Cambiaron el chip de juego que les rinde cuentas
Por: Iván Ochoa
Desde su fundación, Charales de Chapala ha sido un equipo protagonista en los torneos de Tercera División Profesional (TDP), por la talla de jugadores que ha tenido en sus filas. Futbolistas que se han formado en la Ribera de Chapala y se han reforzado con gente ajena al municipio, provenientes de equipos con prestigio a nivel nacional.
Sin embargo, el poder económico, el compromiso, la mentalidad y la desigualdad personal de los directores técnicos que han pasado por el equipo charal, lo han terminado por sepultar en lo más fondo del abismo.
Durante años, los estrategas se vieron obligados a quedar bien con los funcionarios públicos del municipio de Chapala, que a la postre son los dueños del equipo desde su fundación. Pero, ¿de qué forma lo han hecho? Jugando en la mayoría del cuadro titular con los hijos de funcionarios y del mismísimo alcalde, dejando a un lado a los jugadores que tenía de mayor calidad en el plantel.
Esto se ha visto reflejado durante las administraciones de Joaquín Huerta Barrios (2012-2015) y la de Jesús Cabrera (2009-2012), y se incluye una de Javier Degollado González (2015-2018). Estamos hablando de siete temporadas en la TDP, obtenido en la mayoría de los certámenes resultados desastrosos.
Como por ejemplo, la temporada 2010-2011 en donde obtuvieron más derrotas que victorias y a la par se quedaron sin liguilla. La del 2013-14, concluyendo en el antepenúltimo peldaño. La del 2014-15 y 2015-16 en el décimo lugar.
Los torneos en donde estuvo al frente Jesús Cabrera obtuvieron la clasificación en dos ocasiones, pero sólo llegaron hasta la ronda de los 16vos de final.
La única temporada en la que se obtuvo el “éxito deportivo” fue en la de 2012-13, bajo la dirección de Joaquín Huerta, al llevar al equipo hasta la ronda de los cuartos de final, en donde los eliminó el pueblo de Miguel Alemán con marcador de 5-0 en el global: 1-0 en la ida (Chapala) y 4-0 en la vuelta (de visita). El presidente, el técnico, la afición y los jugadores justificaron la eliminación por los extensos viajes que realizaron durante las rondas finales por toda la República.
Alguno de los jugadores que reforzó la plantilla en esa temporada llegó a equipos de mayor jerarquía, como fuerzas básicas de Primera División. Tal es el caso de José Ibarra que militó a la sub-17 de los Rayados del Monterrey.
Estos puntos han puesto al equipo en un dilema corrosivo, entre sacar resultados positivos —conseguir la calificación, obtener el título y conseguir un ascenso—, e incluso utilizar jugadores que no estaban contemplados antes de que iniciara la temporada.
En la temporada pasada que comandó el estratega Javier Castillo Guzmán (2016-17), lograron el título del grupo “X” y se quedaron a pocos pasos de meterse a la final por el ascenso.
La mentalidad fue totalmente distinta a la antes ya señalada, se reflejó en los 80 puntos que se obtuvo durante la fase de clasificación, en las cinco derrotas de la misma ronda, a una de las mejores defensivas del certamen a nivel República con 32 goles en contra, y por supuesto, al título obtenido. Además de proyectar a jugadores a categorías mayores del fútbol mexicano.
Aunque el formato de la TDP apenas cambió este año el equipo lo logró sin alguna influencia de por medio.
“El Profe” no persiguió los ideales de los funcionarios públicos en esta temporada, sino la estrategia que él mismo planificó al inicio del torneo, y a pesar de que también contaba con miembros de los hijos de los funcionarios, no fueron requeridos, dado a la calidad de futbolistas que tenía en el resto de la plantilla, jugadores que fueron traídos por el mismo técnico, y estos eran fríamente observados.
Parece ser que la historia para Chapala se puede repetir en esta nueva temporada —obtener un nuevo título y algo más, ejemplo el deseado ascenso a Segunda División— ya que el trabajo que ha realizado Castillo es enteramente el mismo, y mantiene los mismos ideales al certamen pasado.
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