Virtudes que olvidamos
Pilar Trejo es psicóloga y terapeuta. Foto: Cortesía.
Hoy todo es brillo, sonidos, experiencias externas y sonidos que excitan la imaginación y los sentidos en esta hiperestimulada vida moderna. A través del bullicio y los movimientos cotidianos de las grandes urbes. Estas actividades imparables reclaman nuestra atención y nos distraen del contacto profundo con los demás, con nosotros mismos y con nuestro interior, que a veces también se encuentra inmerso en un incesante diálogo propio que parece nunca terminar.
La virtud se describe cómo una capacidad que produce un efecto positivo, y algunas de sus descripciones similares son: poder, fuerza, eficacia, potencia y ventaja. Se le atribuye muchas veces a los remedios caseros que ayudan a restablecer la salud de las personas, y según algunos filósofos es la excelencia moral de una persona, pero también puede aparecer junto a palabras como verdad, justicia y belleza. En las tradiciones asiáticas se describe cómo mérito, y en el budismo cómo un estado divino, importante para lograr la plenitud en la vida. Es, cómo se puede leer, una palabra de gran importancia, ya que es en el silencio en donde podemos descubrir nuestras virtudes.
Algunos momentos en donde practicamos el silencio sin darnos cuenta son, por ejemplo, cuando somos testigos de un accidente y nos acercamos a ayudar sin que nadie nos lo pida, y sin haber pensado antes en obtener una recompensa por ello. También cuando una persona nos está contando algo muy íntimo y muy personal y de forma espontánea cerramos la boca y escuchamos con atención. Podría pensarse que con estar callados estamos practicando el silencio, pero eso no es totalmente cierto, ya que nuestra mente puede estar teniendo cientos de pensamientos al mismo tiempo y además de forma caótica, sin ton ni son. Así que, entonces, ¿qué es el silencio?:
El silencio es un hábito de interiorización, a través del cual podemos recogernos en nosotros mismos para ser dueños de nuestro cuerpo, de nuestras sensaciones, emociones y pensamientos. El silencio nos permite invitar a nuestro hogar solamente aquellas realidades que nosotros queremos y necesitamos. El silencio es darnos permiso de respirar de forma suave y profunda con tranquilidad.
El silencio puede ayudarnos a cultivar una actitud de escucha, pero no de escucha del otro (que también es válido) sino escuchar lo que nuestro cuerpo nos dice y lo que la mente hace con lo que el cuerpo manifiesta. También nos permite entender con claridad los mensajes de nuestro diálogo interno pero de forma organizada para distinguir nuestras emociones y actitudes. Aplicado hacia la escucha, el silencio nos permite tener presencia plena en lo que nuestro interlocutor está diciendo, sin juicio ni calificación. El silencio es una puerta que nos lleva a gozar de paz y serenidad, nada mejor para nuestro bienestar emocional.
Extracto de un Poema del libro Así hablaba Quetzalcóatl:
… Sepan que aquel que busca el silencio interior debe encontrarlo en medio de los ruidos y de las voces y de los gritos, y tomándolo debe asentarlo en su corazón, y al escucharlo ya no oirá hacia afuera sino hacia adentro. Y en verdad les digo, que ni cien tormentas, ni la explosión de mil volcanes podrían nunca separarlo de él.
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