Pese a la excesiva quema de pólvora, no hubo accidentes ni vidas que lamentar
Fuegos pirotécnicos en calle de San Juan Cosalá. Foto: Cortesía.
Redacción.- La comunidad de San Juan Cosalá recibió la llegada del Año del Nuevo envuelta en una nube de humo y estruendos causados por los fuegos artificiales y demás artefactos de pólvora que fueron quemados de manera excesiva en toda la comunidad. Su venta fue desmedida y sin control alguno, pues cualquier puesto o tienda vendía todo tipo de estos artículos y podía adquirirlos cualquier persona hasta los niños de 4 ó 5 años de edad y en grandes cantidades.
Todos los pobladores esa noche se vieron «bombardeados» por todo tipo de artefactos de pólvora. La quema comenzó a alrededor de las 8:00 de la noche por todas las calles de la comunidad, y se intensificó a partir del primer minuto del año nuevo. A esta hora, los truenos y el incesante olor a pólvora aumentaron y fue hasta alrededor de las cuatro de la mañana cuando esta actividad cesó.
A pesar de la notoria venta masiva de pólvora, las autoridades como la policía municipal y protección civil no tuvieron presencia en la comunidad, mucho menos llevaron a cabo ningún plan o programa para decomisar o controlar la venta de estos peligrosos artefactos, pese a que el mismo director de Protección Civil, en ediciones pasadas, mencionara que estaban coordinándose con la SEDENA para iniciar con campañas para disminuir la quema de pólvora, pero esto no se vio.
Aunque es preciso resaltar que no sólo las autoridades son responsables de esto, sino también los padres de familia, pues había papas comprándoles a sus hijos bolsas llenas de estos objetos, incluso quemaban junto a sus hijos y festejaban el que los niños se atrevieran a aventar los cuetitos a otras personas.
Para los comerciantes, este fin de año fue de ventas buenísimas. Vendieron “como nunca”, dijo José M., quien asegura que ninguna autoridad les llamó la atención ni les dijo nada al respecto, y que a pesar de la competencia que hubo por la gente de fuera que vino a vender, a todos les fue bien vendiendo cuetitos.
Para los pobladores “fue una noche ruidosa”, comento María Ramos. “Sabemos que es día de fiesta y que los jóvenes quieren divertirse, pero se pasaron, y lo peor: no respetaban a las personas; aventaban sus cuetes sin fijarse. Incluso muchos lo hacían a propósito y la policía ni sus luces. Brillo por su ausencia”.
Por último, resaltamos que una gran cantidad de vendedores de pólvora originarios de Guanajuato, así lo señalaron ellos, se hicieron presentes por todas las calles desde tempranas horas ofreciendo luces de bengala como gancho para la venta de otros artículos de pólvora que ocultaban dentro de mochilas colgadas a sus espaldas.
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