Capítulo X
Fiestas del Señor del Monte en Jocotepec.
Nuestra siguiente jornada acuática nos llevó a recorrer un nuevo segmento de la enorme ribera sur-oriente de la Laguna Sagrada, hasta desembarcar en el pueblo por donde sale la Luna, un bellísimo poblado ubicado en la región sur de la ribera del vaso sagrado.
Entre lo más destacado de esa jornada estuvo el hecho bastante cómico por cierto de que Alicia, Juanito, Félix, Natalia y yo fuimos erróneamente tomados por misioneros de culto extranjeros provenientes de los Estados Unidos para evangelizar en el pueblo, así como por la rápida reacción que tuvo el hijo de Don Antonio introduciendo su mano en el agua para rescatar uno de los zapatos de Juanito que este había tirado por la borda ante el beneplácito de los pequeños Ignacio y Vicente y la mirada de terror de Alicia.
Nuevo Camino concluyó sin mayores eventualidades con una jornada que consideramos exitosa por la suave calma y la fresca brisa que acompañaron a la Santa María durante todo el camino y que quizás nos anunciaba estábamos cerca de conseguir nuestra anhelada meta de comunión y contacto con lo más íntimo y oculto del poderoso espíritu de la Laguna Sagrada.
Aunque ninguno de nosotros lo manifestara, ese era el secreto gritado a voces desde nuestros corazones. Lejos me encontraba yo de imaginar la extraordinaria experiencia que viviría en nuestra próxima y última jornada, la cual nos llevaría de regreso a nuestro punto de partida, iniciado muchas jornadas atrás y que completaría el primer círculo sagrado alrededor de nuestra querida Laguna.
Después de casi una hora de fervorosa oración dentro de la bella iglesia de Tizapán para dar gracias por la jornada realizada y una vez afuera entre cantos y risas y gozando de un auténtico festín producto de los deliciosos chayotes que nos fueron obsequiados por los amables habitantes del pueblo por donde la Luna ya salía detrás de sus majestuosas montañas, nos alejamos en autobús de línea cansados pero contentos y con rumbo a nuestro centro de operaciones ubicado justo al otro lado del Vaso Sagrado y dentro de sus montañas ribereñas.
Nuevo Camino concluía exitosamente una bella y pacífica jornada.
Se Cierra el Círculo Sagrado
Era sábado por la noche y el campamento de Nuevo Camino ubicado en las montañas ribereñas era un altar. Todos sus integrantes habíamos pasado lista de presente y aunque existía enorme excitación y alegría, predominaba el recogimiento y la oración comunitarias.
En el aire podía percibirse claramente una enorme expectación pues todo en el bello entorno natural que circundaba a la Laguna Sagrada exhumaba una paz reconfortante y una silenciosa espera.
El mismo sentimiento existía en nuestros corazones, dentro de los cuales compartíamos silenciosamente la intuición de que algo grande y bello estaba por ocurrir en el vaso sagrado.
El fin de semana había iniciado para todos nosotros con la ascensión ritual de una montaña ubicada a medio camino de distancia entre la ciudad de Guadalajara y la ribera poniente de la Laguna Sagrada; dicho lugar había sido consagrado a conmemorar el sacrificio ritual de Jesús de Nazareth, que le había llevado a cristificar en su persona la manifestación de una sublime, indescriptible y poderosa energía espiritual de luz y amor para beneficio, guía y protección de la humanidad y que era visitado frecuentemente por numerosas peregrinaciones.
El silencio y la oración constante fueron la tónica característica de nuestra ascensión la mañana de ese sábado, solo interrumpida de cuando en cuando por las refrescantes ocurrencias de los pequeños Ignacio, Vicente y Juanito.
Una vez reunidos todos en la cumbre y ante la enorme cruz que le coronaba, Krista dirigió una bella petición comunitaria por el bienestar de la Laguna Sagrada a la cual se unieron de manera espontánea y entusiasta todas las familias que habían coincidido con nosotros en ese espacio sagrado.
Cansados pero contentos y llenos de una reconfortante energía reemprendimos el camino por la carretera que nos llevaría a Jocotepec, el “pueblo del cerro con frutas” ubicado en el extremo occidental de la Laguna Sagrada, para de allí tomar la desviación a su carretera ribereña con rumbo a la casa que hacía las veces de nuestro improvisado centro de operaciones, ubicada en las montañas que circundaban su ribera norte.
El Pueblo del Cerro con Frutas
Siendo uno de los más antiguos asentamientos de la Laguna Sagrada, el pueblo que fue fundado “en el cerro con frutas” hacia 1361 por tribus de origen náhuatl que llegaron a la Laguna en migración desde el norte del país, ha existido desde antes de la llegada de los españoles, conservando hasta nuestros días su antiguo nombre de Jocotepec.
Siendo la puerta occidental de ingreso hacia la ribera norte del vaso sagrado, este pequeño y bello poblado aún conserva parte de su original y ancestral belleza, siendo asiento de antiguas y bien conservadas tradiciones. La veracidad de estas afirmaciones sería prontamente corroborada por Nuevo Camino cuando al arribar al mismo y apretujados en dos automóviles fuimos testigos del inicio de una tradicional peregrinación en honor de Nuestro Señor del Monte, uno de los patronos de la localidad.
– Oigan, ¿ Qué les parece si le seguimos con esta peregrinación ? preguntó Félix a bocajarro y con gran entusiasmo introduciendo casi medio cuerpo por la ventanilla de quienes apretujados constituíamos la tripulación del segundo carro.
– Entonces, ¿ Esa fue la razón por la cual te paraste aquí en el pueblo ? – le pregunte adivinando su respuesta.
– Sí, pero miren, está iniciando la peregrinación más importante del año aquí en el pueblo, y no nos la podemos perder, ¿ qué dicen ? Los demás integrantes del grupo que están en mi carro ya están de acuerdo – nos preguntó, sabedor de que nos estaba haciendo una oferta que no podíamos rehusar.
La capacidad innata e innegable de Félix para conectarse y conectarnos constantemente con cuanto evento de tipo sagrado-espiritual existiera era a todas luces evidente y ni uno solo de los integrantes de Nuevo Camino ponía en duda su atinado acierto en cuanto a los beneficios que de tales actividades era posible derivar para todos nosotros; Sin embargo, en esta ocasión y debido a que en nuestro automóvil se encontraban los pequeños ya evidentemente cansados por la larga jornada del día que ya se acercaba a las siete de la noche decidimos deliberar.
Una vez más la sabiduría y experiencia de nuestra querida anciana Krista entro en actividad para resolver la situación y pidiendo a Alicia unos momentos a solas, salieron del carro para platicar en privado. Dicha situación nos puso a Félix y a mí un poco nerviosos y solo acertamos a cruzar confusas miradas ante la franca risa que causaba nuestra incertidumbre en Rosana, Paloma y Natalia. No parecía ciertamente existir en esos momentos un adecuado balance entre las energías femenina y masculina.
Nuestros temores fueron infundados y la solución fue perfecta: Haciendo gala de su poder de convencimiento infantil, Alicia logró con gran habilidad convencer a los pequeños, con la promesa de que si cooperaban, después de la peregrinación nos enfilaríamos directamente a engrosar las filas de los numerosos clientes de Doña Pachita, la cual – bien sabíamos todos por culinaria experiencia – tenía una especialísima habilidad para cocinar todo tipo de suculentos antojitos tradicionales en su fonda ubicada en la misma población.
Aunque dicha excursión minaría un poco nuestro de por sí magro presupuesto comunal, la idea fue aceptada gustosamente por todos los integrantes de Nuevo Camino pues ninguno había probado bocado alguno desde muy temprano por la mañana de ese día.
Una vez solucionado el infantil dilema, Nuevo Camino se incorporó con prontitud a la procesión religiosa que había ya iniciado actividades, logrando ubicarse a su retaguardia, la cual avanzaba serpenteando por entre las pintorescas calles del bello pueblo ribereño.
La enorme devoción de los caminantes, en su mayoría pescadores y agricultores fué para todos nosotros motivo de conmovida admiración. En su sencillez, nos mostraron el valor y significado profundo de la fe que no busca respuestas de la razón y se entrega sin condiciones a los misterios de lo sagrado.
La Última Jornada
Otro importante descubrimiento, sentido por todo el grupo, fue la dulce y femenina cualidad de la energía recibida en la peregrinación nocturna, la cual vino a complementar naturalmente la energía de tipo masculino recibida en nuestra ascensión ritual realizada por la mañana de ese mismo día.
Esta fortuita mezcla de energías resultó más que evidente a la mañana siguiente pues cuando nos preparábamos a dejar nuestro centro de operaciones ubicado en las montañas que bordeaban la ribera norte de la Laguna Sagrada, los tres pequeños integrantes de Nuevo Camino de una manera totalmente espontánea se hincaron justo en el medio de la sala principal de la casita donde nos hospedábamos y empezaron a rezar con una evidente devoción.
Acto seguido, todo el enorme grupo congregado para aquella especial ocasión, Krista, Paloma, Alicia, Natalia, Brenda, Rosana, Tomás, Félix y Agustín rodeamos en un enorme círculo a los tres pequeños guerreros que una vez más nos mostraban con su infantil ejemplo, cuáles eran las prioridades a las que había que atender antes de siquiera intentar concluir el primer círculo sagrado alrededor de la Laguna Sagrada.
Llevaríamos cerca de unos cuarenta y cinco minutos de intensa oración cuando un extraño pero reconfortante fenómeno se dejó sentir en todo el grupo, pues una corriente de energía que podía percibirse como fresca y vigorosa recorrió el círculo en cuatro perceptibles ocasiones y acto seguido, todos los integrantes de Nuevo Camino de una manera por demás espontánea simplemente nos levantamos del suelo, y tomando nuestras cosas fuimos saliendo uno a uno en completo silencio rumbo a nuestra última jornada.
La serena expectación que nos envolvía a todos, fue cambiando poco a poco en una festiva alegría durante el trayecto que nos llevaría hasta el lugar de nuestra cita con Don Antonio y la Santa María, que ya nos esperaban en el punto convenido en la orilla sur de La Laguna Sagrada y justo en las inmediaciones de Tizapán “el pueblo donde sale la luna”.
Después de unas dos horas de camino y dos camiones de línea, arribamos molidos pero entusiastas a nuestra cita con el vaso sagrado; serían las tres y media de la tarde y el calor del día era aún bastante intenso.
Una vez concluidos los afectuosos saludos de rigor con Don Antonio y su hijo, y antes de embarcarnos, procedimos a tomar un poco de alimento, para lo cual asaltamos la provisión de deliciosas guasanas y semillas de girasol que Félix el único previsor del grupo recién había comprado en el pueblo.
A eso de las cuatro de la tarde, la Santa María surco de nuevo las tranquilas aguas de la Laguna Sagrada. El tramo a recorrer esta jornada comprendería la última porción sur poniente de su enorme circunferencia y no estimábamos tomaría demasiado tiempo.
Dentro de Nuevo Camino, todo era tranquilidad y armonía pues el grupo percibía esta jornada como verdaderamente especial. Rápidamente y de una manera natural imperó en todos nosotros un silencio espontáneo y renovador, introspección y paz. Nunca había visto tantas lanchas de pescadores dentro de La Laguna Sagrada; en tanto, los tres pequeños jugaban animadamente en el piso de la Santa María, la cual surcaba ligera el vaso sagrado.
Foto: cortesía
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