Salud y bienestar
Leticia Trejo. Foto: Cortesía.
Por: Leticia Trejo. – Queridos no los voy a aburrir con tantas neurociencias ya que el término explotó por todos lados, ahora hay: neuro-ventas, neuro-psicología, neurociencia cultural, neurociencia celular, molecular, del comportamiento, afectiva y hasta computacional. Pero lo que realmente ha volado mi cabeza es la relación de las neurociencias con el estudio de la mente que hacen las culturas Indo – tibetanas desde hace más de tres mil años A.C. (aproximadamente)
Descripciones más profundas sobre la relación de la mente con la inteligencia y el cuerpo provienen de la filosofía de la mente ya que es la rama que estudia, las percepciones, las sensaciones, las emociones, las fantasías, los sueños, los pensamientos y las creencias.
Siendo entonces, un campo tan extenso y complejo nos quedan algunas preguntas: ¿cómo puedo influir de forma activa y consciente en mi salud mental? ¿cómo puedo lograr que mi sistema nervioso funcione de forma eficiente a mi favor? ¿cómo puedo preservar el buen funcionamiento de mi cerebro y mi construcción mental? Estas preguntas son muy relevantes sobre todo porque durante la pandemia y en estos años posteriores se han elevado las manifestaciones de enfermedades mentales como ansiedad, depresión, ataques de pánico, tristeza crónica, pensamientos suicidas, fallas en la memoria, irritabilidad excesiva y otros trastornos en todas partes del mundo. No conforme con esto los científicos han proporcionado evidencias de que cuando una persona no regula bien las funciones del cerebro es más propensa a padecer otras enfermedades y en sus investigaciones han demostrado que algunas estructuras del sistema nervioso se achican, se encogen y dejan de comunicarse unas con otras.
En las filosofías Indo – tibetanas los tratamientos para aliviar enfermedades empiezan con la regulación de la actividad mental y el estudio de esta. Se considera que debemos generar un equilibrio entre el sistema nervioso simpático, que es el modo de supervivencia con el que actuamos la mayor parte del día, y el sistema nervioso parasimpático que es con el que nos relajamos y disfrutamos de las cosas sencillas de la vida. Estas filosofías ya establecían prácticas como la auto observación, la auto conciencia, la meditación y la respiración para recorrer los intrincados caminos de la mente.
Soy fiel testigo de que una de las herramientas que se exploraban desde tiempos ancestrales para la regulación de la mente es la respiración. Y no es tan sencillo como pedirte que inhales y exhales conscientemente (aunque es un muy buen primer paso), por eso las neurociencias están realizando tantos estudios referentes a cómo la respiración auto regulada ayuda a las personas a sentarse a meditar y disminuir la inquietud y agitación que les son naturales a la mente y de esta forma evitar el deterioro cognitivo y de algunas estructuras cerebrales.
Quizás podríamos hablar de neurociencias ancestrales y el legado que nos han dejado a través de disciplinas prácticas que integran a la mente, al cuerpo y al espíritu. Pero si estamos hablando de la respiración sería muy bueno que empezáramos a adentrarnos al estudio de Pranayama del Yoga en donde hay sistemas y procesos completamente refinados para lograr la maestría sobre la regulación de la respiración y afectar a nuestro sistema nervioso de forma positiva, después de todo, si a ti te gusta vivir en este mundo y has disfrutado sus bondades seguramente querrás hacerlo con una mente clara y atenta.
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