Ha recibido José Dolores, junto con sus compañeros, una nueva silla para bolear dada por una compañía telefónica
“Porque ese lugar a mí me dio lo que antes no tuve… Me dio para comprar zapatos para mi papá por primera vez. Años anteriores andaba con pie descalzo, calzoncillo blanco, con una faja roja aquí [se refiere a la cintura] y una camisa blanca, de manta”.
Manuel Jacobo (Chapala, Jal).- Mientras muchos niños sueñan con tener una caja llena de tesoros, otros sólo piensan en trabajar, pues no conocen otro mundo. José Dolores Cruz Pérez es oriundo de Chapala, Jalisco. De niño nunca cruzó por su mente ser bolero, ya que se dedicaba a vender gelatinas, chicles y tarjetas postales.
Sin embargo, por su desempeño y trabajo, dos personas lo apoyaron para que trabajara como bolero. Uno le regaló el cajón y el otro le enseñó el oficio, y desde hace 55 años, se ha convertido en la portabandera de este oficio en la plaza principal de la cabecera municipal.
En Chapala sólo había un bolero, y fue él quien se encargó de enseñarle el arte de sacarle brillo al cuero. “Antes, cuando yo era morrito, trabajaba vendiendo gelatinas, chicles y tarjetas postales”, señala José, quien es de piel morena, estatura baja y mirada cansada.
Con voz quebrada, el hombre de 64 años, 55 de éstos lustrando zapatos, manifestó que los mocasines son los que más le gusta bolear, aunque aceptó que desde hace trece años tuvo una “descompostura en el cerebro”, y “de ahí para acá, en mí no existen los gustos”.
Sentado bajo la sombra de una primavera, sobre el andador Encarnación Rosas, contó que el trabajo de limpiar zapatos ha bajado con el paso del tiempo. Antes, boleaba de 15 a 20 pares, y cuando mal le iba, boleaba de cinco a seis.
En ese tiempo trabajaba en el cuadro de la plaza principal de Chapala. Cuando la administración decidió remodelar el adoquín de la plaza fue reubicado, junto con sus compañeros, a un costado de la plaza, en el Paseo del Arte y la Cultura, y con el adoquín viejo, también se fueron los clientes. Ahora, con suerte, llega a lustrar de siete a diez pares de zapatos, y en ocasiones no recibe ni un sólo cliente.
Actualmente José gana 200 pesos cuando bien le va. Con esos ingresos tan variados e inestables, los sueños de superarse son pocos, sin embargo, Mario Gutiérrez Alfaro, junto a la empresa Telcel, le han cambiado el semblante.
Para festejar que el señor Mario es el primer distribuidor de toda la ribera, la empresa decidió cambiar la silla de bolero de José, y la de sus tres compañeros de trabajo, Manuel Beltrán Agustín, José Luis Amezcua Cruz y José Francisco Cruz López, quienes a diario esperan clientes en el Paseo del Arte y la Cultura por la plaza principal.
“Nunca había recibido un regalo”, fueron las palabras de José Dolores a Mario Gutiérrez, distribuidor de Telcel, “La Chiri” y Luis Eduardo Ríos gerente de la empresa. El padre de cuatro hijos indicó que con la nueva imagen de su silla de bolear, las personas de Chapala tendrán un incentivo para visitar su espacio de trabajo.
Ahora que tiene nueva silla de trabajo, con un costo aproximado de cuatro mil pesos, su silla antigua se irá a la habitación donde resguarda las cosas de su padre. Ahí, en ese mismo lugar regresará el cajón y la silla de otro de los boleros, José Luis Amezcua, quien con sólo 18 años trabaja, con el cajón que le prestó José.
José pide que lo regresen a la sombra del sálate que se encuentra en el primer cuadro de la plaza principal, junto con sus tres compañeros, pero sus ojos no dejan de brillar por las lágrimas. El sol lo delata, mientras su nueva silla de trabajo lo espera, y sin decir más el entrevistado, guarda silencio y se va.
Para saber:
En la entrega realizada el 1 de julio, el titular de Mercados de Chapala, Pedro Rivera García, explicó a medios locales que Telcel pagará 500 pesos al Ayuntamiento por cada bolero durante los próximos seis meses por concepto de publicidad.
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