CODEPENDENCIA:
Por Ili
Se le conoce como codependencia al comportamiento que depende del estado de ánimo de otra persona, su amor, aceptación, aprobación, bienestar y no del propio.
Al ser dependiente, la persona se involucra y se siente salvadora de la otra, cayendo en un ciclo repetitivo, lleno de frustración y una amalgamación enfermiza y autodestructiva.
En su mayoría, una persona se vuelve codependediente porque de cierta forma siente un alto grado de responsabilidad y control por y sobre la otra persona. La baja autoestima, el miedo al rechazo, la soledad, negación, miedo al abandono, la dificultad para decir “no”, el constante involucramiento en los problemas de otros y hacerlos propios, el no saber cómo poner límites, el anteponer las prioridades de otras personas antes que las propias, son características en individuos que presentan este tipo de conducta.
En situaciones muy graves en donde el individuo esta tan involucrado y es tan dependiente de la otra, es fácil que se permitan abusos, tanto físicos como emocionales, dolor, manipulaciones, sumisión, degradación, resentimiento, culpa, infelicidad y hasta odio.
Se alega que los codependientes presentan no sólo afecciones emocionales, sino también físicas, con síntomas como diarrea, dolores de cabeza, dolor de espalda, gastritis, además de mentales como el estrés, depresión y espirituales. En sí, afecta al todo el organismo.
Se explica que la razón de todo esto es por una búsqueda constante de aprobación por aquellos que nos rodean, una innata sensación de querer sentir amor cuando en su momento (niñez) no fue satisfecha esa necesidad, la búsqueda constante de reconocimiento a los esfuerzos realizados al no sentirse bien con uno mismo…
La codependencia es tratable, puesto que es una actitud aprendida, y consiste en terapia psicológica reforzada por grupos de autoayuda, por ejemplo como en el caso de la adicción al alcohol (alcohólicos anónimos).
En general, el amor de quien venga, no debe doler, no es condicional, no está sujeto al que “si cambia o lo cambio todo será mejor”, al que “si lo salvo me aprenderá a amar”, al que “es que nada de lo que hago es suficiente”… Cuando el amor no produce paz, confianza y carece de respeto, la relación ya está mal. El amor patológico ciego, autodestructivo que nos mantiene al filo de la angustia y miedo. No es el tipo de amor, que es justificable.
Si ya no sabes ni cuál es la diferencia, no recuerdas lo que es ser tú sin sentirte bajo un escrutinio constante por tu pareja, es probable que ya lo que tengas dista de una relación sana.
Pedir ayuda profesional no es sinónimo de locura. Acudir con un psicólogo es el primer paso para el cambio que requiere de mucho valor. A final de cuentas, el único beneficiado es uno mismo.
Todos merecemos ser queridos y valorados. Las relaciones son complicadas, un punto de vista objetivo y neutral son la guía perfecta para una sana y buena convivencia.
Los comentarios están cerrados.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala