“Echarle las ganas a todo lo que hace, mis hermanos la mayoría tenemos carrera, no soy buena maestra, pero sí soy responsable, sí me gusta trabajar”, dijo Amalia
La maestra Amalia. Foto: Domingo Marquez.
Domingo Márquez (Ajijic, Jal.).- La maestra Amalia González Ávalos, quien nació en Ajijic el 10 de julio de 1967, tenía 20 años de edad cuando se tituló como Profesora de Educación Primaria en la Escuela Normal de Jalisco, para dedicarse durante 28 años al oficio de docente. En diciembre del 2016, con 49 años de edad, decidió cerrar un capítulo en su vida: le dijo adiós a las aulas. Se ha retirado.
Fueron niños regularmente de primero y segundo grado los que durante casi tres décadas recibieron de la maestra Amalia regaños y enseñanzas en las tres instituciones en que laboró: la escuela Marcos Castellanos, Saúl Rodiles Piña y la escuela en el poblado de Ojo de Agua.
Amalia es una mujer blanca, de estatura media y ojos claros, quien de no haber sido docente hubiera sido secretaria, pues en el municipio de Chapala, si se era mujer y se quería estudiar, se tenía que ir a la Academia para Secretarias y Contador Público, en la cabecera municipal, o ir a Guadalajara. Amalia escogió la segunda opción.
Su primer trabajo como profesionista fue por cinco años en la primaria del Poblado de Ojo de Agua, municipio de Poncitlán, donde a los dos años de comenzar a laborar, asumió la Dirección Interina, logrando la construcción de un comedor, un aula, patio y alumbrado de la escuela.
En el año de 1990, la Maestra Amalia González se incorporó a la escuela Marcos Castellanos, de la Población de Ajijic, donde trabajó durante 23 años hasta su jubilación. En dicha escuela impartió clases en sus primeros años a los grupos de quinto y sexto, aunque trabajó más años con alumnos de primero y segundo grado.
Para la maestra Amalia la escuela Marcos Castellanos no era una institución desconocida. A sus seis años ingresó a dicha primaria en donde cursó los dos primeros años, posteriormente se incorporó a una modalidad donde la escuela se daba de casa en casa hasta que un conjunto de personas trabajó para que se construyera lo que ahora es la primaria Escuela Federal “Irene Robledo”, siendo ella partícipe de la primera generación.
Aunque su padre, Apolinar González Antolín, no tuvo la oportunidad de estudiar, siempre formó parte de la mesa directiva de padres de familia.
“Esos bebederos se hicieron cuando mi papá estaba en la mesa de los padres de familia”, platica la maestra Amelia, quien también recordó con orgullo que su padre, un hombre de 75 años, también gestionó para que se donara el terreno donde fue construida la primaria de Ajijic Irene Robledo.
Su padre se casó con Elisa Ávalos Reyes, y juntos tuvieron 10 hijos. El cuarto de ellos fue la maestra Amalia, quien a sus 33 años se casó con un ajijiteco, Felipe de Jesús López Urciaga, en el año 2000.
El matrimonio de Amalia no procreó hijos. Ella se dedicó en cuerpo y alma a sus alumnos y a su trabajo. En casi treinta años no pidió días económicos; es decir, permisos para faltar, pero tampoco tuvo turno de doble plaza.
Con 28 años dedicándose a la docencia, Amalia tomó la decisión de firmar su prejubilación y cerrar un capítulo en su vida. Ahora fuera de las aulas, quiere retomar su vida, tiempo con su esposo, y viajar por México para conocer a su país.
Amalia confiesa que haber tomado la decisión de retirarse no le ha sido fácil, ya que durante años preparar material para la clase, ir y dar clases, levantarse a las seis de la mañana, y repetir la rutina los cinco días a la semana durante 28 años, se le había hecho una agradable costumbre.
“La verdad me costó mucho retirarme. Entré como en una etapa de depresión durante tres días que me levantaba muy tarde”, confesó la maestra, quien tuvo su ceremonia de despedida el 27 de marzo en presencia de alumnos y compañeros de trabajo.
“Ahora quiero dedicarle tiempo a mi familia, a mí, y ya empecé a tomar clases de inglés”, dijo Amalia, quien durante la entrevista recordó a buenos alumnos como las dos hijas de Escamilla o Moisés Aldana, actual médico, y niño nombrado presidente por un día por el gobierno municipal de aquellos tiempos.
Anécdotas de la maestra
Cuando la maestra Amalia González Ávalos comenzó a trabajar se tuvo que transportar a su escuela en un camión que le decían “La Burra”, que se descomponía constantemente, por lo que no pocas veces tuvo que llegar de aventón arriba de la camioneta de la leche, de la Coca Cola o el camión de refresco Jarritos a la escuela donde enseñaba.
Es más, una vez, ella y una compañera maestra fueron perseguidas por un toro cuando regresaban de impartir clases. Amalia cree que lo que llamó la atención del toro fueron las dos pañoletas rojas que llevaban en la cabeza para protegerse del polvo de la vereda, pues no había carretera. Fueron más de dos horas que las maestras duraron arriba de la barda resguardándose del toro. Un hombre, quien se percató de la situación, le pitó con el claxon a la bestia, que emprendió su retirada, y las asustadas maestras bajaron de la barda y regresaron en raite a su casa.
Amalia recuerda que las clases en la escuela de Ojo de Agua comenzaban a las 8:30 de la mañana, porque los niños tenían que “cuidar su rancho”; es decir, tiraban sus redes para pescar, sembraban lechuga u otros vegetales, antes de entrar a clases, las cuales duraban casi cinco horas.
A cambio de aprendizaje, el DIF mandaba una tina de arroz con leche y avena, que gustosos recibían los chicos a la hora del recreo, además de un bolillo.
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