Gracias presidente Trump
Corría el año de 2017 cuando Donald Trump inició su primer mandato como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. El ambiente anímico entre mexicanos y residentes extranjeros en la ribera de Chapala se notaba bastante bajo. Aunque hay que decirlo, tampoco faltaban los americanos que desde México celebraban el cierre de las fronteras de ese país a sus propios vecinos en Ajijic o San Antonio, pero eran una franca minoría.
Ese desánimo se fue transformando poco a poco en comunidad. Pronto, la cantidad de migrantes de temporal aumentó, al igual que los residentes permanentes. Resulta difícil obtener datos precisos desde la autoridad migratoria mexicana, sobre todo cuando se trata de turistas cuya permanencia legal es hasta por 6 meses, ya que no hay forma de rastrearles una vez que ingresan al país, pero tengo en la memoria esos cuatro años de fervor y efervescencia norteamericana en el pueblo.
Ajijic y alrededores son un receptáculo de gente de todo el mundo. Se sabe, desde por lo menos el siglo XIX, hay sólidos registros de los llamados “beatniks”, especie de pre-hippies que desde la primera mitad del siglo pasado comenzaron a darle esa proyección de destino cosmopolita. Pero la migración del norte durante el primer gobierno del trumpismo fue más que notable. Muchos recordarán por ejemplo, un pequeño local en el centro del pueblo, a solo media cuadra de la parroquia, destinado a vender productos con leyendas alusivas a Trump, cargadas de palabras altisonantes. Gorras y camisetas eran sus productos más vendidos.
Durante este 2025, terminó ya la temporada alta en la ribera y de hecho ya empezó la época de calor. Ya pasaron las semanas santa y de pascua, además de los puentes de inicios de mayo y yo sigo viendo muchos “pájaros de invierno” o “snowbirds”, que es como les gusta llamarse en su idioma. No creo que ese tipo de “pájaros” hayan extraviado su brújula debido al cambio climático, sino que, al ser Ajijic destino (refugio) de norteamericanos, hoy rebosa de críticos al gobierno republicano. Pareciera que muchos ya no quieren regresar.
Ajijic no vive propiamente de productos que se midan en aranceles, sino de turismo y remesas. Mientras el presidente de EEUU pone en crisis a casi todo el mundo con sus medidas proteccionistas, la economía de Ajijic crece, gracias a quienes, desde ese país buscan refugio en este pequeño paraíso escondido. Mientras en el norte se cierran las fronteras a los migrantes mexicanos, nuestro pueblo recibe con los brazos abiertos a los tránsfugas de la xenofobia trumpista. Al parecer, nos esperan poco más de tres años de bonanza económica, gracias a las políticas de un presidente que odia a los mexicanos. Gracias Donald Trump.
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