En 25 años ha coleccionado más de 300 tipos de cactáceas y suculentas
Foto-Galería de la colección de cactus de Salvador. Fotografía: Miguel Cerna.
Miguel Cerna (Jocotepec, Jal).-Salvador Vargas —también conocido como “Chava”— es un agrónomo y carpintero de 54 años de edad.
Mamilarias, opuntias, Euphorbias, Echinocactus, Pterocactus, astrophytum myriostigma y otras, son algunas de las familias de cactáceas que integran su colección. Las tiene con espinas o con pelos, de todas las formas, tamaños y edades, algunas han superado los tres metros de altura y otras tienen más de 25 años de vida.
En el patio trasero de su casa antigua de estilo mexicano —una de las pocas que quedan en el pueblo— está el santuario que él mismo construyó: un invernadero en el que le da rienda suelta a su pasión, el cultivo, cuidado y la propagación de cactáceas y suculentas, plantas caracterizadas por el almacenamiento de agua en cantidades mucho mayores que en el resto de las plantas.
Su amor por este tipo de plantas comenzó hace más de 25 años, cuando en la preparatoria recibió un adiestramiento llamado “propagación de plantas de ornato”. Salvador recuerda que el maestro los puso a hacer una especie de terrario en botellas de vidrio que compraban en Tonalá, pero notó que los cactus terminaban muriéndose, por lo que se le ocurrió ponerlas en cazuelas o macetas planas, incluso mezclando diferentes especies.
Posteriormente ingresó a Nakari, la Sociedad Jalisciense de Cactología, en donde le dijeron que su método de propagación no era adecuado; sin embargo, sus resultados mostraban lo contrario, pues su colección fue creciendo aceleradamente. Ahí adquirió parte del vasto conocimiento que tiene sobre este tipo de plantas, complementado por libros y más recientemente por internet.
Lejos de encontrarles un significado espiritual como en algunas culturas indígenas, a Salvador Vargas le gustan porque son plantas “bien aguantadoras y nobles” pues “son de los organismos más aferrados a la vida”.
Otro de los motivos por lo que le gustan las cactáceas y suculentas, es porque no requieren muchos cuidados. Basta con que se rieguen una vez cada tantos meses (su principal enemigo es la humedad), una vez al año limpia algunas y recoge los “hijitos” para seguirlos propagando, además de que considera como “espectacular” el momento en que florean.
Como agrónomo, Chava se manifestó preocupado por el uso cada vez más frecuente de transgénicos en la propagación de plantas, ese es otro motivo por los que considera a estos seres vivos importantes: “Los cactus son de las pocas cosas que quedan genéticamente como eran, todas las frutas de cactus con una chinganearía, tienen nutrientes que no tiene otras plantas”.
Salvador no está tan apegado a su colección como pareciera, pues de vez en cuando vende algunas o los intercambia por otro tipo de plantas. Los precios de las cactáceas se determinan dependiendo del tamaño, la rareza, la edad y la familia a la que pertenecen, los hay desde los 40 pesos hasta grandes cantidades.
“Me gusta ver cómo germinan, y luego ando como quien cría perros, buscando quién los quiere”.
Aunque Salvador Vargas aprecia a todos sus cactus, su debilidad por las especies raras y difíciles de conseguir son sus favoritas. Tiene especies de diferentes estados de la República Mexicana, así como de otros países como Argentina, África, Estados Unidos y otros países que ha comprado o las ha recibido de regalo.
La actividad de cultivar, cuidar y propagar las plantas se convirtió en un pasatiempo familiar, Salvador Vargas recordó que su hija aprendió a hablar diciendo los nombres científicos de las cactáceas.
Los comentarios están cerrados.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala