por: Miguel Cerna
Foto: Miguel Cerna.
“A veces nos preguntamos qué es lo mejor de la vida,
tener un gran cariño o los lujos que siempre hemos deseado,
tener un cariño fiel que esté siempre a nuestro lado,
Lo mejor, lo mejor de la vida, es estar enamorado (…)”
José entona con sentimientos estos versos de la canción “Lo mejor de la vida”, que interpreta Vicente Fernández. Le gusta cantar bolero y rancheras, en especial si hablan de amor. José Solís es una enamorado.
José Solís tiene 82 años de edad. Es vecino de la calle 20 de Noviembre del barrio de la Calabaza, cerca del panteón municipal. Vive solo en una casa improvisada e incompleta que él mismo construyó. Carece de las comodidades básicas, como agua, luz o drenaje. José, tiene aproximadamente un año viviendo así.
“Ahora vivo de limosnas, de lo que la gente me da”, dice sin vacilar, y enlista las cantidades que regularmente le dan: 10 pesos, 20 pesos, 5 pesos. Ese día a media mañana le dieron 25, y compró comida. No le va tan mal, con la mirada perdida recuerda ese día en que amasó 350 pesos. Por suerte tiene otras “ayuditas”, como el 70 y más, y lo que gana cuando hace trabajos de curación, pues asegura que sabe de medicinas, hierbas y remedios.
José es optimista y siente que ha tenido mucho apoyo por parte de Dios, pues tiene más de 40 años tomando agua de lluvia, porque comprar garrafones es impensable. Aprovecha la temporada de lluvias para recolectar el líquido en tinas y recipientes, posteriormente las cuela con una tela y así obtiene su agua filtrada. No tiene problemas en comer lo que sea, todo le gusta, incluso “hasta tortilla pura”, así duró dos meses; afortunadamente su sangre es fuerte, y “aquí estoy, sano”, dice convencido.
Las cifras oficiales del Instituto Nacional de Geografía y Estadísticas (INEGI 2015) indican que en México viven cerca de 12 millones de personas que superan los 65 años de edad, de los cuales la mitad vive en situación de pobreza. Uno de cada cuatro padece carencia alimentaria y el 60 por ciento viven en rezago educativo; además el 51 por ciento de las personas que viven con alguna clase de discapacidad en el país se encuentra dentro de este rango de edad.
“La vida sobre una edad así es triste para uno, porque no podemos trabajar, no podemos sacar para comer”, y con lucidez recuerda “sus épocas” por allá por la década de los 60 ó 70, cuando era un gran albañil. Dice que de los mejores que ha habido en Jocotepec, pues era de los pocos que sabía hacer casas económicas y macizas, además de que escarbaba 12 metros cúbicos por día. José Solís empezó a trabajar en la obra a los 15 años de edad. “Soy un hombre para trabajar”, así se define.
Ésa es una de las cosas que más extraña, pues ahora tiene poca movilidad a raíz de una caída que lo dejó inválido de las piernas, aunque desconoce el diagnóstico sabe que sin sus dos bastones improvisados con palos no podría caminar.
José Solís tiene una voz clara, profunda, intacta por los años. Es muy enamoradizo. “Todavía puedo agarrar una mujer”, dice a sus 82 años de edad. Su fuerte es la cantada, pues es así como logra que las mujeres se enamoren de él.
Tiene familia, habla con reservas, pues ya no está con su esposa ni sus nueve hijos que poco a poco se fueron alejando por conflictos personales y monetarios. A pesar de lo que ha vivido, José Solís luce radiante, posa para la foto y entona su canción favorita: Lo mejor de la vida.
Los adultos mayores pasaron de ser el 6.2% del total de la población en 2010, al 7.2% en 2015, de acuerdo a datos del INEGI, es decir que México está volviéndose un país de personas mayores
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