El recorrido inicia en la calle Encarnación Rosas al cruce con la Carretera Chapala-Jocotepec, desde donde se puede empezar a ver señalética del sendero. Foto: Sofía Medeles.
Sofía Medeles.- Un sitio natural que combina bellos paisajes, adrenalina, una envolvente naturaleza, agua y diversión, es el Tepalo, espacio que se encuentra en el Pueblo Mágico de Ajijic. Se trata de un sendero de la ruta “San Miguel” que es conocido por sus cascadas de temporada. Al llegar las lluvias, entre los habitantes de Ajijic se suele escuchar la pregunta: “¿ya hay agua en el Tepalo?”
Aunque la bajada de agua suele ser entre agosto y septiembre, el lugar es visitado durante todo el año por miles de senderistas que acuden desde distintos sitios de la Ribera de Chapala, de la República y del extranjero a conocer, y en varias ocasiones, a participar en las carreras que recorren este sendero.
La Comunidad Indígena de Axixic (CIA), es la encargada de mantener en buenas condiciones los caminos y la señalética, por lo que, durante los fines de semana se pide una cuota de recuperación que va desde los 10 hasta los 25 pesos, dependiendo de la procedencia de los visitantes.
A los extranjeros y foráneos se les cobran 25 pesos, al turismo local de 10 a 15 pesos, y a los ajijitecos una aportación voluntaria. El cobro sólo se hace en el sendero de entrada al Tepalo, y por personal de la comunidad que porta con su gafete y su camisa.
Finalmente, la tesorera de la CIA, Raquel Velázquez Márquez, comentó que este sendero es de los más seguros de la zona por su cantidad de marcaje, e información colocada a lo largo de la ruta, apropiado para los senderistas que lo recorren por primera vez.
Foto: Cortesía.
Alma Serrano.- La jocotepense de 23 años, Claudia Larissa López Olmedo, se asume como una artista experimentadora cuya propuesta busca agotar todos los recursos visuales y personales disponibles.
Larissa emprendió su formación artística de forma autodidacta desde los 13 años de edad; posteriormente se formó en la Licenciatura en Artes Visuales para la Expresión Plástica de la Universidad de Guadalajara.
Fue en esta etapa cuando inició su discrepancia con el arte tradicional, ya que notó que algunas de las metodologías de enseñanza y prácticas de la facultad eran en su mayoría de esta corriente, lo que la llevó a cuestionarse sobre continuar en ella.
«Mismos temas, mismos autores, mismas prácticas, no me llenaban, incluso pensé en si realmente quería dedicarme a esto toda mi vida», comentó la joven artista.
Fue en la clase de Acuarela con un profesor nuevo, donde encontró por primera vez esa oportunidad para experimentar y enfocarse en el proceso, más que en el resultado. Esta experiencia le abrió un nuevo panorama para conectar con su parte creadora y romper algunas barreras de expresión.
«El maestro nos permitía hacer prueba y error, nos decía que nos familiarizáramos con el material y los recursos; eso era lo que estaba buscando”, compartió.
Claudia Larissa se ha identificado con las manifestaciones del Arte Objeto y el Arte Abstracto, pero mayormente con el Video Performance por su naturaleza experimental, reiterando su postura de que el arte no solamente está en los museos o en los soportes tradicionales.
La artista se ha sumergido poco en el ámbito de las exposiciones pictóricas, en su lugar, se ha enfocado en la creación del Taller de Experimentación Artística de la Ribera, junto a Ricardo Cortés Fernández, quienes desde septiembre del 2021 decidieron formar a la par, un Laboratorio de Arte, un espacio para el público con o sin formación, para reflexionar y ejercer esta disciplina desde una perspectiva diferente.
«El arte no es solo de museos, ni solo para los que estudian, ni solo para los que saben pintar. Cualquier persona puede crear, nadie es demasiado inalcanzable. Hagamos de lo que tenemos y sabemos, arte, pues el arte está en todas partes», concluyó.
Por: María del Refugio Reynozo Medina.
La última vez que tuve una sensación de una daga en el vientre fue cuando me dijo la pediatra que había que hospitalizar a Sebastián de emergencia, mi hijo tenía nueve meses.
Hoy vuelve esa impresión, es algo que se encaja en lo más profundo de las entrañas. Arriba de las sienes se instala un dolor como de explosión que me recorre todo el rostro. La saliva ha desaparecido de mi boca y llego por vez primera a este lugar a donde no se permiten acompañantes. Recorro las sillas y los sillones de la sala de espera de un color verde pálido desgastado.
Hay otras mujeres; son cuatro, esparcidas en todos los asientos, con rostros de preocupación. Abrazan sus carpetas con papeles y cambian de posición; bostezan y asoman su mirada hacia la puerta de ingreso, hasta que la espera es apagada por las voces que dicen sus nombres.
Llegué aquí alrededor del medio día para contarles mi dolor, ese dolor de las entrañas que no lo cura un médico. Vine sin una certeza y con una pregunta.
¿En dónde están?
Natalia tiene 10 años, Sebastián 9. A Natalia le gusta cenar tacos con mucha salsa, tostadas con queso y también hamburguesas y pizza –tranquila mamá, es buena la chatarra de vez en cuando-, me dice mientras se limpia la salsa que le escurre entre los dedos. También le gustan los tacos rositas que mi madre le prepara, con una receta de la abuela hecha de salsa de jitomate y jocoque con abundante queso. A veces quiere ser ella la cocinera. –Yo quiero ser chef y cantante-, me ha dicho repetidas veces.
A Sebastián le gustan las minipizzas que inventamos una vez que la lluvia torrencial no nos permitió comprar pizzas originales. También le gusta la sopa de verduras y el consomé de pollo; y peinarse muy bien al salir de casa. Dice que será médico y que se va a casar a los 30 años para poderme cuidar cuando yo esté vieja. Le gusta armar rompecabezas. A mí me gusta verlos cada mañana, abrazarlos y besarlos por lo menos veinte veces al día.
Hoy no sé dónde están; estoy en esta sala de espera que antecede a una declaración.
Jesús vino a pasar vacaciones con los chicos, eso dijo y se los llevó con él por más de diez días.
-El viernes regresan- fue nuestro acuerdo.
Esa mañana del primer viernes de agosto, al teléfono le pregunté:
-¿A qué hora me llevas a los niños o paso por ellos?-
-Ellos ya no van a llegar nunca- me dijo esbozando una sonrisa burlona que imaginé detrás del celular.
-¿Por qué te los llevaste? ¿A dónde? ¿Por qué no me dijiste?
-No tengo por qué pedirte permiso, me los traje a Estados Unidos- agregó.
Y le siguieron más afirmaciones que no cabían en mi entendimiento.
-Ellos están muy a gusto aquí, conmigo, si no pregúntales-
Pude sentir la gran satisfacción que le provocaba al padre de mis hijos escuchar mi voz quebrantada y la respiración agitada cuando me decía que nunca los iba a volver a ver.
Sus ambiguas contestaciones no responden a mi angustia.
-Quiero escucharlos- pedí. Pero los deseos quedaron ahogados en la risa mordaz que se escuchaba a través del teléfono.
Fui a casa de su madre para encontrarme las mismas respuestas. No la encontré; en la sala estaba esa mujer Silvia, que seguramente los vio y los ayudó a partir.
-¿Dónde están mis hijos?, ¿Cuándo se fueron?
-No me acuerdo- me dijo mirándome como se mira un bicho extraño. -Aquí nadie se tiene que meter- sentenció.
– No solo yo, toda mi familia lo hará- le dije y me fui.
Salí de esa casa igual con las mismas preguntas, envuelta en un torbellino y con esa daga en medio de las entrañas.
Aquí sigo en la sala de espera con sillones verdes desgastados. El tiempo transcurre lento, se escuchan las voces de los denunciantes y de los agentes. Las mujeres entaconadas van de una oficina a otra llevando carpetas y más carpetas, los teléfonos timbran y los rayos del sol se cuelan por las ventanas hasta desaparecer.
Algunas personas se han ido, llegaron otras y los cristales de las ventanas ahora están recubiertos por el oscuro manto de la noche.
En medio de los pasillos y elevadores solitarios, se escuchan de vez en cuando los apurados pasos de los agentes del ministerio que están de guardia. Las impresoras siguen expulsando hojas que llevan nombres, declaraciones, narraciones de hechos, crímenes.
El día se apagó, a la solitaria sala le acompaña también el incesante sonido de las engrapadoras, que aprisionan esperanzas.
Esto apenas comienza.
Ismael Hernández Deras viola los estatutos al pretender la reelección; solo ha dejado incertidumbre y desolación. Foto: Senado de la República.
Por: Abigail A. Correa Cisneros.
A 84 años de creada por el general Lázaro Cárdenas del Río, la que fuera poderosa Confederación Nacional Campesina (CNC), el sector agrario del PRI, agoniza. Ismael Hernández Deras, exgobernador de Durango, está a punto de darle la puntilla con sus pretensiones de reelegirse al frente de la CNC en el próximo congreso cenecista, anunciado para fines de agosto del presente año.
Protagonista de grandes momentos de la historia nacional con líderes instruidos en varias ocasiones para señalar al ungido en el acto del “destape presidencial”, la Campesina se fue deteriorando conforme avanzaba el neoliberalismo económico, se daba fin al reparto agrario y, con Carlos Salinas de Gortari, se privatizaba la tierra, esencia por la que se luchó en la Revolución Mexicana.
En sus mejores momentos de poder político y social, la CNC llegó a tener casi 90 diputaciones federales, todavía en los años recientes en que gobernaba el Partido Acción Nacional (PAN), hoy no llega ni a cinco escaños, entre ellos, desde luego, los ocupados por su actual dirigente y uno más por su hija, Gabriela Hernández.
Pero la mayoría dice “no” a las pretensiones reeleccionistas del cacique Ismael Hernández Deras, quien llegó a la central en octubre de 2017 como encargado de despacho de la presidencia, luego de cobrar celebridad en su natal Durango, porque como gobernador se gastó alrededor de 10 millones de pesos en el festejo de uno de sus cumpleaños.
La rebeldía campesina priista obedece a que el supuesto liderazgo del duranguense solo ha llevado al camino de la incertidumbre y la desolación, al no defenderla de los arrebatos del capitalismo salvaje, en tanto que a los trabajadores de las oficinas ubicadas en la colonia Santa María la Ribera, de la capital del país, a los que no han quedado desempleados, se les ha obligado a pasar de la nómina de la CNC a la del PRI y de esta forma dejar en el desamparo a quienes tienen más de 40 años de servicio.
Es lamentable que en tan sólo cuatro años la confederación que arropaba a millones de campesinos, se derrumbe con todo y su historia. En su gestión, lo único que Hernández Deras ha logrado es desintegrarla. Peor aún que quiere permanecer en la dirigencia, únicamente para seguir aprovechándose de los campesinos y trabajadores afiliados a este organismo.
Actualmente, la CNC permanece cerrada y únicamente tienen permitido el acceso algunos privilegiados. Los campesinos ya no tienen a dónde acudir para plantear sus demandas y exigir ayuda a una organización que durante años fue su mano amiga para solucionar sus necesidades.
Por el contrario, los cenecistas denuncian que el presupuesto que antes servía para apoyar a los campesinos, ahora se utiliza en campañas políticas, y para pruebas hay que ver los gastos de la hija del actual cacique, Gabriela Hernández.
Y las pasadas elecciones llevadas a cabo en Durango, donde contendió Esteban Villegas Villarreal para ser gobernador de la entidad, quien ganó, dicen, gracias a que Ismael Hernández Deras lo apoyó con recursos económicos de la CNC que debieron ocuparse en el pago de los salarios que se adeudan a los trabajadores.
Acusan que la encargada de las finanzas de la CNC, Verónica Ortiz Gallardo, solamente da largas a los empleados con promesas de pago que nunca cumple. Denuncian que se les eliminó del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) debido a que no se cubrieron las cuotas. Además, se desapareció el apoyo económico en caso de la muerte de un familiar; hay despidos injustificados y otros abusos que atentan contra sus derechos humanos.
Acusan que el PRI, que se mantuvo en el poder durante décadas gracias en gran parte a los campesinos, hoy les da la espalda. El actual presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno “Alito”, solapa a Ismael Hernández Deras quien, por si fuera poco, alquila el estacionamiento de las instalaciones cenecistas para recibir 18 mil pesos al mes.
Ante esta realidad y la violación de los estatutos que en su artículo 50 establece que no hay reelección para el cargo de presidente de la CNC, se escuchan hasta ahora los nombres de José Antonio Rojo García de Alba, de Hidalgo; Francisco Javier Santillán Oseguera, de Jalisco; el diputado federal, Roberto Carlos López García, de Michoacán; y el de Nabor Ojeda Delgado, de Guerrero, para que uno de ellos llegue, con el respaldo de la mayoría, a la presidencia de la CNC. Todos ellos cumplen con los requisitos estatutarios para lograrlo.
Falta que Alito e Ismael Hernández Deras quieran dejar el poder que representan los campesinos cenecistas.
DESDE EL CENTRO
En el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, vale la pena mencionar que todavía son discriminados en México. Se les siguen limitando los servicios de salud, educación, justicia, alimentación. Asimismo, son perseguidos por luchar en contra de proyectos de muerte, por defender el medio ambiente y el agua.
En este contexto, recordamos al caudillo del Sur, Emiliano Zapata, quien nació el 8 de agosto de 1879 y luchó contra las injusticias de Porfirio Díaz. Demandó la restitución de las tierras y promovió el reparto agrario de las tierras de los hacendados.
Por otro lado, sigue la esperanza de encontrar a los mineros atrapados en una mina de carbón en Sabinas, Coahuila. Los trabajos de búsqueda continúan desde hace una semana, luego de que los trabajadores quedaran sepultados tras la inundación de la mina. Los 10 hombres quedaron atrapados a unos 60 metros de profundidad, sin comida, ni agua potable.
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