el pelo de blanco, le cubrió el rostro de arrugas, poco a poco le ha quitado la voz; lo dejó encorvado y con dificultades para moverse. Sin embargo, los años no han podido desdibujarle la sonrisa de sus labios, ni arrancarle esa mirada que conserva la fortaleza de los ayeres, a sus noventa, su semblante irradia paz, felicidad y vida.
Corría el año de mil novecientos veinticinco cuando Adalberto Macías Llamas vio por primera vez la luz, fue un veinticinco de junio allá, en Apozol, Zacatecas.
No cabe duda que la misión de Adalberto Macías era servir; con tan solo veintisiete años de edad se ordenó como sacerdote. Ese primero de noviembre del mil novecientos cincuenta y dos, lo convirtió en el Padre Beto.
Años después, el destino lo trajo a San Juan Cosalá, fue un sábado diecinueve de marzo del sesenta y seis, el Padre Beto llegó sin pensar que era para quedarse, hasta la fecha suma cuarenta y nueve años de servicio en esta comunidad. No llegó solo, trajo consigo la educación.
Antes de su llegada, en San Juan Cosalá solo se podía cursar el primero y el segundo grado de primaria, después; en bicicletas, caminando, a caballo o como pudieran, los alumnos tenían que ir hasta Jocotepec a terminarla.
Martha, una local, piensa que el Padre Beto llegó a civilizarlos, pues gracias a él, tuvieron la primera escuela primaria y secundaria.
Martha Vázquez era una niña cuando lo conoció, apenas tenía seis años de edad. A sus cincuenta y cinco años sus ojos se iluminan cuando orgullosamente recuerda que formó parte de la primera generación de la escuela del Padre. No para de sonreír al hablar de los momentos que ha compartido con él, ella lo considera como un papá, pues creció a su lado.
El Padre Beto ha acompañado a Martha en los momentos más importantes de su vida, como cuando se casó en el año ochenta, fue él quien le otorgó el sacramento del matrimonio. Su cariño es mutuo, con una sonrisa de oreja a oreja, Martha lo define como “el hombre que da todo a cambio de nada”.
El Padre Beto ha estado presente casi medio siglo en esta comunidad, más de veinticinco años de servicio en la parroquia; primero fue presbítero, después señor cura , además de haber sido el primer párroco.
Para este sacerdote la jubilación no precisamente significaba descanso, cuando dejó la parroquia, se dedicó de lleno a la educación, abrió un internado de nivel bachillerato llamado “Niños y Jóvenes”, su proyecto sigue dando frutos, hasta el momento diez de sus alumnos se han ordenado sacerdotes.
Jonathan Eloy Álvarez Saracco es uno de ellos, Padre Beto fue su maestro hace 15 años, Jonathan se hizo sacerdote por el Padre Beto, su ejemplo de servicio fue lo que lo inspiró a entregar su vida a Dios, para él, convivir con el Padre fue una etapa “muy hermosa” que lo marcó para siempre, pues educarse a la sombra del Padre Beto, lo ayudó a tomar el camino del bien, ahora presta su servicio en la Parroquia de la purísima Concepción, en las Huertas, Tlaquepaque.
Para Jonathan, “el padre (Beto) es un hombre íntegro, un hombre que sabe entregarse, un hombre que supo amarnos y entregar su vida por nosotros; un hombre ejemplar, un hombre que sabe entregarse a cristo en la educación de los niños y jóvenes y un hombre que sabe dar ejemplo con su entrega en el amor”.
Cuarenta y nueve años le han valido a este padre para ganarse el amor, el cariño, el respeto y la admiración incondicional de quienes no olvidan todo lo que ha hecho por su gente.
Como una muestra de ese agradecimiento, la comunidad de San Juan Cosalá celebra con alegría el noventa aniversario de vida de ese hombre entregado y comprometido con la educación, del Padre que llegó para quedarse.
Busca la nota en nuestra edición impresa de esta semana. Laguna 180. De venta en tiendas y supermercados de la ribera. Corréele porque se acaba.
Los comentarios están cerrados.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala