La Leyenda de Michicihualli
Hace mucho tiempo en un lugar cerca de Sinaloa, había un lugar llamado Aztlán, donde se originó una gran tribu guerrera llamada Mexica, descendientes de los Chichimecas y Toltecas. Una vez, la erupción de un volcán hizo que esta gran tribu emigrara hacia el Sur en el año de 1113, y se detuvieron en un lugar llamado “Chicomoztoc”, donde hicieron siete oratorios, cada uno en una cueva. Su dios Huitzilopochtli les reveló un mandato diciéndoles: “Sean fuertes e invencibles en la guerra, siembren maíz y donde vean a una águila devorando a una serpiente ahí será su destino”. Siguiendo su camino al Sur en un lugar llamado “La Quemada” las tribus se dispersaron. Algunas se fueron al centro de México llegando al valle de Anahuac, donde fue vista la profecía de Huitzilopochtli, mientras que las otras tribus dispersas, siguieron descendiendo por la costa de Occidente hasta llegar a Colima y otras cruzaron cerros y valles llegando por la sierra de Mezcala introduciéndose a la laguna de Chapala.
Un jefe de una tribu llamado Cazcalotzin que llevaba su propio dios llamado Ixtlacateotl, vio desde la serranía de Mezcala hacia el poniente del lago, la figura de un águila impregnada en un cerro colorado. Recordando las profecías de Huitzilopochtli, les dijo a sus seguidores que allí formaría su pueblo, pero tal fue su sorpresa que al llegar a ese lugar, había ya un pueblo viviendo ahí. Esto ocurrió por el año de 1127. Según cuenta la leyenda este pueblo no era guerrero, sino pacifico los llamados Cocas, descendientes de los Otomi y Toltecas.
El jefe Cazcalotzin al ver este pueblo pacifico abusó de ellos y conquistó al pueblo nombrándolo “Teo-pantitlan” (popularmente conocido como “Teopantitla” por los oriundos de Ajijic). Esta tribu bárbara mexica de rústicos mexicanos también conocida como “cazcanes” floreció por el año de 1472.
El jefe tuvo su descendencia y se dice que a la cuarta generación hubo una niña llamada Xochitl-pilli (pequeña flor) la cual descubrió un ojo de agua llamándole atl-xic-xic (agua en derrame) y se dirigió a un ligar llamado Tonallan, (lugar donde sale el sol) siendo ella quien gobernó a ésta región, la segunda de nombre Coyotzin reinó el territorio de Tlajomulco, por medio de su hijo Coyotl y Xincan-tzin (jícara sagrada) la más joven de ellas (conocida como la viejita Xicantzia por los oriundos de Ajijic, la cuál poseía una mina de plata) ya anciana reinaba en la región de Atl-xic.xic, a la llegada del primo de Hernán Cortez, el capitán Alonso de Ávalos y del primer fraile fray Martin de Jesús o de la Coruña. El ultimo fue Xitomatl el cual fundó una gran monarquía, quien gobernó el territorio de Cuetzallan, (san Juan Cosalá)el cuál estaba resguardado al oriente por el reino de Chapal y al poniente por Xocotepec. (Tomado del texto: Comunidad Indigenista de Ajijic y “Origenes” Leyendas de Ajijic).
Pues la descendencia de Cazcalotzin de raza cazcán, aún conservaba parte de sus creencias de sus antepasados los Chichimecas, ya que practicaban rituales de sacrificios humanos de sus enemigos los Purepechas de Michoacán, se los ofrecías a su dios Ixtlacateotl, untándose su sangre con la creencia que los haría inmortales. En un ojo de agua caliente de Cutzalan, arrojaban niños a “Teopitzintli” (dios niño). Según cuenta un relato, esta práctica se realizaba en las mencionadas sangrías del mes de Mayo, antes de la temporada de lluvias. En una ocasión cuando iniciaban sus rituales, la gente con miedo se alejaba, pero eran forzados a ser parte de sus ceremonias mientras iniciaba la luna llena de Mayo.
La laguna empezó a enfurecerse, mostrando un pequeño oleaje chinito llamado “miraje” y la gente empezó a agitarse al ver ese cambio, porque ese miraje no paraba, por lo contrario se agitaba más y presentían que el espíritu de la laguna estaba inquieto. Por el Oriente el viento empezaba a arrastrar una mezcla de nubes renegridas en forma de remolinos, por el Poniente se acercaba una polvareda de ceniza oscura del lago muerto y salitroso de Tzacualco, penetrando y chocando fuertemente en los “Picachos del pando de abujas” donde se encuentra el cerro en forma de águila (cerro colorado). El viento sureño zumbaba cada vez más fuerte, arrastrando las nubes en espirales causados por el choque del viento frío del Norte que venía a gran velocidad, envolviendo al pueblo completamente oscuro provocando un fuerte terremoto. Y entre los sacerdotes y las sacerdotisas apareció un señor muy anciano pero fuerte y alto, de piel cobriza morena con vestiduras blancas y decoraciones coloridas de bordados finos de animales, astros y plantas, atado en su cabellera de plata oscura una banda rojiza y de escasa pero muy larga barba, con su bordón señaló a la laguna y a los cuatro puntos cardinales y les dijo:
“Mi Madre Naturaleza se ha enfurecido con Uds. Y ha enviado a mi hermana Michicihualli a poner fin a sus perversas prácticas, porque han envenenado las mentes de otras naciones haciéndoles creer que así fuimos nosotros con mi hermana Michicihualli la laguna, rindiéndole tributo con sangre. Nosotros somos de la nación coca descendientes de los Toltecas y esta es nuestra tierra de origen hace muchos soles y lunas antes de que Uds. llegaran desde la región de Aztlán. Han usurpado nuestras tradiciones y nuestras deidades, nosotros veneramos a los elementos naturales de nuestra Madre Naturaleza con ofrendas que ella nos proporciona para la vida que es el maíz, frijol, calabaza, chile… Pues mi hermana Michicihualli es la mediadora del buen temporal y del clima, manteniendo en armonía los cuatro vientos de los puntos cardinales y ahora la nueva nación de blancos barbados nos ve como a Uds.”
Poco a poco la figura de ese hombre se fue perdiendo en la oscuridad, la cuál se fundía en ligeros tonos rosas tiernos, donde se asomaban los primeros rayos del sol y todo volvía a la normalidad. Cuenta la leyenda que posteriormente vinieron otras manifestaciones de la laguna por medio de trombas, pero de menor grado, pero que podría manifestarse nuevamente a raíz de su contaminación.
Los barbados blancos iniciaron una ermita de zacate en el año de 1531 con una nueva creencia religiosa, iniciando así el actual pueblo de Ajijic.
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