Crónica de un extranjero
Cronista: Mtro. Gabriel Chávez Rameño
Quiero aprovechar este espacio para mandar un saludo a todos los lectores que, desesperados, me pedían continuar con la crónica en este espacio de Semanario Laguna, así como a todos aquellos que semana a semana lo esperan. Agradezco sus comentarios cuando me encuentran caminado por las calles, en el autobús o las plazas de nuestras comunidades y que, por cierto, algunos ya me reclaman el libro que prometí se va a editar. Se están haciendo algunos ajustes y el día menos pensado daremos la sorpresa.
Esta crónica, por el título, quizá les parezca rara e irrelevante; sin embargo, pienso, en lo personal, que está llena de la fascinación por nuestra hermosa ribera de un personaje que, como extranjero y como muchos otros, pasó de largo en nuestros pueblos, pero que en vida fue un gran promotor de la visita de europeos a nuestra región, principalmente franceses e italianos. Como catedrático e investigador de la Universidad de París, en sus conferencias y clases siempre tocaba un poco de su bella experiencia al vivir a orillas del lago de Chapala, que para él era el paraíso perdido en la imaginación de un escritor. Vivió en nuestra comunidad entre los años ‘50 y ‘60, cuando nuestra zona aún no era explotada comercialmente y se podía recrear la imaginación en las claras aguas de nuestro lago. Cuando la poesía se mezclaba en las olas, y, al ritmo de las redes, el canto se escuchaba por todo el lago.
El señor Edmon B. así lo platica:
“Mis primeros años en que visité México fue en Baja California. Ahí construí una casita donde venía a descansar con mi esposa Norma. Después de mucho investigar la cultura de México, que siempre me interesó la cosmovisión de los pueblos indígenas y su gran aportación cultural a la humanidad, mis visitas a tu país fueron más constantes. En una reunión y cena que se hizo en el consulado francés en México, me presentaron al señor presidente Echeverría y al Lic. Zuno Hernández, quienes me platicaron de un lugar tan maravilloso, que pronto quedé encantando. Se trataba ni más ni menos que del hermoso Lago de Chapala y su inmejorable clima, que se convirtió en mi segundo hogar en México y el cual adopté por lo que me quedaba de vida. Construí una finca, y en el jardín coloqué lo que a mi parecer era el juego más magnífico e impresionante en la cosmovisión del ser y el espíritu, el ritual ancestral del juego de pelota. Poco a poco fui conociendo a las personas que me decían “el Gringo”, sin yo serlo —ya que era francés—, y conocí sus costumbres, su alimentación, su idiosincrasia y me maravillé por esta cultura perdida, la indígena, que se quedó sin su historia y el estilo de vida tan puro y sacro que fue el de los aztecas, quienes se purificaban en sus baños Temazcallis. El aseo era muy tenido en cuenta por los antiguos aztecas, que utilizaban frecuentemente el baño de vapor, por lo que la piel de los aztecas era espléndida y muy sana. En una ocasión, me tocó vivir la representación de una posada que al canto de “en el nombre del Cielo os pido posada, que no puede andar mi esposa amada…”, las personas que recibían a este grupo de “pastorcitos” (que, por cierto, así titulé uno de mis libros), les daban sus llamados bolos y golosinas. El regocijo de los niños y adultos que participaban en la celebración antes de navidad me dejó entusiasmado. Ver esa cooperación, ese espíritu de fraternidad y esa inocencia. Entendí que éste era el México que quisiera fuera por siempre. El México en que no haya carencias ni violencia, como la habíamos vivido en Europa por las guerras mundiales. Este pueblo me dejó marcado y maravillado tanto que en mis clases de filosofía o en mis conferencias siempre lo menciono. Ver un amanecer a orillas del lago y los atardeceres espléndidos todos los días del año, es una fascinación que los habitantes de aquí no aprecian y no valoran…”
Continuará.
Es hermoso ver cómo personas de otras culturas y estilos de vida diferentes al nuestro, encuentran la maravilla en nuestra región, que por descuidos y malos manejos de las autoridades se está destruyendo y perdiendo el encanto: playas cada vez más sucias y peligrosas con sus alambres dentro del agua, conciencia en general para rescatar nuestras playas y nuestro hermoso lago.
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