Años atrás, cada familia ponía su altar, y “por donde quiera que pasabas se llenaba de alegría, colorido, flores, veladoras, luces y adornos tricolores”
Un altar para Virgen de Guadalupe. Foto: Daniela Rameño.
Daniela Rameño. – La exhibición de altares de la Virgen de Guadalupe que se coloca cada año fuera de las casas de San Juan Cosalá ha ido cayendo en desuso desde hace aproximadamente cuatro años, debido al robo de imágenes, plantas, luces e incluso los adornos de los altares. Razón por la cual muchas personas prefieren no hacer sus altares ya en la calle sino dentro de sus casas.
Una mujer recuerda que años atrás, cada familia ponía el suyo y “por donde quiera que pasabas se llenaba de alegría, colorido, flores, veladoras, luces y adornos tricolores”.
Esto no quiere decir que se haya perdido la devoción a la guadalupana, pues toda la comunidad sigue participando de manera activa en los actos que la iglesia prepara durante el docenario a la Virgen. “Es más bien por los acontecimientos sucedidos en años pasados en que los vándalos se ha robado imágenes”, platica un local.
Otra de las causas por las que ya no se ponen altares a lo largo del recorrido de la procesión de la guadalupana, es porque se han hecho pinturas de la Virgen en las esquinas de algunas calles de la comunidad, a iniciativa de los mismos vecinos y jóvenes aficionados a la pintura.
“Cuando se llega el 12 de diciembre, todos los que viven en esa calle se organizan para el festejo y hacen de la pintura un solo altar, dándose a la tarea de retocar la misma, los adornos, flores, música, cuetes y hasta la canela, para la velada”, cuenta uno de los vecinos del lugar.
La mayoría de los altares son colocados la tarde del 11 de diciembre y toda la noche, pues las imágenes son veladas por toda la familia o vecinos alrededor de fogatas, quienes cantan las mañanitas acompañadas de sonido, banda o mariachi, y permanece todo el día del 12, algunas personas levantan su altar después de pasar la procesión otras los dejan otros días más.
“Algo se tendrá que hacer para motivar, dar confianza y seguridad a las personas, para que no se deje morir esta tradición y continúe cada año, pues es una costumbre que es admirada por otros pueblos y que distingue a San Juan Cosalá. Esta será tarea de todos, de las autoridades, de la Iglesia y de los pobladores”, indica un local con decepción, quien prefirió el anonimato.
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