Las desatinadas decisiones del director de Cultura de Chapala
Cuando se dio el pasado cambio de funcionarios municipales, el grueso de la comunidad cultural de Chapala tomó con mucho entusiasmo el nombramiento de Sergio Unzueta al frente de la dirección de Cultura del ayuntamiento. Lamentablemente, con el paso del tiempo esa algarabía de los artistas y promotores culturales ribereños ha transmutado a la decepción y amenaza en convertirse en un generalizado rechazo al funcionario.
Unzueta no es un ignorante ni un primerizo, pues ésta es la segunda ocasión que asume esa responsabilidad. Pero como si se tratase de una producción cinematográfica, los conocedores de su gestión comienzan a pensar que tampoco en su caso hay buenas segundas partes, pues la crítica a su desatinada gestión comienza a escucharse por todas partes.
Desde mi perspectiva, lo que a Sergio le sobra son arrogancia, celos y nula capacidad de hacer equipo. Si bien el mensaje que se transmitió en un principio fue el de el compañerismo y la colaboración con otras comunidades del pueblo, como es por lo menos la de Ajijic, punta de lanza cultural del municipio, en menos de lo que canta un gallo las verdaderas intenciones de este empleado municipal comenzaron a ser manifiestas.
A todas luces se nota que su área de interés, la geográfica, comienza en La Cristianía y termina en La Milagrosa. Para él, no hay nada por hacer fuera de la cabecera municipal. Para él, todos los recursos y que los demás se rasquen con sus propias uñas; para él todos los aplausos y reconocimientos, para los demás el látigo de su desprecio. Ese es el mensaje que se esmera en transmitirnos. Está en un error, y este error le está costando el prestigio que tenía.
Tristemente, esta actitud de desprecio hacia delegaciones como San Antonio y Ajijic, muy arraigada en no pocos chapalenses, fomenta la segregación y la discriminación, pero también alimenta la histórica pero innecesaria fragmentación, división y confrontación entre las distintas comunidades que también forman parte del municipio, también aportan en impuestos y también merecen la atención de sus autoridades.
De un funcionario municipal de primer nivel, como lo es el director de Cultura, se espera una actitud servicial e incluyente; el ánimo de promover un clima de unidad y no de división; y se espera también la inteligencia suficiente como para entender que es él quien más necesita de los artistas de Ajijic y no al revés.
Afortunadamente todavía está a tiempo de corregir. Sergio Unzueta aún tiene la oportunidad de comprender que un empleo de tres años (o menos) es muy corto, y que, sin embargo, las relaciones que haga en ese pequeño lapso de tiempo, sus logros y sus errores, lo acompañarán por el resto de su vida; que lo que haga en este tiempo como funcionario, para bien o para mal, habrá de marcarlo para siempre; que difícilmente tendrá en el futuro la oportunidad de resarcir lo que no haya podido o querido hacer hoy.
Este funcionario necesita urgentemente acercarse a los artistas y promotores culturales que no viven o trabajan en la capital del municipio; necesita demostrar que sí está interesado en aliarse con ellos para promover todas las riquezas del municipio y no sólo una fracción de él; necesita darse cuenta que es él quien más necesita de ellos y no ellos de él, pues estos artistas y promotores ya están acostumbrados a hacer lo suyo sin apoyos y lo hacen muy bien, por lo menos sus actividades sí tienen público y buena difusión.
El reto de Unzueta es grande, pero como dije anteriormente, aún puede demostrarnos que sí da el ancho. Estoy seguro que si el funcionario rectifica y se suma al gran proyecto cultural de Chapala, no el del gobierno sino el de sus ciudadanos, al final del trienio, se habrá podido quitar de esa mala imagen que hoy empieza a cargar y habrá obtenido de vuelta el reconocimiento que tuvo y está dejando ir.
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