64 de vida sacerdotal, 92 de vida y 51 de radicar en San Juan Cosalá
Padre Beto. Foto: Gustavo Zamora.
Hugo Gustavo Zamora Medina (San Juan Cosalá, Jal.).– Con gran alegría y viva gratitud se llevó a cabo la develación de un busto y una placa, haciendo del momento nostálgico en la fiesta en honor a padre Beto por motivo de sesenta y cuatro años de sacerdote.
El padre Beto nació en Apozol Zacatecas, el 25 de junio de 1925, y fue ordenado sacerdote de manos del señor cardenal Garibi Rivera el primero de noviembre de 1952. A sus próximos 64 años de sacerdote, ha trabajado incansablemente al servicio de Dios, en especial en San Juan Cosalá, pese a sus enfermedades.
Si el tiempo y su enfermedad le permiten oficiar misa todos los días a las 8:00 de la noche para sus niños de la institución de niños y jóvenes, y el domingo en la misma institución para el pueblo en general a la 1:00 de la tarde.
El pasado 25 de junio cumplió 92 años de vida, el primero de noviembre 64 consagrado sacerdote, y el próximo 19 de marzo del 2017 cumplirá 51 años del día que llegó a esta comunidad.
El padre Beto recuerda con cariño las palabras del obispo Rafael Martínez Sainz: “Ser Sacerdote es el título más grande, es un don que Dios nos dio”, pronunciadas estas palabras por sus 60 años de vida sacerdotal.
Así como también recuerda el día que llegó a esta comunidad, dice, “Un día el motivo encuentro religioso contó con la presencia de sacerdotes conocidos, alumnos de la escuela Lic. Gustavo Díaz Ordaz, familiares y amigos, así como Padre Jorge Armando y Pbro. “Nico” y el Padre Salvador Mora Medina.
Agradeció a Dios por todos estos años, así como a todos los que han formado parte de su vida sacerdotal, en especial a esta comunidad en honor al “Patriarca honorable del pueblo”, esta frase la compartió el padre Salvador Mora, quien intervino en grandes cosas para la comunidad.
La fiesta apenas comenzaba, pues ya lo esperaba para compartir los alimentos en el centro de pastoral, en el cual las sorpresas se atesoraban en una tarde espléndida, y en donde los asistentes apreciaban 60 fotografías las cuales hacían un conjunto de la historia de nuestro muy querido padre Beto.
Posteriormente de la comida fue un compartir de experiencias, anécdotas y felicitaciones al homenajeado, haciendo amena la fiesta, y presentarse el ballet de la parroquia, quien deleitó con sus estampas de la región.
Actualmente el padre Beto dedica cariño y amor a su institución de “Niños y Jóvenes”
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