El maestro y artista plástico, originario de San Juan Cosalá, compartió su gran pasión por la pintura y su evolución en la disciplina
Isidro ‘Xilotl’ Xilozochitl Camarena a sus 55 años de edad. Foto: Facebook.
Alma Serrano.- En su infancia Isidro Xilonzochitl Camarena se dedicaba, después de la escuela, a labores del campo con sus hermanos y abuelo Francisco; sembrar, regar, preparar la tierra, cortar, cosechar… actividad que no le gustaba y que realizaba por imposición y sentencias de su abuelo, con quien vivió algunos años por distintas circunstancias.
Ya para los 12 años, al verse confrontado entre dedicarse al campo y ayudar a una maestra de una escuela a hacer dibujos, tomó la segunda opción; pensando en la tranquilidad que le traería no ser regañado por su abuelo y ahorrarse los jalones de orejas.
El primer contacto que tuvo con el arte fue un dibujo para la maestra de la escuela, en donde en calidad de observador, quería que lo pusieran a hacer algo y no tener que dedicarse a las faenas agrícolas. Fue copiando una greca de un libro donde todo comenzó.
Los siguientes días empezó a convertirse en un dolor de cabeza para su mamá, María de Jesús Camarena, pues no dejaba de pintar sobre las mesas, paredes, camisas, batas de su madre, usando esmaltes y vinílicos que quedaban de los trabajos de los albañiles. Hacía dibujos de “muñecos” con todo lo que se encontraba, que pudiera pintar.
A pesar de que Xilotl, nombre artístico que adoptó, había sido un niño tranquilo, tímido, callado y asustadizo, fue su gusto por la pintura que comenzó a enfocarse fuera de sí, pintando, dibujando y pintando, por lo que su mamá comenzó a resaltarlo con las demás personas por su comportamiento, ya que en San Juan Cosalá no se habían conocido más pintores y era un pueblo pequeño.
Fue entonces en ese mismo año, 1978, que entró a su primera clase de pintura con Rosana Sapiens, quien además era maestra, poniéndole como condición a la mamá de Isidro que sólo iba cobrarle honorarios si no había resultados relucientes y compromiso. Xilotl permaneció cinco años sin faltar ningún día y sin pagar un sólo peso, pues tenía mucho talento e interés que era imposible no darse cuenta.
Pasados los cinco años, en 1983, entró a una universidad en la carrera técnica en Artes Plásticas, la cual dejó trunca al darse cuenta de que un título no era determinante para su talento y mucho menos la pasión por las artes. Sobre todo, fue cuando él consideró haber aprendido métodos, valores y principios bases con la maestra Sapiens. A pesar de haber aprendido mucho durante su etapa universitaria, no era importante para él culminar.
“Tuve un compañero que tenía todos sus diplomas pegados en las paredes de su baño, porque decía que ahí el papel nunca haría falta, y era un buen lugar para estar, pues es solo papel”, comentó.
Xilotl consideró la universidad la etapa más aburrida de su vida y donde gastó más dinero, convenientemente usó sus conocimientos previos, para realizar obras a sus compañeros que tenían por tarea y de esa forma pudo mantenerse.
“La mayoría de los trabajos que hicimos en pintura de acuerdo a las técnicas y valores, yo ya los había hecho muchas veces, y entonces me dedicaba a pintar a mis compañeros mientras hacían lo que el profesor hacía, incluso muchos profesores temían que alguien tan bueno sería una buena competencia”, afirmó.
Al realizar dos años de estudios en la universidad, Xilotl tuvo en un sólo día como primera venta más de 17 obras que hizo en los dos años de curso, y se ha dedicado de lleno desde los casi 20 años a la pintura.
A sus 56 años invicto, en 2022, ha vendido infinidad de obras, siendo la de mayor formato una de tres metros x 1.40 y aproximadamente ha tenido más de 80 exposiciones colectivas e individuales en lugares como Argentina, Colombia, Chile, Estados Unidos, Italia, Cuba, Canadá; y dentro de la República Mexicana en Tabasco, Estado de México, Zacatecas, Colima y, por supuesto, Jalisco, varios puntos de la Ribera de Chapala.
El camino para convertirse en quien es ahora no fue fácil, implica una fidelidad a uno mismo, junto con el compromiso de romper tus propios límites y sobre todo esas cadenas que al tomarlas puedes sentirte seguro, pero siempre te llevan hacia atrás.
“Nunca me imaginé que algún día estaría aquí, solo seguí y seguí…”
Hoy por hoy, Isidro tiene un grupo de niños a los cuales apoya académica y moralmente, en donde ellos los considera una familia.
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