Primero camina y después corre … ¡o no!
Leticia Trejo.
Sé que no a todas las personas nos agrada la actividad física, pero todos aspiramos al bienestar; con tanta oferta de disciplinas de ejercicio y fitness puede ser difícil elegir, así que nos decidimos por la más “fácil” que es correr. En nuestra mente generamos una imagen de nuestra ropa deportiva, tenis y los atractivos lugares en donde realizaremos nuestro sueño de bajar de peso, mejorar condición cardiovascular, y quizás, por qué no, de conocer gente nueva para compartir esta actividad. Mi recomendación más fuerte es ¡no lo hagas!, sin antes visitar a algunos especialistas o leer de fuentes aprobadas la información que necesitas para que esta actividad sea segura.
¿Estás enterado si tu pisada es prona o supina?, ¿sabes si tus rodillas tienen posición genus valgo o genus varo?, ¿alguien te ha mencionado si tienes escoliosis? Todas estas condiciones anatómicas-posturales afectan de manera negativa la salud de tus articulaciones, y claro, antes de un año los dolores te harán tomar la decisión de declinar tus buenas intenciones de mejorar tu salud. Pero, el problema no es empezar a correr sino no tener una estrategia adecuada.
Lo primero es visitar a un ortopedista para que determine si tu tipo de pisada necesita de alguna plantilla adicional a los zapatos deportivos que quieras adquirir; incluso en algunas tiendas deportivas cuentan con un aditamento que realiza una evaluación sencilla para saber qué tipo de tenis te conviene comprar. El mismo ortopedista puede también informarte si tus rodillas tienen alguna posición inconveniente para correr, y en este momento voy a hacer una pausa para explicarte algo MUY importante:
Las rodillas dependen casi totalmente de la articulación de la cadera, el fémur (el hueso más largo del cuerpo y de las piernas) cuenta con dos cabezas superiores de las cuáles una de ellas es completamente redonda y se inserta en la cavidad de la pelvis llamada acetábulo formando ángulos diversos que predisponen la posición de las rodillas. Aunque esto no puede modificarse, ya que es una construcción de nacimiento, si tenemos la capacidad de mejorar esta integración de acetábulo – cabeza del fémur – rodilla – pies. Trabaja con ejercicios que fortalezcan las cuatro caras de tus piernas: interna, externa, lateral derecha y lateral izquierda, así como los rotadores externos de tu cadera tanto con ejercicios de fuerza como con ejercicios de elasticidad.
Después de tener el conocimiento adecuado en los puntos anteriores puedes visitar a un fisioterapeuta que revise algunos aspectos de tono muscular, posición de la columna, relación de la cintura pélvica con la cintura escapular y él o ella te hará las recomendaciones adecuadas.
Adquiere un pulsómetro (medidor de la frecuencia cardiaca) para que en base a tu peso, estatura y edad puedas medir los latidos de tu corazón. Este aparato digital te va a indicar, incluso a veces con colores, la frecuencia cardiaca en donde tu actividad será más eficiente, latidos debajo del mínimo no son eficientes, pero tampoco latidos arriba de tu máximo permitido. Y te recuerdo: EL SUDOR ES AGUA, no creas que por sudar mucho estás quemando grasa y mejorando tu condición física.
Por último, sé paciente, aplica la regla: Gradualidad – adaptabilidad – mantenimiento. Disfruta el proceso y conecta con todas tus sensaciones corporales para que aprendas a escuchar a tu cuerpo y sepas qué necesita y qué podría estarlo dañando.
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