Aunque no puede conmemorar el Día de Muertos como la mayoría de los mexicanos, su trabajo es fundamental para la fecha, por lo que seguirá en el negocio hasta que ya no pueda más
Catalina Cortés Ornelas inició la tradición de elaboración de corona de muertos hace más de 30 años. Foto: Miguel Cerna.
Miguel Cerna.- Cuando se acerca el Día Muertos, gran parte de los jocotepec visita a los Cortés para complacer a sus difuntos. La elaboración de coronas de muertos se ha convertido en una tradición de negocio para esta familia, quienes abastecen gran parte de la demanda del pueblo y de municipios aledaños.
En su amplia cochera yacen decenas de coronas recargadas unas con otras. Su hija, Laura Aguilar Cortés, pone las flores en el centro de los círculos con habilidad, mientras que su hermana Norma, desde el comedor, va pegando el listón.
Catalina Cortés Ornelas inició la tradición hace más de 30 años. Primero las hacía de rosas de papel crepé, luego de flor de plástico y, conforme avanzaba, fue perfeccionando la técnica a base de observación e inventos. Ahora sus coronas son de listón perforado con flores artificiales en el centro. Para Catalina, el aprendizaje no termina, le gusta ir “superando” conforme pasa el tiempo.
La elaboración de coronas no es un trabajo de temporada. Catalina trabaja todo el año. Poco a poco va plisando el listón, haciendo el abanico, preparando el material. Todo lo que está a su alcance y no requiere tanto esfuerzo. Son sus hijos quienes completan la labor. Los hombres hacen las armazones de alambre y madre y sus hijas terminan y adornan las coronas dos meses antes del día de muertos.
La gente que le compra prefiere las coronas “abultaditas” y bien detalladas, refiere Cortés Ornelas, quien comentó que la paciencia y la accesibilidad son claves para el negocio, pues la gente es la que decide la combinación de colores y la hechura. Aunque a veces le piden colores que no combinan, como verde bandera con dorado, ella las hace.
Los precios van de menos de 100 a 350 pesos, que considera es lo máximo que la gente puede pagar.
Para este año, Catalina y su familia se prepararon con 250 coronas de todos los tamaños y colores: chica, mediana y grande; redondas, cruz y corazón con cruz. Los precios van de menos de 100 a 350 pesos, que considera es lo máximo que la gente puede pagar.
Ahora que ya tiene clientela, no hace falta que lleve sus coronas a muchos lugares. Sus compradores vienen de muchas partes con anticipación o el uno y dos de noviembre, cuando se pone en la plaza principal.
Las coronas de Jocotepec son de admiración en Guadalajara, así se lo han comentado sus clientes que llevan de 6 ó 7 unidades. Ella no entiende cómo llegan hasta su casa si en la ciudad las encuentran muy baratas. El trabajo en detalle y la resistencia del material que prácticamente duran todo el año son lo que le ha valido el reconocimiento a sus coronas.
Catalina Cortés considera que el día de muertos es como la navidad, pues todos quisieran llevarle algo a sus seres queridos, pero no todos pueden. Ella recuerda cuando tampoco podía y trata de ayudar. “Toma, les doy una chiquita”, “No te vayas sin tu corona, ahí tu muertito o tu Dios nos lo recompensará, nomás no digas, digo que al cabo Dios no me deja”.
A esta mujer de 63 años no le preocupa la competencia. Consciente de que no va a cubrir toda la demanda, se desvanece todo sentimiento de egoísmo y envidia. De hecho, la mayoría de la gente que vende en Jocotepec se enseñó con ella. Algunas fueron sus ayudantes, como sus hermanas y otras personas que le fueron comprando por pieza para ver la hechura. A Catalina no le preocupa, al contrario, ella les explica cómo hace sus coronas.
Aunque no puede conmemorar el Día de Muertos como la mayoría de los mexicanos porque después de la jornada laboral sólo quiere descansar, su trabajo es fundamental para la fecha, pues sin sus coronas seguramente muchos de los difuntos se quedarían tristes. Por lo que seguirá en el negocio hasta que ya no pueda más.
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