A Guadalajara, por todo lo que me dio
Máscara contra la política que construye en mi ciudad un monumento a McDonald’s, llamado Arcos del Milenio.
Contra el macho que oculta su necesidad y sentimiento en un closet desgastado de miedos.
Máscara contra la epidemia religiosa que nos invade mientras las palomas custodian Catedral.
Máscara contra el gober Etilio que ni un dedo mueve, por la ciudad que lo parió.
Máscara contra la influenza infestada de recuerdos.
Contra los medios de comunicación: miedos, hastíos, higiene, recomendaciones, Crisis controladas.
El parque Morelos extraña a las prostitutas los coyotes que merodean el Nacional Monte de Piedad mientras los pericos en fiesta adornan las copas de los árboles.
Máscara de una Guadalajara sin miedo, con los ruidos habituales y las prisas, en el andar de la vida.
No hay crisis, no digan sí al miedo, a los eventos, a las actividades fuera de casa.
Dejemos que el silencio sea nuestro cómplice.
Máscara contra el gobierno que en abrir y cerrar de ojos
bombardeó el centro, abrió su carne y cambió sus venas.
Una tercera línea del tren, sufrir la insoportable desesperación del no hay paso, largas horas para convertirse en silencio, en un bicho más de la metrópoli.
Contra las rayas amarillas que te impiden entregarte a la ciudad.
Máscara contra los que olvidan y regresan
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