El Andador Ajijic…
Hace algunos días fui invitado a la clase de Gestión Pública que imparte el profesor Eduardo Rosales Castellanos en el ITESO. Me pidió que planteara un proyecto cultural que tuviera implicaciones sociales y que ofreciera retos muy concretos para resolver en el salón a manera de ejercicio y que los alumnos pudieran identificar problemas, de los cuales finalmente se harían propuestas de solución. Expuse el Andador Cultural Ajijic.
Para sorpresa mía, inmediatamente después de la presentación que Eduardo hizo de mí, una señorita de la clase dio una introducción al proyecto, pues fue la alumna designada para realizar la investigación del caso. Curiosamente su fuente principal fue Semanario Laguna, más una que otra información que provino de Página que sí se lee, según explicó. Otro dato que me llamó la atención es que logró identificar a algunos actores del proyecto por su nombre o apodo, como es el caso de Luis Armando Toledo, representante de los locatarios involucrados y Chuni Medeles, delegado.
Durante el análisis del proyecto que cada fin de semana se instala en las calles del pueblo, se identificaron en términos generales cuatro aspectos a mejorar, los cuales podrían mencionarse como temas de organización, generación de contenidos, promoción y socialización. Al respecto de este último punto dedico mi laguna mental de esta semana, pues considero que es un asunto que nos incumbe a todos los ajijitecos de abolengo o de adopción, ya que el Andador Cultural Ajijic tiene aún enfrente el gran reto de consolidarse como un espacio no solo para el turismo, sino principalmente para la propia población.
De entrada es importante señalar que desde el punto de vista de todos los presentes en el ejercicio, este proyecto sí fue visto como una muy buena oportunidad para fomentar la cohesión de la sociedad, el desarrollo cultural de los individuos y el ingreso económico en tiempos que no son de temporada alta internacional, por lo que las opiniones de los estudiantes se centraron en cómo afinar ciertos detalles para garantizar un andador exitoso en todos sus objetivos planteados.
Con relación a la importancia que implica que el Andador Cultural cuente con la aceptación generalizada entre la población, la clave está en la inclusión. Si la gente originaria del pueblo sigue pensando que sólo es un espacio para la captación de turistas y residentes “fuereños” y extranjeros, entonces seguirá siendo un espacio excluyente (aunque sea por autoexclusión). Pero si se logra enviar un mensaje claro a la población originaria de que es un espacio para todos, por supuesto y principalmente ellos incluidos, la historia cambia, pues de ese modo el espacio se consolidará como un verdadero punto de encuentro social y cultural.
Para lograr este reto, será necesario que ciertos actores sociales asuman la responsabilidad de lograrlo. Me refiero al delegado y a Beto Rock, director del Centro Cultural Ajijic, pues ellos ya forman parte del comité organizador en su calidad de autoridades institucionales, pero además cuentan con un importante activo que creo pueden aprovechar aún más, pues también son interlocutores de las familias nativas de Ajijic y por lo tanto legítimos enlaces comunitarios. Esto es fundamental.
Pero no sólo se plantea la incorporación de las familias originales del pueblo, sino también de los residentes extranjeros, pues un fenómeno real de Ajijic es que sus distintos grupos sociales no necesariamente viven hoy integrados. Por un lado está la comunidad de extranjeros, quienes ni entre ellos mismos están totalmente cohesionados, pues sostienen diferentes círculos sociales e incluso mantienen sus propias intrigas. Pero además estamos los mexicanos “fuereños”, quienes somos considerados como una sociedad intermedia entre el nativo y el extranjero. Ante este fenómeno, el Andador Cultural Ajijic se plantea como un ágora común, un laboratorio de interacción e interculturalidad aplicadas.
Imaginemos un andador con actividades para todos, con espacios y momentos para conocernos mejor y lograr una aún más sólida vecindad. Un sitio de encuentro social para los niños de Ajijic, los ancianos locales y extranjeros, los hippies que llegaron de Guadalajara para quedarse, los artistas locales que habrán de exponer su obra ahí, los Pañales, los de las Seis Esquinas, Los de San Antonio Tlayacapan, los de San Juan Cosalá. Un punto de encuentro entorno a la cultura y la identidad de Ajijic.
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