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Cuenta la historia que fue el 7 de noviembre de 1715 cuando se apareció el Señor del Huaje.
Miguel Cerna.- El Señor del Huaje no solo es el más grande e imponente, también es el más longevo con más de 300 años de historia, siendo el iniciador del culto a los Cristos de Jocotepec.
El siete de noviembre el “El Señor del Dulce Nombre” o “El Santo Cristo de la Expiración”, como fue conocido al principio, cumplirá 305 años de su aparición en un árbol de huaje en un predio de lo que hoy es la localidad de San Pedro Tesistán.
Hasta el siglo XVII, como herencia colonial, en Jocotepec se seguía venerando como patrono a San Francisco, de hecho el pueblo se llamaba San Francisco Jocotepec, nombre que cambió con la aparición del Señor del Huaje en el año 1715, en el potrero conocido como El Monte.
Aunque varios relatos, tanto coloniales como contemporáneos, dan cuenta de su aparición milagrosa, fue la narración de Pedro Andrés, indio principal y sacristán de la iglesia realizada en 1748, la más exacta sobre el prodigio.
“El año de mil setecientos y quince, por el mes de noviembre, habiendo ido al Puesto nombrado El Monte, como a las once del día, en busca de sus bueyes, andando en esta diligencia por el dicho Monte, y lugar, vio que de un árbol grande llamado Guaje destilaba agua; al parecerle bastante y que con esa curiosidad se llegó a él y no había tal agua ni señales de ella y retirándose otra vez advirtió en que volvió a destilar más agua y entonces lo volvió segunda vez a reconocer y no hallando como la primera señal empezó a ver a dicho árbol y vio y reconoció en él la forma de un crucifijo en cruz, a quien adoró y reverenció…”.
Un día después, la imagen milagrosa de tres varas y media de altura, fue cortada y trasladada el ocho de noviembre de 1715 a la iglesia de Jocotepec, iniciando así el culto a este Cristo que es venerado y querido hasta nuestros días, 305 años después.
Para 1748, el Señor del Huaje ya se encontraba colocado en el altar principal, desplazando así la imagen y la veneración a San Francisco, que actualmente se encuentra casi en extinción, de no ser porque aún existe la Orden Franciscana Seglar de Jocotepec.
Ahora, tres siglos después de su aparición, la fe a este Cristo está cada vez más viva y extendida fuera de los límites municipales, pues con la migración de paisanos a Estados Unidos, también se ha ido la idolatría hacia el Señor del Dulce Nombre.
Aunque se discutía la posibilidad de bajar la imagen del altar para celebrar un triduo en su honor, con la activación del botón de emergencia en Jalisco, se canceló la posibilidad por el cierre de las iglesias durante los fines de semana.
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