¡Ya es suficiente!
Vista hacia el Lago de Chapala. Foto: Archivo.
Por Daniel Jiménez Carranza
Sin duda, una de las tareas pendientes de la actual administración y las que le han precedido durante décadas, es el de la seguridad, pues a pesar de todas las promesas, cambios, instrumentaciones, modificaciones policiacas, programas sociales instaurados, etc., para combatir los actos delictivos, continuamos con el flagelo de la inseguridad en todos los rincones del país; uno de los argumentos relevantes que se han criticado en contra del surgimiento y generalización de la escalada criminal, ha sido la asunción del ejército en las tareas de seguridad, que inició FeCal en su sexenio, propiciando un estéril enfrentamiento armado entre las fuerzas del orden y grupos delincuenciales; en el actual sexenio, se asumió que esta política era un yerro fundamental, pues la política de seguridad no podía atacarse mediante la lucha armada, situación que actualmente se ve replicada por el actual gobierno.
En qué forma piensa el actual gobierno hacer frente a esta problemática planteada, y ya identificada en sus orígenes como un vacío entre la población juvenil carente de alternativas y oportunidades de futuro frente a la tentación planteada por los grupos criminales de obtener recursos ilusorios para acceder a una vida de abundancia y estériles lujos al enrolarse en estos grupos, de lograr poder a través del imperio de las armas y la impunidad, frente a una fuerza pública completamente desarticulada que no logra establecer claramente una coordinación nacional operativa y de inteligencia, con la participación instrumentada entre todas las instituciones gubernamentales, tanto policíacas, administrativas, de organización, fiscales y financieras, en donde se erradique la pretensión política de sus responsables de buscar su protagonismo, y se anteponga el beneficio del país, a través de la estrecha colaboración institucional, con el propósito de llegar a resultados positivos concretos.
Es importante que el Estado se replantee su papel como instrumento de equilibrio y bienestar a la población, garante de paz que promueva el desarrollo social, económico evitando la exposición de la ciudadanía de verse inmersa en un enrarecido ambiente policíaco-militar, de proliferación de bandas y grupos que aterroricen e impongan su imperio en medio de un clima bélico, que no contribuirá en lo absoluto al desarrollo del país.
Es tiempo de crear alternativas válidas en las que se combine la participación coordinada de todas las instituciones del Estado, y la población civil para atacar y erradicar en forma coherente este flagelo que incendia al país desde hace décadas, y permita alcanzar una convivencia en paz, libre de armas y de generalizado terror.
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