Caos y desorden
Santiago Baeza.
El primer reto que Enrique Alfaro Ramírez se planteó al llegar a la alcaldía de Guadalajara fue restablecer el orden, el Estado de Derecho y la cultura de la legalidad en la ciudad. Para lograrlo, aseguró que todos, ciudadanos y gobierno, tendrían que acostumbrarse a respetar la ley; que habría de ponerse el interés general por encima de cualquier interés privado.
Un año después, Alfaro presumió en su informe de gobierno el haber logrado la recuperación del centro histórico de la capital de Jalisco; el combate frontal a quienes tenían secuestrado el espacio público de la ciudad; detener el desorden urbano y parar en seco a constructores corruptos, al grado de llegar a demoler edificios construidos fuera de la ley; restituir la imagen urbana; liberar las banquetas de obstáculos, vehículos y ambulantes, para beneficio del peatón.
Muchos creímos que con la llegada de Movimiento Ciudadano al gobierno de Chapala se replicarían esas políticas exitosas que el ahora gobernador impulsó siendo presidente municipal de Guadalajara. Lamentablemente no fue así, sino todo lo contrario. La administración municipal que en unos cuantos días más termina, encabezada por Moisés Anaya Aguilar, será recordada como una de las más desordenadas, ilegales y carentes de autoridad en mucho tiempo y eso ya es mucho decir.
El ambulantaje está hoy más que nunca fuera de todo orden. Las banquetas de la avenida Madero, ingreso principal a Chapala, se han convertido en un interminable tianguis, desde su inicio hasta la playa y lo mismo sucede en el malecón donde remata esa vialidad. El malecón de Ajijic, hoy Pueblo Mágico, comienza a correr con la misma suerte. El único malecón que se encuentra libre de ambulantes es el de San Antonio y no es por gracia del gobierno, sino por su vergonzoso abandono.
En materia de desarrollo urbano, la historia es por todos conocida: invasiones, devastación del patrimonio natural, construcciones en zonas de riesgo, crecimiento desordenado y especulación urbana, todo ello con la venia de la autoridad, por medio de licencias dudosas y la vista gorda de inspectores. Por si esto fuera poco, hay una notable ausencia de políticas para el ordenamiento territorial y la imagen urbana del municipio luce cada día más deteriorada.
Lirio, escombro y basura adornan nuestras playas; los empedrados de toda delegación parecen campos minados; los carriles laterales de la carretera panorámica funcionan como estacionamientos o extensiones de los negocios que ahí se encuentran; luminarias que al no funcionar, ponen en riesgo de cualquiera el tránsito nocturno; desorden, caos e ilegalidad para donde uno voltee la vista.
Dejan a la próxima administración que habrá de encabezar el panista Alejandro Aguirre Curiel muchos y grandes retos. Hacer de Chapala una ciudad generosa para sus habitantes y visitantes debe ser tarea de todos, pero sin duda es al gobierno a quien le toca poner el ejemplo y ejercer su autoridad para lograrlo. Confío en que el próximo gobierno tendrá la visión y la capacidad que se requieren para devolverle a nuestro municipio la grandeza que merece.
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