Manuel Santacruz dejó una huella entre sus amistades y su familia
Manuel Santacruz Macías, 14 de agosto de 1953- 24 de diciembre de 2022, junto a su caballo, Rosillo. Foto: Cortesía.
Sofía Medeles.- “Soy único, nunca van a encontrar a nadie como yo”, solía decir entre risas Manuel Santacruz Macías, alias “Chiripa”, un charro de Ajijic, que dejó huella entre sus amistades, la charrería y la música de su querido pueblo.
Nacido en Ajijic el 14 de agosto de 1953, hijo de Jesús Santacruz y Angelina Macías, fue el tercero de siete hermanos. Desde pequeño, lo describen como un joven muy alegre y noble, que siempre vio por sus padres y sus hermanos, además, de que siempre valoró mucho la amistad.
Según cuenta su familia, desde muy temprana edad se le vio la pasión por la charrería, cargando siempre con sus sogas para hacer floreo. No fue hasta sus 16 años que empezó a montar caballos y toros. Aunque en su tiempo, él no tuvo caballos, buscó ser cercano a ellos, trabajando con extranjeros que tuvieran, y hacía labores cuidándolos.
Chiripa, como era conocido, durante un desfile, portando el estandarte de la Asociación de Charros de Ajijic. Foto: Cortesía.
Los charros de aquellos entonces lo invitaron a una asociación, llamada “La Alborada”. Cuando esta asociación terminó, él junto a otros charros de Ajijic, se reunieron para construir con sus propias manos lo que hoy se conoce como Lienzo Charro de Ajijic. Tiempo después, se fundó la Asociación de Charros de Ajijic, de la que él formó parte. “Era buen jinete, era un charro completo, hacía todas las suertes, paso de la muerte, montas, y de todo”.
No solo era la charrería su pasión, sino que también disfrutaba de la música, tanto tocar instrumentos, como cantar. Conoció con su esposa Juana Mariscal Romero, en el año 1975 mientras él era vocalista de un grupo llamado “Tropilocos”. Un año después, en 1976, se casaron.
De este matrimonio, nacieron 5 hijos: Osvaldo, José Manuel, María Estela, Filiberto y David. Sus hijos coinciden en que fue un papá muy cariñoso, que los educó en base a los valores que les inculcó, que fueron respeto, apoyo y unidad, además, les inculcó la charrería, y los apoyó en la música, consiguiéndole a sus hijos el equipo de sonido para que pudiesen formar y prosperar con sus agrupaciones.
Desde 1981, empezó a ir a los Estados Unidos de América, para proveer a su familia, aunque siempre volvía para las fiestas del pueblo, Navidad, Año Nuevo, y solía irse después del carnaval. Aunque estaba en otro país, sus hijos y hermanos recuerdan que siempre mantuvo una cercanía con ellos, principalmente, vía telefónica, y a pesar que no llamaba muy a menudo porque en aquellos tiempos eran escasos los teléfonos en Ajijic, siempre estuvo al pendiente de su familia.
“Nuestros mejores recuerdos eran en Navidad. Todos en casa esperábamos con ansias esas fechas, porque era donde él venía y pasaba tiempo con nosotros. Siempre lo disfrutamos mucho”, compartieron sus hijos.
Fue aproximadamente entre el 2017 y el 2018 cuando volvió a Ajijic para quedarse. Ese mismo año volvió a ser participante activo de la Asociación de Charros, y compró a su caballo Rosillo, quienes sus hijos aseguran que fue el caballo al que más cariño le tuvo, y consideró como un amigo más.
“Rosillo lo compró ya grande. Había sido campeón de muchas carreras, y ya estaba retirado. Estuvo enfermo, y muchas personas le decían ‘déjalo ya, no se va a aliviar’, pero él le siguió insistiendo y logró que se curara. Se dio tiempo de estar con él y disfrutar juntos, era como su amigo”, añadieron.
Él perteneció a la última mesa directiva de la Asociación de Charros, donde fue nombrado vicepresidente este 2022. “Como vicepresidente, estaba muy contento. Andaba buscando por todos lados, queriendo organizar torneos y eventos”.
Juan Ramón Flores, el actual presidente, comentó que Chiripa, al decirle que sí quería formar parte de su planilla, le agradeció por tomarlo en cuenta, ya que a él le encantaba lo que denominó como “el deporte mexicano por excelencia”, además fue contagiado por el entusiasmo de su proyecto, el cual era, seguir fomentando la charrería. “Fue un gran jinete”, comentó.
Por su parte, Erika Navarro, la entrenadora de la escaramuza pedagógica Potranquitas, recordó el gran cariño que le tuvo, ya que fue su padrino de sombrero cuando se integró a la escaramuza. “Siempre nos brindó su apoyo en este deporte, en años anteriores, y en salidas recientes con las potranquitas, como patrocinador, y como padrino de sombreros de una de las niñas. Siempre portó su vestimenta charra con mucho orgullo y con mucha honra”.
Muchas de las anécdotas que recuerdan que contó, tienen que ver con amistad, por ejemplo, una ocasión en la que cruzó nadando hacia los Estados Unidos, y uno de sus compañeros lo arrastró la corriente. El regresó a auxiliarlo, y se perdió el único recuerdo que llevaba consigo de su familia, que era un videocasete del bautizo de uno de sus hijos. Su moraleja fue “siempre hay que ver por un amigo”.
Sobre su fallecimiento, registrado el 24 de diciembre del 2022, sus familiares señalaron que fue un accidente. Él se encontraba en un recibimiento (fiesta de bienvenida que realizan los charros) en El Molino, Jocotepec, el pasado lunes 19 de diciembre. Él se quedó más tiempo que los amigos con los que iba, y después de que ellos regresaron a Ajijic, ya no supieron nada de él, hasta que días después lo encontraron en una presa de la localidad de El Molino, donde se realizó el Recibimiento.
“Siempre estará en nuestros corazones, y nunca lo olvidaremos. Él decía, no va a haber más nadie como yo, y sus acciones siempre nos lo confirmaron. Agradecemos las lecciones de vida que nos enseñó, y los valores que nos dio, los cuales siempre tendremos en cuenta. Nunca hay que dejar solo a un amigo, y siempre hay que cuidarnos entre todos”, comentaron sus hijos y su familia.
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