Palos de ciego
Santiago Baeza.
Pues tal parece que el nombramiento de Pueblo Mágico para Ajijic le está quedando grande al actual ayuntamiento que va de salida. Los primeros proyectos que anunciaron para promover al pueblo surgieron a quemarropa, con deficiencias y hermetismo. Tanto así, que en lugar de ser una oportunidad para despedirse entre aplausos y reconocimiento por parte de los habitantes, terminarán dejando más problemas y asuntos inconclusos al equipo que habrá de relevarlos en poco más de un mes.
Debemos reconocerles sus gestiones para garantizar un presupuesto inicial de casi un millón y medio de pesos que el gobierno de Jalisco otorgó para las primeras acciones encaminadas a la promoción de Ajijic. Con parte de ese recurso levantaron en el malecón un pequeño módulo para la atención del turismo. Hasta ahí todo bien.
Sin embargo, al tratar de promover proyectos culturales para el pueblo, pasaron por alto muchos y muy importantes detalles. De entrada planearon un festival representativo de las distintas manifestaciones populares de Ajijic. Una especie de melcocha folclorista y banal con duración de dos semanas, en pleno pico de esta segunda ola de contagios por el covid. Luego decidieron reducir este evento a una semana y finalmente optaron por cancelarlo.
También lanzaron una convocatoria para continuar con la ruta de murales en el primer cuadro del pueblo, pero apenas dieron tres o cuatro días a los artistas para integrar una larga lista de requisitos, entre los que se incluían propuesta, ubicación y permiso por escrito del propietario de la barda. Dada la premura y el exceso de trámites, muchos de los artistas locales se vieron imposibilitados de participar.
Lo más curioso de todo este asunto es que, hasta donde yo tengo entendido, ninguna de estas iniciativas surgieron del comité técnico que representa a los representantes de Ajijic en Pueblos Mágicos, ni de las direcciones municipales de Turismo o Cultura. Al parecer, fue diseñado y operado desde el escritorio de Paola Gómez coordinadora de Desarrollo Humano del Ayuntamiento de Chapala.
La ocurrencia y la improvisación deben dejarse de lado cuando se trata de implementar políticas públicas. El nombramiento de Ajijic como pueblo Mágico es cosa seria y no puede estar a merced de burocracias inexpertas y carentes de visión. La oportunidad que se genera al contar con recursos públicos para gestionar obras y proyectos en beneficio de este pueblo, no debe desperdiciarse en eventos fugaces carentes de objetivos y que al final poco dejan en cuanto a beneficios tangibles, ni en proyectos de infraestructura artística diseñados sobre las rodillas, que terminan siendo excluyentes y de pobre alcance.
Urge que el comité ciudadano del Pueblo Mágico asuma un rol de mayor liderazgo. Que antes de proponer o avalar acciones, se establezcan objetivos y criterios claros, para garantizar que cada peso invertido en Ajijic se traduzca en beneficios tangibles para su población; un entorno urbano y natural más digno, humano y habitable; una mayor calidad de vida para todos sus habitantes; políticas de inclusión y cohesión social; fortalecimiento del patrimonio y la identidad cultural, con el fin de promover el sentimiento de arraigo y pertenencia. Todo lo demás es despilfarro y pérdida de tiempo.
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