Muchos de sus vecinos que no cuentan con transporte propio, se han acostumbrado a subir caminando entre el flujo del agua con lodo cuando llueve
Privada Juan Pablo II, cuando baja el agua los automóviles no pueden subir.
Jazmín Stengel.- El desinterés de los servidores públicos de cada administración y hasta de los vecinos de la zona conocida como Barrio de San Juditas, en la cabecera municipal de Chapala, tiene las calles en el olvido.
Y es que, ni para colocar empedrado ( pues las calles son de tierra) los vecinos se han puesto de acuerdo, según plática, Omar Jiménez, propietario de una tienda en el barrio ubicado en una Loma de la cabecera municipal de Chapala.
El joven intentó en varias ocasiones unir a los vecinos para arreglar la privada Juan Pablo II que los lleva de la calle Zaragoza hasta su casa. Sin embargo, el desinterés de la gente le convenció de descartar la idea. “Aquí no hay a quien ayudar y nadie te ayuda”, expresó Omar, al describir la falta de unidad que tienen los vecinos de San Judas.
El entrevistado, cuenta que fue su papá, quien construyó la calle afuera de su casa, esto a falta del apoyo por parte del gobierno municipal de aquellos tiempos.
Para Jiménez muchos de sus vecinos que no cuentan con transporte propio, se han acostumbrado a subir caminando entre el flujo del agua con lodo cuando llueve, pues no se han unido para poner fin a la molestia que los aqueja. Por su parte, la gente con un poder adquisitivo mayor prefiere esperar a que el agua pase para ingresar con sus camionetas hasta la entrada de sus casas, señala.
Además, los camiones de los proveedores que surten las pocas tiendas de abarrotes que se encuentran en el área se han quedado atascados en el lodo en más de una ocasión.
Esta situación ha obligado a los repartidores a dejar de lado las tiendas de San Juditas para terminar su ruta a tiempo. Es decir, si llueve y las calles se vuelven un río de lodo, los repartidores no suben, por lo que los productos no se tienen durante todo el día, explicó Jiménez.
Para finalizar, durante el recorrido de Laguna, las zonas de lodo en Zaragoza, así como las piedras y grava suelta sobre las calles perpendiculares a la misma, son evidentes.
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