San Cayetano de Thiene, el santo al que sus fieles le hacen apuestas
La imagen de San Cayetano pintada en una lámina de metal perteneció a Doña Aurora Olmedo. Ahora se encuentra en una pequeña capilla en el barrio de la Calabaza en Jocotepec. Foto: María Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina
¡Te apuesto una caja de veladoras a que no encuentro mis yuntas!
Así se llegaron a dirigir algunos campesinos a la imagen de San Cayetano que está colocada en una pequeña capilla, por el barrio de La calabaza, en Jocotepec. Eso me lo contó don Chico, Francisco Ornelas Ramos, que por once años estuvo a cargo de la imagen que perteneció a Aurora Olmedo Núñez y cuyo origen se desconoce. Dicen los vecinos que tiene al menos un siglo de existencia. La efigie del santo está pintada sobre una lámina de unos cincuenta por treinta centímetros. Muestra al santo con una cruz de fondo y en una expresión apacible, de rostro afilado, que mira a un lado, mientras sostiene las manos entrelazadas sobre su pecho. Prevalece el tono ocre de su vestimenta, sobre la que descansa un collar de cuentas que pareciera un rosario. La imagen está resguardada por una urna de madera y una estructura de herrería asegurada con un par de candados. Porque a los vecinos no solo los protege San Cayetano, sino ellos a la imagen que celosamente vigilan.
La historia de San Cayetano se remonta a Vicenza y Nápoles en Italia, entre el año de 1480 y 1547. Dice una mujer del barrio de La Calabaza que San Cayetano es muy milagroso y que nadie se va sin que le sea cumplida su petición o su apuesta. Porque además a este Santo no se le pide; se le reta apostándole una misa, un ramo de flores, unas veladoras o actos piadosos de servicio al prójimo. Pues Cayetano de Thiene a pesar de haber sido hijo de un conde y provenir de una familia de opulencia, eligió el camino del servicio y amor a los desprotegidos.
Por eso también sus fieles devotos le llaman, el Padre de la providencia.
Los vecinos del barrio no saben por qué comenzaron a pedirle favores de esa manera, tampoco saben de dónde vino esa pintura. Doña Aurora la tenía en su casa, en medio de un nicho. Con el tiempo y tras la muerte de las originales dueñas, que según los vecinos ocurrió hace unos treinta años, la imagen fue trasladada a un cuarto que daba a la calle y abiertas sus puertas para que los vecinos pudieran ir a orar y venerarlo como fue la última voluntad de las propietarias. Una vez ausentes, los vecinos se fueron haciendo cargo de cuidarlo, de abrir y cerrar la pequeña capilla, limpiar el espacio y los floreros. Y además celebrarlo cada 7 de agosto.
La devoción a San Cayetano se ha extendido a otras delegaciones y municipios. Cada día, el pequeño altar en la habitación de unos cuatro por cinco metros, se ve visitado por hombres y mujeres que le llevan ofrendas en gratitud o súplicas convertidas en apuestas.
Hilda Valentín Bobadilla es la actual cuidadora; desde hace un año tomó el cargo con un poco de temor por la gran responsabilidad que representa, sobre todo para organizarle su fiesta. Ahora se siente muy feliz, recuerda que no tenía idea de cómo saldría del compromiso; al final, San Cayetano tuvo misa con mariachi, en las mañanitas se repartieron 300 panes y de forma inesperada llegaron a su domicilio cuatro gruesas de cohetes, que significan 576 estallidos. Hubo tantos, que el Ayuntamiento tuvo que ir a cuestionar porque los estruendos no tenían fin. De niña, Hilda visitaba la casa de Doña Aurora y Toribia, ahí tomó catecismo; también recuerda que unas maestras daban clases y enseñaban a leer a los niños en ese lugar. Era una casa grande con muchas plantas, había una troje porque vendían también leche de vaca. Dice que cuando la gente pasaba a ver al Santo, Doña Aurora luego los invitaba a rezar el rosario especial para San Cayetano.
Humilde San Cayetano, glorioso por excelencia,
una limosna te pido por Jesús.
Providencia. Providencia. Providencia.
Humilde San Cayetano, glorioso por excelencia,
La divina providencia se extiende a cada momento
Para que nunca nos falte casa, vestido y sustento
Y de tu pródiga mano y por tu santa intercesión
Espero hoy me venga por Jesús.
Providencia. Providencia. Providencia.
Luego que una mujer me habló de San Cayetano, muchas voces me decían: ¡es bien milagroso!, es vacilador, dijo una mujer, otra dijo que es bien chistoso porque quiere que le apuestes.
Dicen que un hombre vendedor de productos de plástico no lograba mejorar las ventas y luego de pedirle a San Cayetano providencia, consiguió muchos clientes. “Algunos que están en el norte de ilegales le piden para que no los echen pa fuera”, me dijo un hombre.
Otro que tenía una enfermedad congénita le suplicó por su salud y fue escuchado.
Ahora, este pequeño lugar en cuyo interior caben cuatro bancas, es testigo de las oraciones y de las abatidas voces que imploran providencia. Providencia. Providencia.
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