Los avatares de la clase trabajadora
Por: Dinorah Marita Palmeros Suárez
Desde el inicio de este sexenio han ocurrido muchos de los acontecimientos que forman parte de las peores tragedias del país. El pasado 18 de junio, los mexicanos atestiguamos nuevamente las estrategias del gobierno para poner orden a una de las muchas manifestaciones, en contra de una de las nuevas reformas del país, en el estado de Oaxaca. Dicho estado presenció el sufrimiento de su pueblo ante la dura mano del gobierno y su poder.
La casusa de este hecho es la llamada Reforma Educativa (nacida en el 2013), que parece semejar más bien a una Reforma Laboral aplicada a uno de los principales componentes del ámbito educativo: los maestros. Pero, ¿cuáles son las inconformidades que aquejan a este sector laboral?, ¿cuáles pueden ser las razones para tomar este tipo de medidas en contra de dicha reforma que se desencadenen en una manifestación de esta magnitud, en un conflicto político, una revolución? Ellos no buscan oponerse a una evaluación, sino al cambio en las prestaciones laborales que los dejan no sólo sin un empleo fijo si no que, de tenerlo, éste no ofrecerá un salario digno, prestaciones de servicios, estabilidad, etc.
No es a la ligera que afirmemos que estos maestros están encabezando una lucha que nos pertenece a todos, puesto que no son los únicos que deben enfrentarse a las realidades laborales del país. En México, como en muchos otros países, una gran parte de los trabajadores tienen que sobrevivir con un sueldo mínimo que no corresponde a la intensidad del trabajo realizado y es insuficiente para satisfacer las necesidades de un jefe o jefa de familia, no cuentan con un seguro médico ni ningún otro servicio como transporte, herramientas ni instalaciones en buenas condiciones para desempeñar sus actividades, y al final del año, sólo pueden consolarse con la miseria de un aguinaldo que muchas veces no llega a sus manos.
A otros más, los “nuevos trabajadores”, personas que después de concluir sus años de educación y que buscan integrarse a la vida laboral, se les niega un empleo por falta de experiencia o se les ofrece puestos de trabajo sin horarios fijos o pesadas actividades sin más garantía que un salario mínimo cuando finaliza la jornada. La opción de aceptar un empleo bajo estas condiciones se vuelve tentativa, y muchas veces la única, al enfrentarse a la realidad de una vida sin ningún ingreso económico, que se torna aún más difícil cuando existe una familia a la que se debe sacar a adelante.
Bajo este panorama desolador, no podemos ignorar las abominables cifras con respecto al trabajo infantil. Niños y adolescentes que deben dejar de lado las actividades propias de su edad para cumplir con interminables horas de trabajo que muchas veces sólo se pueden comparar con la esclavitud. Aceptando todo aquello que el trabajo le imponga con tal de obtener unos cuantos pesos.
Estas son las condiciones a las que se expone la clase trabajadora, misma que muchas veces, por desgracia, ha criticado duramente las protestas de aquellos que se manifiestan en contra, sin sentir el mínimo de empatía, sin entender que luchan por las mismas causas que muchos trabajadores, dejándolos solos en la defensa de sus derechos.
La lucha de los maestros va más allá de defender sus prestaciones laborales y la estabilidad del trabajo (que debiera ser de fácil acceso para quien se ha preparado tanto académica como personalmente) sino que se trata de defender también un derecho que hasta ahora es gratuito por ley, ¿o será que pronto veremos privatizada la educación? Es importante entender que el enemigo no es el maestro de la CNTE que protesta en las calles, es el gobernante que descansa y actúa deshonestamente desde la silla.
La información se vuelve nuestra aliada pues nos ayuda a conocer la verdad. Informarnos correctamente nos llevará a entender que todos los trabajadores defienden la misma causa, encontrándose en la misma situación, hecho que se percibe más claramente con sólo cambiar de perspectiva. La escasez de empleo y oportunidades ha sido la causa de que exista un mayor número de trabajadores explotados cada día, trabajadores que no pueden prescindir de tales empleos pues necesitan un ingreso económico por más pobre que este sea.
Quizá no todos se atrevan a luchar pero no podemos dejar solos a quienes lo hacen; actuando en conjunto se puede encontrar una solución pacífica que se produzca en el diálogo y derive en acciones, lo primero es entender que a México no lo mueve el gobierno, lo hace su gente que trabaja y lucha por la justicia. No podemos saber cuándo nos tocará protestar ante las injusticias, hoy toca defender la educación, mañana quién sabe, y como dice el refrán “hoy es por ti lo que mañana es por mí”.
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