Por: Berónica Palacios Rojas
Las vulvas dan felicidad al viajero,
vida y resguardo al indigente.
Seguridad al esposo,
fortaleza al ejército y reposo al extraviado.
Las vaginas despiden
el tierno aroma de los desencantados.
Atraen a perversos, parientes, mujeres y hombres.
En primera entrega regalan sus lluvias de gloria.
La cicatriz que nunca sana espera paciente
a ser descubierta, aunque vierta
bocanadas de muerte, de felicidad y desengaño.
La vagina espera con paciencia de doncella /
Su misión es provocar el sonido sordo de las vocales
con espasmos gloriosos: en el atrio,
en el campo de fútbol, en cama enemiga.
Las vulvas son tierra donde germina victoriosa
la semilla de vida y muerte,
Son el centro del universo,
Porque todo gira en torno a ellas
saben consolar, recibir amancebar.
Cuando las vaginas marchitan su viaje
dialogan con los recuerdos
el triste, el dulce juego del amor.
Solas, somnolientas lloran noches amargas
les lloran a muchísimas lunas la ausencia sangrante.
Entierran a los condenados a vida, al olvido.
La vagina es rosa azul de nostalgia absoluta.
Sabe odiar y amar en la soledad de su cama.
Las vaginas germinan en continuo gravitan del Cosmos.
Trasmutan, se duplican renacen.
Son probetas de años luz, hebras de agua,
esperan que un príncipe calme su nostalgia.
Gracias a ellas se expiran dulces vocales en noches de tormenta,
son guías que descubren ciudades flotantes,
aman su aroma y lo aceptan.
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