En Jocotepec, los gases siempre son explosivos
Desde hace unas semanas, un nuevo acontecimiento ha causado polémica y disconformidad entre algunos sectores de la población jocotepense. La instalación de lo que podría llamarse “un servicio para la comunidad” se ha convertido en un problema para un número de individuos que no tardaron en hacer público su descontento a través de un letrero colocado sobre la carretera a la vista de todos. El establecimiento de una gasera —que años atrás ya se encontraba en el lugar— es el tema que se debate, con más puntos en contra que a su favor.
Muchas empresas han encontrado en los pueblos de la Ribera una locación beneficiosa para la apertura de alguna sucursal de su negocio. Algunas han sido bien recibidas por las comunidades, otras no mucho, siendo que las que corren con esta última suerte se enfrentan a dos posibilidades cuando deciden desafiar la opinión del pueblo: ganar o perder.
Ninguna batalla llega siquiera a considerar librarse si no se tiene razón o fundamento para pelearse, y es que la mayoría de los puntos en contra de la gasera giran en torno a los modos de operación de la empresa que se han mantenido ocultos del conocimiento público. Se desconoce, para empezar, los motivos por los cuales llegó a cerrar cuando ya se encontraba instalada y funcionando tiempo atrás. Esto último pone en tela de juicio su productividad, si es que llegó a la quiebra por motivos de carácter interno —en consecuencia, a la falta de una buena administración— o si se trató de elementos externos y ajenos a la empresa —como la falta de clientes en la zona, por ejemplo.
Analizar las posibles razones de la desaparición de este expendio de gas, conduce también a pensar si es que ésta rompía alguna norma de seguridad o si iba en contra de alguna de las leyes de protección al medio ambiente, quizás, debido al lugar donde se encontraba.
Cualquiera que fueran los motivos, la empresa que busca reformar el negocio al lugar que lo albergaba hace algunos años, necesita tomar las medidas necesarias y suficientes para hacerlo funcionar, desde la realización de un estudio de mercado —para conocer si acaso habrá potenciales clientes— hasta los permisos y documentos necesarios que acrediten un trabajo bajo lineamientos legales, obtenidos de forma honesta como señal de un verdadero trabajo íntegro. Sumado a esto, la aceptación por parte de la comunidad es de gran importancia. Las localidades no permitirán el asentamiento de un negocio que los perjudique en algún aspecto, económico o social.
Las autoridades encargas pueden dar el sí o el no a la instalación de este servicio si hay mayor rechazo o aceptación por una mayoría, siempre y cuando sean expuestos y sustentados los motivos que lleven a tomar tal o cual postura. Para ello es necesario el diálogo; el gobierno debe otorgar la importancia debida a escuchar la voz del pueblo para la toma de decisiones.
Es deber de las autoridades atender los motivos de los habitantes de la comunidad para la desaprobación de este proyecto. Las inquietudes que giran entorno a la instalación de la gasera o las consecuencias que esto traería deben ser analizadas por ambas partes —pueblo y gobierno— para determinar un veredicto final y dar una respuesta definitiva que agrade y beneficie a todos.
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