Empecemos por El Tepalo
A pesar de que se anunció para este año un temporal de lluvias un tanto desfasado, aquí en la ribera el agua llegó a tiempo a su cita con la tierra. Esta es sin duda la época más interesante para Chapala, pues el nivel del lago crece, las montañas reverdecen y el pueblo entero festeja el advenimiento del temporal.
Tener un lago rebosante vale más que cualquier campaña de promoción pues garantiza el aumento del flujo turístico nacional e internacional; aumentan las divisas, crece el empleo y por ende también aumenta el poder adquisitivo de la población local.
Es tal el furor que provocan las lluvias en esta zona, que no faltan quienes les otorgan el crédito a poderes divinos. Unos le rezan a la Virgen de Zapopan, patrona católica de los temporales y no faltan también los que incluso le danzan al dios Tlaloc, señor del agua en la mitología nahua. Ambas creencias me merecen todo el respeto.
Pero la realidad es más mundana, pues para que el lago se recargue se requiere un poco más que rezos y danzas. De hecho, un buen temporal de lluvias en esta región no garantiza por sí mismo un aumento considerable del nivel del lago, pues la cuenca del río Lerma inicia en el Estado de México, con el agua de deshielo del nevado de Toluca.
Para el biólogo tapatío Alejandro Juárez, fundador del Instituto Ambiental “Corazón de la Tierra”, un elemento fundamental para garantizar el flujo del agua por medio de sus cauces naturales hasta el lago es el cuidado de los bosques en cada una de las microcuencas que conforman el sistema Lerma-Chapala.
Un entorno degradado y erosionado funciona como un desagüe por el que se pierde el líquido. En cambio, un espacio natural frondoso retiene el agua y la conduce por medio de sus arroyos hasta el lago. Esto significa que tenemos que subir la mirada hacia las montañas y poner especial atención sobre nuestras acciones y omisiones.
A lo largo del eje Chapala-Jocotepec, en una parte de la sierra del Travesaño, hay una gran cantidad de microcuencas en riesgo de deterioro debido al factor humano. Los incendios forestales, la presión inmobiliaria, el cultivo intensivo, la crianza de ganado, la invasión de especies ajenas a este hábitat, así como el senderismo mal entendido (uno encuentra basura hasta en los lugares más recónditos), generan graves daños al ecosistema y esos daños reducen la recarga de agua.
Hace algunas semanas escribí sobre un ambicioso proyecto que el instituto ambiental Corazón de la Tierra ha puesto en marcha, bajo el título de Bosques+Agua+Gente para Chapala, un plan de acción integral que fomenta la participación social en el cuidado del entorno, para influir en la calidad y la cantidad de agua que recibe Chapala.
La novedad de esta iniciativa es que se eligieron cinco microcuencas a manera de acciones piloto o modelo. Una de ellas, la que corresponde al municipio de Chapala, es la de El Tepalo, que se encuentra justo arriba del poblado de Ajijic. Esta es por mucho la más complicada y la que implicará mayores retos, pues es la más poblada de entre las cinco seleccionadas y por lo tanto es la que mayor presión tiene en todos los sentidos.
Lo más interesante de este proyecto es que para lograrse requiere de la implicación directa de la población. Además, el aprendizaje de estas experiencias de restauración forestal serán un ejemplo para replicar en las microcuencas aledañas. Una especie de efecto multiplicador.
Ya llegó el temporal de lluvias y uno de los grandes atractivos de esta época es precisamente la tradicional peregrinación a las cascadas de El Tepalo. En nosotros está el que este sitio siga vivo y con agua. Para lograrlo, no sólo requiere de nuestro cuidado y respeto, sino que además implicará de nosotros acciones concretas para su restauración.
Punto y aparte
El pasado viernes siete de junio se conmemoraron dos efemérides importantísimas del calendario. La primera, el día del periodista. Así que desde aquí mando un caluroso abrazo al equipo de Semanario Laguna, extendido a todos los periodistas de la competencia, en inglés y en español. La segunda, mi cumpleaños número cuarenta y seis.
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