CAMINATA FEMENINA
Por: Fernando Davalos
En aquella ocasión y por tratarse de una caminata eminentemente femenina, Alicia guiaría al grupo y Krista cerraría la formación. Ante la imposibilidad de tan siquiera acercarnos a las puertas de la catedral que se encontraban abarrotadas de feligreses, Alicia nos situó justamente enfrente en la plaza Guadalajara, para desde ahí y mirando en dirección al sagrario de la catedral, dirigir una oración de ofrecimiento de nuestro trabajo a la Zapopana pidiendo fervorosa y humildemente su protección.
Una vez concluida la oración, realizada en medio de un gran número de gente que iba y venía en todas direcciones, Alicia indicó con mucho acierto que aún cuando la caminata presentara muchos problemas para la adquisición del necesario silencio interno por tratarse de una verbena y celebración de la alegría populares, la consecución del ansiado silencio seria crucial e importantísimo en cuanto a que nuestra señora sabría indicarnos a través de nuestro silencio lo que necesitábamos conocer en ese día especial. Si lográbamos crear el necesario vacío positivo callando en lo interior- la Zapopana, agrego Alicia – sabría darnos claves para seguir trabajando en pro del mestizaje y del Nuevo Camino que ahora intentábamos en nuestras vidas.
Al terminar sus indicaciones y sin más preámbulos, Alicia giro 90 grados a su izquierda y adopto una postura erguida y en dirección a la basílica de Zapopan dando al grupo de esta manera la silenciosa señal de prepararse para el inicio de la caminata. Había pasado al menos otra media hora desde que descendimos del auto de Alicia, así que eran ya las cinco y media de la mañana y habían salido ya numerosos contingentes en dirección a la casa de nuestra querida generala. Con paso firme y veloz iniciamos nuestro caminar en aquella fría mañana.
El lograr el necesario silencio interno y cohesión grupales no iba ser nada fácil pues caminábamos a pesar de la temprana hora entre una multitud de parroquianos que transitaban en ambos sentidos y en todas direcciones algunos con lentitud y otros con rapidez, así que una gran parte de nuestra concentración debía enfocarse a lo que sucedía en nuestro exterior para esquivar toda clase de obstáculos que se interponían en nuestro camino en aquella abarrotada avenida 16 de Septiembre.
El escudo energético
Comprendí, basado en lo que empezaba a percibir, que cuando nuestro grupo caminaba en formación más o menos cerrada, nuestra propia cohesión interna actuaba como un escudo energético que de alguna manera aislaba al pequeño grupo del bullicio externo permitiéndonos así la consecución al menos en mínimo grado del vacío positivo que necesitábamos para “escuchar” las sugerencias de Nuestra Señora en aquel su día especial. Alicia había seguramente percibido dicha situación con anterioridad, pues deliberadamente disminuía o aceleraba la marcha para permitir con impecable intuición -pues no volteaba hacia atrás- que el grupo siempre mantuviera una formación cerrada. Pronto, todo Nuevo Camino intuyo lo que Alicia estaba diciéndonos con su caminar y deliberadamente acelerábamos o disminuíamos la marcha en lo individual para permitir la necesaria cohesión en todo momento.
Dicho procedimiento dio buenos resultados pues nuestro grupo avanzaba con fluidez a pesar de caminar muy cerca de la banqueta y entre el cordón de seguridad que impedía el paso de las personas a la parte central de la avenida en donde avanzaba el grueso de los contingentes. Cuando llegamos al nodo vial en donde se encuentra la escuela Normal de Jalisco y la avenida 16 de Septiembre da paso a la avenida General Manuel Ávila Camacho, Nuevo Camino tenía ya el mínimo requerido de cohesión interna, lo que fue de mucha utilidad pues debido a la enorme cantidad de gente, la marcha normal parecía detenerse por instantes en aquel cruce, siendo nuestro grupo seccionado en varias ocasiones por los numerosos participantes de la romería que parecían provenir de todas las direcciones imaginables.
Iniciábamos el tramo más difícil de aquella caminata que por alguna razón desconocida habíamos percibido en anteriores ocasiones como el más ruidoso y difícil para el logro de la cohesión grupal y el silencio internos. Dicho segmento iba desde el inicio de la avenida General Manuel Ávila Camacho hasta su cruce con la calle de Circunvalación Country en donde se ubica el restaurante la Gran Fonda. Alicia lo sabía y por ello disminuyo el paso para con ello lograr una formación más compacta cuyas características de separación de apenas medio brazo de distancia al compañero de adelante era prácticamente imposible de penetrar; Asimismo, levantando su brazo derecho para atraer nuestra atención visual al horizonte, inició con paso firme y marcial una marcha militar, a la cual todos adaptamos de inmediato nuestros pasos.
De nueva cuenta el brillante procedimiento de nuestra inspirada guerrera dio buenos resultados pues todo el contingente sintió al momento que nuestra marcha fluía naturalmente y sin interrupción alguna. Aun cuando en ocasiones alguno de nosotros perdiera el paso al marchar o dejara de fijar la vista al horizonte sin enfocar nada en lo especifico que era lo adecuado en aquellos momentos, la cohesión del grupo nos jalaba con firmeza en la dirección correcta. No necesitábamos ojos. Alicia sabía por dónde íbamos y Krista cerraba nuestra formación; el resto del grupo debíamos confiar ciegamente en nuestras intuitivas y eficientes guerreras.
Un rio de poder
Después de unos veinte minutos de marcha en la que el ruido era en realidad el único adversario, Alicia enfilo con todo el grupo a la derecha de manera abrupta y en forma tal que pensé que íbamos a chocar de frente con el cordón de seguridad que nos separaba de los contingentes que marchaban en la romería. Sin embargo y en vez de ser rechazados por el mismo nos vimos de pronto dentro del grueso de la romería que iba acordonada y como un contingente más.
Mi única explicación ante el afortunado evento es el hecho de que nuestro paso simétrico y marcial y blancas vestimentas con listones rojos en la cabeza debieron llamar poderosamente la atención de quienes acordonaban la romería, los cuales seguramente pensaron que éramos parte de algún contingente autorizado. Y de alguna manera tenían razón, nuestro contingente se llamaba Nuevo Camino y estaba seguramente autorizado por la Zapopana.
De inmediato nos fue a todos evidente al ingresar dentro de la zona acordonada, que nos encontrábamos dentro de un verdadero río de energía poderosa e incontrolable que de alguna manera siempre había nutrido los esfuerzos descomunales realizados por muchos de sus contingentes, sobre todo en el caso de hombres y mujeres de edad avanzada y de grupos de concheros y danzantes de todas las denominaciones, pues algunos de ellos habían incluso pasado la noche en vela danzando con su amor inagotable por su Virgencita. La energía que todos percibíamos al caminar dentro de la zona acordonada primero nos nutrió en lo físico pero también en lo mental y emocional, dándonos de inmediato claridad, fuerza y presencia de ánimo para continuar en aquella celebración desde la perspectiva del silencio interno.
Una segunda y peculiar característica de la energía que circulaba serpenteando por entre los contingentes es que parecía provenir de atrás y desde donde se encontraba el automóvil que seguramente a esas horas ya transportaba a nuestra querida generala, nuestra Virgen de Zapopan. En nuestro caso y concretamente a través de Krista y de Alicia, la energía percibida y transmutada estaba empujando materialmente a nuestro grupo hacia delante con enorme rapidez.
A medida que avanzábamos con gran fluidez empecé a sentir que materialmente “entrábamos” de un espacio energético a otro por así decirlo y que ello sucedía al ir nuestro grupo rebasando un contingente y alcanzando al otro. No pude más que concluir que los diferentes “espacios” que percibía eran cualidades específicas de la energía que circulaba, la cual era transmutada por cada contingente según fueran las características de sus miembros y su particular cohesión grupal. Había contingentes cuyos espacios energéticos eran suaves, amorosos y tranquilizadores mientras que había otros en que la energía se percibía con bastante intensidad. Había también zonas, sobre todo en las que los contingentes se separaban demasiado el uno del otro en que la energía se percibía fluyendo con bastante lentitud.
Cuando arribamos al final del segundo segmento me encontraba a esas alturas, bastante mareado y con mucho calor interno. Debido a la protección que nos ofrecía la zona acordonada, cruzamos con rapidez la avenida Circunvalación Country y dejamos atrás el restaurante la Gran Fonda. Habíamos iniciado el tercer segmento de la romería que iba por la avenida General Manuel Ávila Camacho desde la avenida Circunvalación Country hasta la carretera vieja a Zapopan.
Al cruzar por la avenida Circunvalación Country y a pesar de venir dentro de la zona acordonada, note algo que solo puedo definir como una turbulencia en la energía y recordé que lo mismo había notado pero con mucho más intensidad cuando cruzamos el nodo vial que marcaba el final del primer segmento de la romería en las confluencias de la avenida 16 de Septiembre y General Manuel Ávila Camacho. Pensé para mis adentros que previo a las romerías, grupos como el nuestro podrían intentar “limpiar” dichos “umbrales” entre segmentos, caminando en ambas direcciones cuantas veces fuera necesario y en total silencio interno. Dicho trabajo contribuiría enormemente al adecuado flujo de la energía durante la romería.
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