Ajijic y San Antonio; la triste historia de sus arroyos Por José Antonio Flores Plascencia
Cada temporada de lluvias en Ajijic y San Antonio nos recuerda que a lo largo de nuestra historia hemos venido haciendo mal las cosas en materia de respetar los cauces de los arroyos, es más los convertimos en calles en cuanto empieza la mancha urbana, los vamos ahorcando hasta dejarlo como un vestigio o los fraccionamientos los cercan, convirtiéndolo en propiedad de ellos.
En San Antonio Tlayacapan sucede que los desviaron y ese espacio del arroyo se lo apropió la Coca Cola y demás desarrolladores hacía el sur, pero eso sucede con el arroyo que está un lado de Tobolandia desde la carretera hasta el lago, pero con el arroyo del Tío Domingo, en Ajijic, pasa lo mismo desde el pie del cerro hasta la laguna.
De hecho hay una construcción en la calle Ocampo que desvía su curso y hace que la calle sea impasable en dicha temporada de lluvias. Otro ejemplo más es el arroyo de la Puerta Nueva casi desde la carretera hasta la laguna, no puedes caminar porque los particulares simplemente cercaron.
No se diga el arroyo Vicente que se encuentra entre los límites de Ajijic y San Juan Cosalá, nos damos cuenta de su existencia cada año porque arrastra arena y piedras producto de su ahorcamiento y desviación del cauce, esto último es el común denominador en los arroyos que cruzan Ajijic, los más representativos son los arroyos de: El Tepalo y Las Tinajas, que después del fraccionamiento La Floresta se pierden entre las calles, la belleza de las cascadas se queda atrás al cruce de la carretera dejando a su paso piedras, baches y arena.
Una de las causas de ese problema que se ha venido incrementando año por año es la ausencia de las autoridades correspondientes como son la federal por el asunto de los arroyos, pero la autoridad municipal tiene parte de culpa porque dan los permisos para construcción, un ejemplo de ellos es el muro que construyeron en el arroyo de La Canacinta casi a su cruce con la carretera, al poniente de Ajijic.
Los pocos espacios que quedan del pie del cerro a la laguna deberían ser parques lineales o senderos, eso terminaría con la apropiación de particulares y frenar de una vez por todas los permisos ilegales. Digo Senderos porque el otro día caminé cerca de la desembocadura del río Sacramento y pude apreciar la flora y fauna de la región, además los aspectos paisajísticos con los que cuenta la región o podrían ser también espacios para promover la cultura sobre el medio ambiente.
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