HÁBITO DE LENGUA, LABIO Y SUCCIÓN DE DEDO:
Foto cortesía: blog.dentivaes.com
Por Ili
Por muy pequeño que sea el niño, hábitos como el constante chupeteo de los labios, el repaso continuo de la lengua en las encías o el empuje de la misma hacia adentro o afuera sobre los dientes que tenga y la succión del pulgar o cualquiera de uno o más dedos, no debe ser sinónimo de ternura ni de ignorarse y pensar que conforme vaya creciendo se le ira quitando la maña.
Siendo la lengua un musculo fuerte, la presión y fuerza ejercidos por la mano y el brazo sobre la boca, pueden crear alteraciones en la arcada dental.
Manifestándose después como mal oclusiones, generando entonces problemas muy serios. Ejemplos de lo anterior pueden ser:
Mordida cruzada (que muerde chueco), mordida borde a borde (los dientes de arriba y abajo anteriores chocan primero y no hay contacto de los de atrás), mordida abierta (donde los dientes arriba y de abajo no tienen contacto cuando se muerde, quedando un espacio bastante aparente entre arcada y arcada), deformación en los dedos, alteraciones en el habla (sesear), que no se puedan juntar los labios, etc…
Así que no pierda la esperanza; esto tiene solución. Sin embargo, habrá que empezar por detener y corregir el mal hábito.
Técnicas incluyen el condicionamiento positivo, la aplicación de sustancias desagradables a los dedos para que den mal sabor, reforzamiento motivacional (recompensas o premios si ya no se hace).
Su odontopediatra (dentista especialista en niños) puede colocar aparatos, como trampas linguales, aparato de Hawley (hábito de dedo), Lip Bumper o aparato de labio activo…
Debe tomarse en cuentra que dichos hábitos usualmente son producto de algún estado emocional como el estrés, angustia, frustración o ansiedad, y que cuando se realizan proporcionan al infante cierto sentido de protección o alivio. Por lo tanto, se debe tener la cautela y paciencia necesaria para poder identificar cuándo dejan de ser parte de la fase normal del desarrollo.
Lo mejor que puede hacer es acudir a consulta con el dentista, quien lo evaluará y lo remitirá con el especialista adecuado y, de paso, quizá con un psicólogo infantil. Sólo por el hecho de que tienen dientes de leche no quiere decir que estos malos hábitos no afectan a la dentición permanente.
La boca es un conjunto de varias estructuras (hueso, tejido blanco, músculos en la cara…). Un dentista no sólo ve caries y saca muelas, por lo tanto déjese de inventos y remedios, y acuda con el profesional. La funcionalidad y estética de la boca de sus hijos necesitan la asistencia dental experta.
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