El soldado del señor se renueva
La imagen de San Cristóbal, antes de la restauración. Foto: María del Refugio Reynozo. Foto: Ramiro Vera.
Por María del Refugio Reynozo Medina.
La escultura del mártir San Cristóbal, que custodia la parroquia de San Cristóbal Zapotitlán, fue tallada al menos hace 120 años, según el restaurador de arte sacro, Ramiro Vera Gómez. El santo de Canaán, venerado en la población del municipio de Jocotepec, está labrado en madera y teñido en su mayoría por pintura al óleo.
El manto que lleva puesto está adaptado con una técnica de “encostalado”, que es la colocación de manta o costal de ixtle forrado con una pasta. Las decoraciones del manto están hechas de polvo de oro. Lleva incrustados en los ojos bombilla de vidrio, uno de ellos está estrellado y así se conserva original para no tener que introducir un material distinto. La imagen pesa 50 kilos y mide 1.70 de altura.
Ramiro es originario de Tizapán, en el municipio de Zacualtipán de Ángeles, en el Estado de Hidalgo. Desde hace treinta años, él junto con sus cuatro hermanos, se ha dedicado no solo a la restauración de esculturas religiosas, sino, a la elaboración de campanas, copones, custodias y sagrarios. En la elaboración de las campanas utilizan cobre, estaño y bronce. Muchas de las campanas que suenan en los pueblos de este país, han salido de ese pueblo perteneciente al Estado de Hidalgo.
Para el proyecto de restauración de la imagen del patrono, Ramiro comenzó por identificar la técnica con la que está teñida la figura, así como confirmar que su interior es de madera. Se preparó entonces una pasta especial para dicho material con blanco de España y cola de conejo. Este tipo de esculturas contienen uno de los materiales que implican mayor cuidado, ya que la madera sufre cambios con el paso de los años y ello puede provocar que la pintura se llegue a craquelar.
En el proyecto se utilizaron óleos con pincel, aceite de linaza y aguarrás para igualar los tonos, detalle por detalle, a mano, porque así fueron pintados originalmente. En algunas pinturas actuales se utilizan aerógrafos y compresoras. Para lograr igualar el tono de la piel se debe hacer con sumo cuidado, sobre todo en el rostro que debe conservar el tono original, para que la piel se vea apiñonada, como es el caso de esta imagen.
Al “soldado del Señor” se le pusieron dos dedos que le faltaban: uno sí era el original que se conservaba y otro lo reconstruyeron con otro material. Para los detalles del manto, se utilizó hoja de oro de 23 quilates y medio, en un proceso que comprendió varias pasadas de una fina capa de pasta, ahí se fijaron las láminas doradas, para luego bruñirlas en seguida con un cuarzo y asegurar su buen estado hasta por cien años.
La renovación de la imagen quedó culminada en la segunda semana de marzo. Fueron dos personas las que trabajaron por una semana, en jornadas que comenzaban muchas veces desde las siete de la mañana y en algunos días terminaban a la una o dos de la madrugada.
La restauración de San Cristóbal tuvo un costo de 60 mil pesos. Esta escultura es para Ramiro Vera, una de las más finas con las que se ha encontrado, porque es de madera y la capa de pintura que la cubre es tan delgada como un cabello. El niño que lleva al hombro y que se puede desmontar, corresponde también a la misma época.
Ahora, la imagen que resguarda al pueblo de antiguos pescadores y músicos, luce renovada en la espera de su próxima fiesta, el 30 de julio, cuando le canten los coros de los fieles hasta las lágrimas.
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