Por el Dr. Roberto Arroyo Olivarez
E-mail: drrobertoarroyo@hotmail.com
“En esta época de mucha turbulencia política, económica y social a nivel mundial, el desarrollo humano debería ser una preocupación primordial, que trascienda las ideologías y los intereses inmediatos; es ahora un reto, tanto moral como político, demostrar el interés por la estabilidad y la prosperidad de la persona humana”.
Kofi Annan
En días pasados apareció una nota en los diarios de circulación nacional que llamó mi atención, acerca de las diferencias tan grandes que existen dentro de nuestro país sobre los índices de desarrollo humano, en donde colocan a Jalisco a 34 años de alcanzar los parámetros de desarrollo que ostenta el Distrito Federal, entendiendo que este indicador se basa principalmente en tres aspectos: una vida más larga, saludable y con una vejez digna; una educación que rebase los ocho años de promedio de nuestro estado, y un nivel de vida digno, que alcance para satisfacer las necesidades básicas del bienestar humano, familiar y social.=
Hace algunas décadas un gran paquistaní, Mahbub ul Haq fundó una de las teorías de desarrollo humano más trascendentes, conminando a los asistentes a una conferencia internacional en la que se encontraban los más connotados economistas y líderes sociales del mundo, a que construyeran modelos de desarrollo viables para la gente, y que dejaran de utilizar a la gente para inventar programas para justificar su ineficiencia gubernamental y condenándolos a vivir eternamente de las pequeñas dádivas de los programas populistas.
Sus argumentos parten de la crítica que hacía de las visiones sobre el desarrollo centradas en programas sociales y en la miopía para encontrar acciones que verdaderamente ayuden a la población a encontrar mejores satisfactores a sus necesidades básicas y de subsistencia, sin tomar en cuenta que el valor más grande que tienen las naciones es su capital humano, haciendo que los gobiernos consideren a las personas como medios para llegar a un fin, que en muchas ocasiones es con intereses políticos y de poder. Es importante rediseñar estrategias para considerar el desarrollo humano como el pilar fundamental de generación de felicidad humana, dejando de considerarlo como un recurso para obtener resultados electoreros o de gobierno.
Hablar de desarrollo humano es ampliar las opciones de las personas y de las familias para vivir una vida más digna: un mejor y mayor ingreso económico, con remuneraciones que le alcancen a los padres de familia para ofrecer a sus hijos más acceso a los conocimientos y a la educación; mejores programas de nutrición; más y mejores servicios de salud; mayor seguridad contra la violencia y el crimen; más libertades políticas y económicas; más ofertas de diversión y de cultura, pero sobre todo, un conocimiento más amplio sobre el valor de la dignidad humana, en fin: crear un ambiente propicio para que la gente pueda gozar una vida larga, saludable y creativa.
Es muy importante aclarar sobre lo que significa bienestar, contra bien-estar: la palabra bienestar está asociada, en la mayoría de los casos, a la asistencia social, o sea, a políticas que pretenden “reducir” la desigualdad social a través de regalar, obsequiar, programar u ofrecer servicios que solamente paliarán en un poco la economía familiar, lo cual contrasta con las tesis Aristotélicas sobre el bien-estar, la cual se traduce como felicidad. Los seres humanos tenemos muchas cosas por qué sentirnos felices, pero también para sentir dolor, placer, para razonar, imaginar, crear vínculos sociales y tener una identidad propia. Es el bien o lo bueno, y estar o esencia del ser. Es estar bien y bueno, en el mejor sentido de la existencia humana.
Quienes hemos vivido, estado o visitado la ciudad de México, sabemos que el nivel de vida de los capitalinos dista mucho del resto del país, aún con sus costumbres y lo criticable que puedan tener: empleos más remunerados, medios de transporte, ropa, comida, diversiones, teatros, cines, centros de diversión y de entretenimiento como en las grandes metrópolis del mundo.
Todo esto nos deja en gran desventaja y nos convierte en ciudadanos de primera y de segunda (o peor, tal vez), lo que hace que, aunque Jalisco se encuentre dentro de los diez estados con mejores índices de crecimiento y de desarrollo, todavía hay mucho por hacer, es decir, tienen que pasar todavía otros 34 años para que podamos vivir en mejores condiciones, aunque para nuestro regocijo, estados como Tamaulipas, Baja California, Sinaloa, Nayarit y Chihuahua, tienen todavía un rezago, con respecto a la ciudad de México, de más de cien años.
Por lo tanto, nuestro gran reto como país en mejorar las condiciones de vida de nuestros habitantes, considerando el desarrollo humano como una prioridad. Ese es el gran reto.
Los comentarios están cerrados.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala