Cientos de anécdotas, vividas en sus 100 años de historia, lo convirtieron en el árbol más emblemático de la localidad
El árbol de Zalate en pie.
Miguel Cerna.- Aunque la tempestad logró arrancar del suelo al emblemático Zalate, su recuerdo se arraigó en la memoria colectiva de los habitantes de Nextipac, municipio de Jocotepec.
Fue durante la madrugada del 13 de agosto, aproximadamente a las 02:30, que la tormenta arrancó de raíz al árbol también conocido como la higuera, que marcaba la puerta oriente de acceso a la localidad, en el entronque de la carretera Chapala-Jocotepec y la calle Morelos, frente a la escuela 15 de Mayo.
Pese a su colosal tamaño, su muerte fue discreta, pues además de la oscuridad propia de la noche, al doblegarse ante los fuertes vientos y caer atravesado en la calle, se desplomaron varios postes de electricidad que dejaron a la comunidad por más de 18 horas sin luz.
Para los vecinos de la zona, el amanecer de ese martes no fue igual; pues demás de la falta del trinar de las aves que acostumbran a posarse en su follaje, el vacío de no ver erguido su inmenso árbol que superaba los 20 metros de altura, les causó “tristeza”, “lástima” y “pena”, por momentos acompañada de lágrimas.
Pese a que no existe un registro fidedigno de su antigüedad, el testimonio vivo de personas longevas le confieren más de 100 años de vida en la comunidad, lo que le valió el título de “guardián”.
Es el caso de Vicenta Vega Anuario, de 96 años, quien vive a escasos 30 metros de donde permanecía estoico el Zalate desde que ella tiene uso de razón.
“Yo cuando lo conocí, el arbolito estaba de grande de como el ropero, pero así, chiquito y delgadito, yo tenía como unos 10 años y el arbolito ya estaba grandecito y fue creciendo, fue creciendo, echando sus ramas pa’ los lados”, rememoró con la voz aún firme y la mirada perdida.
Para Vega Anuario, hablar de la higuera evoca sus recuerdos desde la infancia, pues prácticamente creció con el árbol. Entre sus memorias más vividas, está el dulce sabor de los frutos de gran tamaño que daba el Zalate, mismas que fueron mermando en tamaño y dulzor, a medida en que envejecía.
El otro recuerdo más intenso de Vicenta relacionado con el árbol, es la muerte de un hombre en sus ramas, historia ampliamente trasmitida en la comunidad y que algunos consideran que pudo enfermar a la higuera.
“Fíjate lo que paso: andaba uno cortando zalates, hijo de Felisa la de Poncho, y otro lo vio y le tiró pa’ arriba y el difunto cayó. El hombre agarró una canoa de motor y se fue. Ahí quedó tirado el difunto: me acuerdo como que si ahorita fuera, fue como a las 10 de la mañana”, narró convencida.
“Ni modo, qué le hacemos”, fue la respuesta de Reyes Ramírez Reyes, de 87 años, al enterarse de la caída del Zalate, árbol que conoció desde que era joven, incluso antes de que se mudara de la cabecera municipal a Nextipac al casarse.
“Ira, yo me casé de 23 años con mi señora, pero el árbol ya lo conocía yo antes, porque yo duré, como 2 años y medio de novio de con ella, entonces yo me vine, porque yo soy del pueblo, no soy de aquí del barrio este; y (el Zalate) ya estaba grande” (sic), comentó con la voz cansada y a veces interrumpida por ataques de tos.
Para Ramírez Reyes, lo más memorable de la historia del árbol es que vivió sin que lo plantaran, pues le atribuyó su nacimiento a una semilla que depositaron los pájaros en el tronco de un guamúchil que anteriormente ocupaba su lugar.
“Ese árbol no lo plantaron, ese árbol fue de un guamúchil que estaba y allí los animalitos dejaron el injerto; fue un injerto y ya poco a poco se acabó el tronco del guamúchil y ya siguió el árbol, pero ese no lo plantaron”, compartió.
Las numerosas experiencias y anécdotas que cientos de personas vivieron bajo la sombra de su majestuoso follaje, o en sus raíces expuestas, convirtió al Zalate en un elemento de referencia e identidad para los habitantes de la localidad, al considerarlo el orgullo de Nextipac.
Sin embargo, para que su historia no termine, se plantará un árbol de la misma especie en su lugar, es decir, otra higuera que fue donada por el vivero Larios tras la tragedia, así lo informó el delegado Antonio Valentín Flores. Además de que, por iniciativa ciudadana, se pretende aprovechar su madera para la realización de una escultura que honre su centenaria vida.
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