Ejercicio de mesa de información realizado por los vecinos de San Cristóbal. Foto: Cortesía.
Por María del Refugio Reynozo Medina .
La calle Morelos en San Cristóbal Zapotitlán, conduce en uno de sus extremos a la orilla del Lago de Chapala, allí a unos metros de uno de los registros de aguas residuales, por cuyos bordes muchas veces brotan aguas pestilentes, se levanta una construcción que dicen los vecinos, serán departamentos.
En sus inicios este proyecto programado para albergar 44 viviendas, anunció un costo de dos millones 600 mil pesos cada una. Ahora se ofertan a un precio de un millón 850 mil pesos.
Fue a mediados de agosto de 2022 cuando iniciaron las excavaciones, los habitantes de la calle Morelos comenzaron a ver pasar los camiones pesados con escombro y material. En algunas ocasiones, de madrugada se escuchaba el paso de los camiones, mientras que a decir de los vecinos, comenzaron a surgir los problemas de hundimientos y daños en las tomas de agua.
Othón Morán Flores, abogado y vecino, junto con José Luis Morán Díaz, maestro de la Escuela Secundaria, comenzaron a organizar juntas en el barrio para cuestionarse sobre la construcción, pues no había certeza de lo que estaba ocurriendo, lo único seguro para los mayores de la comunidad, es que el proyecto estaba plantado en zona federal. A las reuniones Invitaron a personal del Ayuntamiento de Jocotepec y acudió un representante legal del gobierno en turno y personal del área de Participación Social.
El 2 de noviembre de 2022, don Daniel Gorgonio, ex delgado y ciudadano de San Cristóbal y el profesor José Luis Morán, instalaron una mesa de consulta afuera del panteón, para compartir información a la comunidad y pedir apoyo para detener la obra, que según los vecinos, no sólo representa invasión federal, sino la advertencia de un daño ecológico.
Durante las juntas que se realizaron, se escucharon diversas voces: “llegará un momento en el que el agua reclame su cauce y ni todos los millones nos van a servir para salvarnos”. Otros vecinos agregaban: “bueno, los millones se los llevarán otros”, decían entre risas.
Los antiguos pescadores navegaron en sus canoas allí, justo donde se levanta la torre gris que irrumpe el azul del cielo. Muchos de los presentes en las juntas rememoraron su infancia jugando en la orilla del entonces lago transparente, desde donde se veían las piedras pulidas por el agua.
Lo que ahora se anuncia como una amenidad, era gratis y transparente entonces.
Don Daniel, presente siempre en las juntas, recuerda que a las reuniones alguna vez acudió alguien de Desarrollo Urbano y dijeron desconocer la situación legal de las licencias, así como sobre el colector que se construye en la calle Labastida.
La mañana del 14 de marzo de 2022, José Luis, junto con su primo Othón, se encontraron reunidos con unas ocho personas. Ahí pasó una patrulla del Ayuntamiento de Jocotepec y se quedó estacionada por un poco más de una hora, a un par de cuadras de distancia.
Los asistentes a la junta caminaron sobre la calle Morelos, hacia Ramón Corona, eran alrededor de las 14:30 horas, vieron que llegó una grúa en seguida y sin más, comenzaron a subir la camioneta del maestro José Luis, que se encontraba como todos los días, estacionada en su calle.
José Luis junto con sus acompañantes, se dirigieron al personal de Movilidad.
“¿Por qué se la llevan?”, les preguntó.
“Recibimos un reporte de que bloqueaba la vialidad”, respondieron.
Los demás argumentos fueron que tenía características de abandono y que estaba estacionada en un lugar prohibido. Los representantes de la oficina de Movilidad del Ayuntamiento prosiguieron con su encomienda por parte del síndico municipal, según informaron.
En seguida, las personas que en ese momento se encontraban y sumaban unas 10, se organizaron para dar alcance en vehículos a la grúa que se estaba llevando la camioneta.
En la breve persecución, por la calle Zaragoza, a la altura de las canchas de fútbol, el vehículo de Movilidad les cerró el paso y tras maniobras del vehículo de los ciudadanos, aprovecharon para salir de la fila y avanzar. Sin embargo, el vehículo oficial volvió a cerrar el paso, provocando el choque con el auto donde iban Luis y Othón.
Bajaron del auto y comenzaron a grabar un video que en minutos se convirtió en el más visto de las redes sociales locales y llegó hasta medios de comunicación estatales y por consiguiente a asociaciones civiles y organizaciones defensoras de los derechos humanos y ambientalistas.
En el video, Othón realiza una llamada por su celular, mientras un oficial le dice “¿ya terminaste con tu llamada?». Instantes después, sin que aún termine de realizar la llamada, es sometido y tomado del cuello, y terminan en el piso.
“Más claro no puede ser”, dice una cibernauta. “Así deberían de ser con los verdaderos delincuentes, no con personas que no hacen nada”, dice otro.
La opinión pública se dejó ver en los comentarios vertidos en las diversas publicaciones.
Para el Abogado Othón fue ahí el inicio de su peor pesadilla: “me golpeaban las manos con las esposas, me apretaron el cuello. Hubo un momento cuando me apretaron del cuello, que sentía que no podía respirar. Me subieron a la patrulla. Yo tenía un sentimiento de impotencia”.
Comenzó su trayecto con un destino que desconocía, atado de pies y manos iba boca arriba mirando al cielo, con sus nubes apacibles que contrastaban con el ritmo de su corazón, el sol de las cuatro de la tarde le pegaba en la cara, luego de unos quince minutos de trayecto, de pronto sintió el camino sinuoso como de una brecha y la camioneta se detuvo, los oficiales se colocaron pasamontañas, se asomaban a la caja hablando unas cosas por el radio. A Othón se le congeló el cuerpo, pensó lo peor y cerró los ojos.
De pronto una llamada a un celular de los oficiales cambió el destino y retomaron su camino rumbo a la comandancia, acusado de una falta administrativa.
“Te voy a partir tu madre”, escuchó una voz, y lo levantaron de los cabellos. Luego de tomarle unos datos, lo condujeron a los servicios médicos, le indicaron una inyección de diclofenaco y le colocaron un collarín. Tenía golpes en el pecho y escoriaciones en las muñecas. No recibió un parte médico.
Los familiares y amistades de Othón acudieron a la comisaría a preguntar por la situación. Les dijeron que estaban en junta de cabildo, para determinar si salía esa misma tarde.
De inmediato los videos repetidamente difundidos por canales locales y estatales, así como por páginas oficiales de asociaciones como Amigos del Lago, dejaron ver la opinión pública que se pronunció en defensa del abogado Othón.
Se volvió el símbolo de la defensa un cartel virtual firmado por diversas asociaciones, entre ellas el Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario (IMDEC), que exigía la liberación inmediata del defensor ambiental Otto Morán, integrante de la Red de Pueblos Unidos de la Ribera de Chapala.
De acuerdo al Código de Ética y buen gobierno del Ayuntamiento, les informaron a los familiares que debían de pagar un monto de 13 mil pesos por daños ocasionados, o permanecer detenido 36 horas.
Ahí se quedó recluido a la espera de las 36 horas, durmió sobre una banca de concreto, conversó de cosas sin importancia con su compañero de prisión, un hombre detenido por golpear a su esposa. Lloró de impotencia más de una noche pensando en el destino que pudo haber tenido.
Al salir, lo recibió su madre y sus hermanos, en medio de júbilo teñido de desilusión.
En el pueblo se organizó una manifestación hacia la cabecera municipal, el día 13 de abril de 2023, a la que asistieron unos 30 vecinos y medios de comunicación como el Canal 4 y el 44.
Muchos no fueron por miedo, dijo un hombre mayor, con el sentimiento de la conciencia social cumplida.
Por María del Refugio Reynozo Medina
Con gratitud me dirijo a los lectores de las Crónicas de la Ribera, que me han permitido contar, tras un año y ocho meses, algunas de las historias de los que aquí habitan.
Cada una de las ventanas que se abrieron, mostraron generosamente los rostros de quienes componen estos pueblos, custodiados para muchos por la Michicihualli, la diosa del lago.
Ahora hago una pausa por verse interrumpida mi tranquilidad y mi seguridad personal, por parte del padre de mis hijos, que un día los sustrajo del país, llevándolos a Estados Unidos a escondidas.
Luego de un peregrinar por diversas instituciones, como el de muchas de las mujeres en estos lugares, fue aquel país, Estados Unidos, quien me hizo justicia retornando a mis hijos a donde han vivido siempre.
Ahora el mismo hombre, me hace enfrentar una demanda legal que se encuentra en el juzgado de Chapala, cuyas páginas están nutridas de calumnias y rencor.
Deseo que gane la justicia, que gane la reflexión.
Por mi derecho a una vida libre de violencia, pero sobre todo, por el derecho supremo que debería defenderse por sobre todas las cosas. El de las infancias a tener una vida armónica alejada del odio.
Espero sea solo un paréntesis y que las letras vuelvan a reunirnos.
Para saber:
María de Refugio Reynozo Medina es Maestra en Ciencias de la Educación por el Instituto Superior de Investigación y Docencia para el magisterio (ISIDM), reportera en Semanario Laguna y coordinadora en Luciérnaga Sala de lectura infantil, así como docente de educación primaria de la Secretaría de Educación Jalisco.
Las aspirantes a Miss Jocotepec. Foto: Cortesía.
Por María del Refugio Reynozo Medina.
Para Óscar Devón y Fabián Robledo, directores de la marca Miss México a nivel municipal, en la cabecera de Jocotepec, la belleza debe reconceptualizarse, y es necesario romper estándares que la circunscriben exclusivamente en lo físico.
Por lo tanto, en el casting para seleccionar a las participantes, se consideró no sólo la proyección escénica, sino las habilidades en oratoria y actitud.
Esta plataforma ofrece a las jovencitas no solamente la oportunidad de representar al municipio en Miss Jalisco, sino, de vivir un proceso de formación que implica desarrollo de habilidades de expresión escénica y oratoria, nutrición y psicología, mismos que para los organizadores, significan uno de los muchos caminos que empoderan a las mujeres.
La presentación de las diez aspirantes al título Miss Jocotepec, cuyas edades oscilan entre los 18 y 22 años, fue el 9 de abril, en Areval Hotel Boutique de Lago y Eventos de San Cristóbal Zapotitlán.
Las delegaciones del municipio que están representadas son: San Juan Cosalá, Chantepec, San Cristóbal Zapotitlán, Potrerillos y la propia cabecera municipal, que registra cinco participantes.
En una segunda etapa, las participantes realizarán pasarela y presentación en un evento que contempla la participación de artesanos locales, en el restaurante Viva México, de San Juan Cosalá, el 14 de abril.
El 16 de abril está agendado un evento con causa que consistirá en un reto deportivo, que iniciará a las 08:00 horas en el libramiento de Jocotepec. El 23 de abril será la gala final, en la que además se calificará el reto Top Model y las contendientes responderán una pregunta de cultura general. Una vez seleccionada la finalista, el equipo de la organización se enfocará en su preparación rumbo a Miss Jalisco, en representación del municipio.
Aunque estudió comunicación, la moda es una de las pasiones de Fabián, para él la moda es una oportunidad de expresión libre que tiene que ver con formas que los ojos contemplan.
Óscar, abogado de profesión, expresa emoción por observar la evolución de las chicas que llegaron aquel primer día al casting y que cada ensayo le expresan lo felices que están por cumplir un sueño y sentirse acompañadas por los organizadores, todas en las mismas condiciones. “La moda es la expresión del sello que te caracteriza y que dice quién eres”.
Con este evento, los organizadores buscan no solo potencializar la belleza de las mujeres, sino, la riqueza de talentos tanto de ellas, como de los creadores y artistas locales.
Christian José López López, de 32 años, originario de Jocotepec, representó a Jesús en la pasión de Cristo 2023. Foto: Armando Esquivel.
Por María del Refugio Reynozo Medina
Christian José López López lideró junto con los colaboradores Mario Ibarra, Pedro Monreal y Sergio Salcedo, este 2023, la representación de la Pasión y Muerte de Cristo, en la cabecera municipal de Jocotepec.
Con un equipo de unos cincuenta actores, Christian representó además al personaje de Jesucristo, cargando a cuestas la cruz de noventa kilos de peso, para ello se preparó durante meses con ejercitación mediante gimnasia y atletismo, actividad a la que permanentemente se dedica. Ha sido siete veces campeón municipal, y campeón estatal de la copa Telmex juvenil.
Christian es Licenciado en Cultura Física y Deporte, es también especialista en rehabilitación y terapia física, también practica el fútbol. Cuando dirigió un equipo para jóvenes, tejió una relación de amistad, muchos de ellos ahora son parte del nutrido grupo de colaboradores, en la representación de la Pasión y Muerte de Jesucristo en esta Cuaresma 2023.
Para este joven de 32 años, es un privilegio poder representar el máximo papel en estas fechas de reflexión y meditación. El Jueves Santo, durante la representación de la Oración en el Huerto, unas niñas lo observaban afligidas.
¿En verdad eres Dios? Le preguntaron; todo se debe a la actuación sensibilizadora de Christian.
La imagen de la dolorosa, cuyo autor y fecha de creación se desconocen, ha pertenecido a cuatro generaciones. Foto: María del Refugio Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina.
El altar a la Dolorosa (Ajijic)
Para hacer el altar de la Dolorosa, hay que traer las mejores ramas de cortapico, uno de los árboles que a pesar de las secas y la aridez de los cerros de Ajijic por estos días, es de un verde luminoso con ramas de abundantes hojas. Así le enseñaron sus antepasados a este hombre. Abel Romero Pérez reserva la tarde para ir a cortar lo que será el fondo del escenario. Cada año, su madre y su abuela colocaban el altar a la Virgen María en la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, un viernes previo al Viernes Santo.
Abel, es heredero de esa tradición, su madre Catalina Pérez López, originaria de Ajijic, recibió de su progenitora, la imagen de la Dolorosa, la cual había pertenecido a su abuela. Cuatro generaciones en lo que queda de la memoria familiar, han resguardado esta imagen, cuyo autor y fecha de creación se desconoce. En una ocasión, alguien se interesó por comprarla.
– No, esa es mi madre y ella me va a llevar hasta donde está-, le habría contestado Doña Catalina y nunca accedió a venderla.
La pintura plasmada en una lámina metálica muestra el rostro de la virgen mirando al cielo, enjuga sus lágrimas con un pañuelo, envuelta en una atmósfera terrosa. Vestida de tonos verdes, la dolorosa, ataviada con collar, pulsera y anillo, lleva clavado en el pecho, el puñal que vaticina el dolor inmenso de perder a su hijo.
En medio del verde follaje que le han preparado, la efigie guardada celosamente por la familia, cuelga en lo alto. A sus pies, la mesa cubierta por un mantel resplandeciente presenta las veladoras y los ramilletes de flores blancas, porque han de ser blancas y no coloridas, ya que este es un día de luto, y también porque representa la pureza de la madre de Dios. Cuando tienen, le colocan un camino de clavellina y lirios blancos de esos que brotan solo en tiempos de cuaresma. Manzanilla, romero y todas las hojas verdes posibles acompañan la ofrenda dedicada a la dolorosa.
Una de las hijas de doña Catalina, recuerda que en su infancia sembraban previamente alpiste, para tener brotes como alfombra verde que regaban por goteo utilizando una teja como canal, y así gota a gota, el agua representaba cada una de las lágrimas de la virgen. También en esos tiempos acostumbraban ofrecer a los fieles que acudían a velar y rezar, un vaso con agua de limón y chía que representaba también las lágrimas derramadas. Las mujeres decían que cada Viernes de Dolores era seguro que a alguien se le rompiera un vaso.
-Ya lloró la virgen- decían, cuando el agua de Jamaica rodaba por el suelo.
Entre las hojas verdes resaltan los recortes de siluetas blancas de papel. La túnica de Jesucristo y el soldado que le despojó de sus vestiduras, el caballo de aquel soldado, la columna donde fue azotado, el gallo que cantó tres veces y la escalera que lo llevó al tormento.
Es de noche. Doña Catalina, a sus 89 años, contempla amorosa el altar que ha visto desde niña cada Viernes de Dolores. La luz de las veladoras tirita en medio de la oscuridad y de fondo, se escuchan las voces de los niños que corretean por las calles empedradas, o los pasos de los que caminan y saludan informales, llamándose por apodos que se antojan fraternos.
Romancero de la Vía Dolorosa (Jocotepec)
El Doctor Carlos Alberto Cuevas Ibarra y todo su equipo de colaboradores vuelven a traer vida al barrio de la Campana, en la calle Morelos poniente, esta vez con la puesta en escena del Romancero de la vía dolorosa. Comienza abril con el montaje presentado por la casa productora Fariano producciones de Guadalajara y la compañía de teatro Esparta. Cuyo centro de operaciones está en el Foro Cultural Calzada, de la ciudad tapatía.
Paulo Fariano, director y productor, adaptó las escenas previstas a las calles y rincones del barrio de las que el público se apropió de inmediato.
Los más de cincuenta actores en escena estuvieron acompañados por la complicidad de un público que se desbordó.
Las estaciones del Vía Crucis están colocadas a modo de pequeños escenarios a lo largo de la calle Morelos, desde el barrio de la Campana, continuando con el barrio de la Calabaza.
Al filo de las 18:00 horas, las calles están cerradas al paso de vehículos, los vecinos comienzan a congregarse en la plazoleta de la Calabaza. El doctor Carlos coloca un banco en los cruces de las calles y sube para dirigirse al público que ya se prepara con sus teléfonos celulares. En un breve mensaje, el doctor agradece la colaboración de los vecinos, en un evento libre de intervenciones políticas y sí nacido de la iniciativa popular.
Mujeres, hombres y niños se preparan expectantes. Las miradas están colocadas hacia el fondo de la calle Morelos, afuera del panteón, ahí se encuentran ya los primeros personajes.
-Allá viene ya Papá Dios-, le dice una mujer a su niño pequeño, atrapando su atención.
Esta tarde hay más de cincuenta actores en escena. La calle es el escenario, las banquetas y los altibajos de la nomenclatura del barrio sirven para recrear cada una de las estaciones a las que el padre Benjamín Sánchez compuso una poesía.
El personaje de Jesucristo, acompañado de sus discípulos, avanza hacia la escena de la Última Cena, en donde lava los pies a cada uno de los discípulos. La plazoleta sirve de escenario para la oración en el huerto y un Jesucristo a punto del suplicio es presa del temor y la agonía presentida.
En el público que se mantiene firme de pie, hay muchos niños y niñas siempre atentos, sus rostros sonríen o se angustian, avanzan con el contingente en el recorrido de una estación a otra, sin perder de vista a los actores.
La noche comienza a cubrirlo todo, cuando el personaje de Jesús toma la cruz para emprender su vía dolorosa. -Salgamos ya, bien amada, la de los abrazos abiertos-.
Una señora adulta derrama una lágrima cuando en la octava estación las mujeres aparecen al encuentro de Jesús y son consoladas. El público sigue avanzando y se fusiona con los actores en un genuino acompañamiento, durante la vía más amarga en el camino hacia el martirio.
Al fondo ya está preparado el templete donde se colocan las tres cruces. Al centro la de Jesucristo. En la doceava estación, los efectos de luces y sonido, más el manto de la noche, envuelven a los asistentes en profunda desolación, al sentir la muerte presente.
-Oh Cisne de Dios, que cantas a la muerte presentida: ya van tus siete palabras cantando en la lejanía… ¿Qué esperas para que salga de tu corazón la vida? ¡Vuelve ya a tu casa, Pródigo, el de las manos heridas!-
Para Paulo y su grupo de actores, en Jocotepec se vive una gran experiencia, porque se ve a su público inundado de conmoción y tristeza.
El maestro Juan Garza de la Rosa es originario de Tamaulipas, cuya misión lo trajo a vivir a San Pedro Tesistán. Foto: María del Refugio Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina.
Originario del ejido de Santa Apolonia, municipio de Río Bravo, en el Estado de Tamaulipas, Juan Garza de la Rosa logró ser maestro, gracias al impulso de una mujer: su madre. Su infancia fue difícil, con la ausencia del apoyo de un padre y la presencia absoluta de su madre que siempre buscó que sus hijos se superaran. Ella les infundió el hábito de la lectura. Recuerda que cuando eran muy pequeños contrató a un señor para que les diera clases; debajo de un mezquite tomaron sus primeras lecciones.
En una familia de cinco hombres y dos mujeres, Juan fue el único que estudió, desde los primeros años mostró su gran capacidad. Una ocasión le dijo a su madre que su escuela había ganado un premio de aprovechamiento.
– El primer lugar no lo quiero en la escuela, lo quiero en mi casa-.
El hermano mayor de Juan, sí trajo un premio casa, ganó el primer lugar de conocimiento en la zona escolar y a nivel estatal cuando tenía 13 años. Como estímulo los llevaron a conocer al presidente de la República, en ese entonces, Luis Echeverría, que recibió personalmente a los ganadores de cada estado. Ahí prometió asegurarles un lugar en la escuela de su elección para seguir con sus estudios. Cosa que nunca cumplió.
Cuando Juan tenía doce años, a punto de terminar su educación primaria, su maestro les habló de una beca para seguir la secundaria fuera del ejido, en el que no había opción. Había que viajar a Victoria, a cuatro horas de distancia de ahí, para presentar un examen. Ese maestro fue una de sus inspiraciones, todavía recuerda su nombre: Edmundo Carrizales Segovia.
Esa tarde le contó emocionado a su madre -¿pero con qué, mijo?-.
A veces no había ni para comer, mucho menos pagar un transporte y estancia para los días necesarios. Juan pensó entonces en su padrino de bautizo, Vicente Quintero se llamaba, era el padrino de casi todo el pueblo. Tenía una tienda y siempre que le saludaba, le ofrecía un plátano o una naranja. En su deseo por conseguir estar en la repartición de las becas, fue a buscarlo.
El muchacho no recibió ni el plátano ni la naranja, -no vengo a eso- le dijo resuelto.
Platíqueme, le dijo su padrino y una vez enterado que el motivo era estudiar, de su cartera sacó un billete de cincuenta pesos, hermosísimo ante los ojos del adolescente.
Valía tanto que le alcanzó para pagar sus pasajes, para su estancia de tres días y al regreso le entregó quince pesos de cambio a su madre.
Entre cientos de niños, Juan ganó la oportunidad de seguir con sus estudios, gracias a su esfuerzo y capacidad. Ingresó a la secundaria; aún recuerda el nombre de su escuela: Héroes de la Independencia.
Una vez que terminó la secundaria, les ofrecían continuación de la beca solamente si decidían formarse como maestros. Había 17 opciones de Escuelas Normales Rurales para formarse como docente. Cuando escuchó Guadalajara, sonaba muy bonito, ingresó a la Escuela Normal Rural de Atequiza. Fueron los años más felices de su vida, se conjugó la juventud con el espacio que lo formó como maestro, comprometido con la misión de educar.
Durante su estancia en Atequiza, el único medio que acortaba las distancias con su familia, eran las cartas, una carta enviada desde ahí a Tamaulipas duraba veinte días en llegar.
En una ocasión, en los días ya próximos a graduarse, recibió una carta, los trazos se percibían inseguros, como los de los alumnos que apenas comienzan la primaria. Sin embargo, alcanzó a descifrar un mensaje amoroso. Era de su madre.
-Mijo disculpa la letra, es la primera carta que hago-.
Su madre María Inés no cabía de orgullo, estaba a punto de tener un hijo maestro y comenzó a estudiar en una escuela para adultos. Con ese pasaje en el recuerdo, al maestro Juan le viene una lágrima de nostalgia, de gratitud infinita.
El maestro Juan además obtuvo el título de licenciado en educación por la UPN (Universidad Pedagógica Nacional)
Fue en 1979 cuando llegó a San Pedro Tesistán, en el municipio de Jocotepec, para realizar sus prácticas profesionales, ahí conoció a la que sería su esposa, Carmen Cervantes, la que lo haría pertenecer a estas tierras.
Ahora, tras 43 años de estancia, se ha convertido en un hijo más de esta población ribereña, ha sido subdelegado, secretario de CONASUPO (Compañía Nacional de Subsistencias Populares), secretario de obras públicas del pueblo, secretario del comité de padres de familia de la escuela primaria, desde donde hizo mejoras al plantel.
Además, desde hace más de 27 años, participa activamente en la iglesia, desde distintos ministerios de eucaristía, de catequesis con niños y jóvenes, además de pláticas preparatorias de los sacramentos. Labor que continúa en una parroquia de Estados Unidos, en donde también sirve a la iglesia católica. Participa también en ejercicios espirituales, retiros de formación católica y cursillos, el pago por esos servicios está en la misma satisfacción de servir. “Mi misión ha sido enseñar a los alumnos para la vida y también ahora a través de los ministerios, enseñar para la otra vida, la eterna”.
La imagen de San Cristóbal, antes de la restauración. Foto: María del Refugio Reynozo. Foto: Ramiro Vera.
Por María del Refugio Reynozo Medina.
La escultura del mártir San Cristóbal, que custodia la parroquia de San Cristóbal Zapotitlán, fue tallada al menos hace 120 años, según el restaurador de arte sacro, Ramiro Vera Gómez. El santo de Canaán, venerado en la población del municipio de Jocotepec, está labrado en madera y teñido en su mayoría por pintura al óleo.
El manto que lleva puesto está adaptado con una técnica de “encostalado”, que es la colocación de manta o costal de ixtle forrado con una pasta. Las decoraciones del manto están hechas de polvo de oro. Lleva incrustados en los ojos bombilla de vidrio, uno de ellos está estrellado y así se conserva original para no tener que introducir un material distinto. La imagen pesa 50 kilos y mide 1.70 de altura.
Ramiro es originario de Tizapán, en el municipio de Zacualtipán de Ángeles, en el Estado de Hidalgo. Desde hace treinta años, él junto con sus cuatro hermanos, se ha dedicado no solo a la restauración de esculturas religiosas, sino, a la elaboración de campanas, copones, custodias y sagrarios. En la elaboración de las campanas utilizan cobre, estaño y bronce. Muchas de las campanas que suenan en los pueblos de este país, han salido de ese pueblo perteneciente al Estado de Hidalgo.
Para el proyecto de restauración de la imagen del patrono, Ramiro comenzó por identificar la técnica con la que está teñida la figura, así como confirmar que su interior es de madera. Se preparó entonces una pasta especial para dicho material con blanco de España y cola de conejo. Este tipo de esculturas contienen uno de los materiales que implican mayor cuidado, ya que la madera sufre cambios con el paso de los años y ello puede provocar que la pintura se llegue a craquelar.
En el proyecto se utilizaron óleos con pincel, aceite de linaza y aguarrás para igualar los tonos, detalle por detalle, a mano, porque así fueron pintados originalmente. En algunas pinturas actuales se utilizan aerógrafos y compresoras. Para lograr igualar el tono de la piel se debe hacer con sumo cuidado, sobre todo en el rostro que debe conservar el tono original, para que la piel se vea apiñonada, como es el caso de esta imagen.
Al “soldado del Señor” se le pusieron dos dedos que le faltaban: uno sí era el original que se conservaba y otro lo reconstruyeron con otro material. Para los detalles del manto, se utilizó hoja de oro de 23 quilates y medio, en un proceso que comprendió varias pasadas de una fina capa de pasta, ahí se fijaron las láminas doradas, para luego bruñirlas en seguida con un cuarzo y asegurar su buen estado hasta por cien años.
La renovación de la imagen quedó culminada en la segunda semana de marzo. Fueron dos personas las que trabajaron por una semana, en jornadas que comenzaban muchas veces desde las siete de la mañana y en algunos días terminaban a la una o dos de la madrugada.
La restauración de San Cristóbal tuvo un costo de 60 mil pesos. Esta escultura es para Ramiro Vera, una de las más finas con las que se ha encontrado, porque es de madera y la capa de pintura que la cubre es tan delgada como un cabello. El niño que lleva al hombro y que se puede desmontar, corresponde también a la misma época.
Ahora, la imagen que resguarda al pueblo de antiguos pescadores y músicos, luce renovada en la espera de su próxima fiesta, el 30 de julio, cuando le canten los coros de los fieles hasta las lágrimas.
A unos metros de la orilla del lago se construye lo que será un colector de aguas negras, los trabajos comenzaron desde noviembre de 2022 según los vecinos. Foto: María del Refugio Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina
Mi amigo Héctor del Muro que en gloria esté, decía que el Lago de Chapala no es hombre, es mujer -es laguna- decía. Es una mujer que se renueva, que resiste, que da vida y protege a los habitantes de esta Ribera. La abuela de Antonio López Vega, pintor de Ajijic, le contó de niño la historia de la Michicihualli, la deidad del lago, la mujer guardiana y protectora de las aguas.
Cuando niños, mis hermanos y yo al salir de clases solíamos bañarnos en sus aguas, nuestros abuelos también la llamaban la laguna y los que nacieron por los años de 1917 contaban que tomaban de sus aguas, luego de ir a recolectarla en cántaros de barro. Bastaron cien años para que la especie humana convirtiera en amenaza las aguas que representaron vida.
Hoy por la calle Labastida de San Cristóbal Zapotitlán, corre un río pestilente. A unos metros de la orilla del Lago de Chapala se ha formado un surco forrado de una nata grisácea por el paso incesante de aguas residuales que brotan del suelo como una fuente que despiadadamente desemboca en el antes cristalino vaso lacustre.
Ahí también a metros de la orilla hay una construcción a medio terminar que según algunos informantes es un colector que en un futuro no sé si cercano o lejano, conducirá las aguas negras hacia la planta tratadora. Los trabajos según los vecinos comenzaron desde noviembre y nadie sabe cuándo se culminarán. Algunos dicen que hace mucho no ven trabajadores.
Mientras tanto, encontramos ahí un hoyo profundo por donde han llegado a caer perros que merodean por el lugar y que se convierte en zona de riesgo para quienes piensan caminar por ese sitio.
Unos metros adelante se encuentra un registro cuya función parece haber desaparecido, la tapa está tirada y las aguas al borde. Así pasan las horas, los días mientras se obliga a tragar interminablemente las bocanadas de aguas negras al majestuoso Lago de Chapala.
Será que en los próximos años o décadas el lago se convertirá en un espejo pestilente ante la irresponsabilidad de algunos ciudadanos y la negligencia de las autoridades, aunque por ahora algunas constructoras o restaurantes hablen convincentemente de “vista panorámica al Lago de Chapala”.
San Cristóbal se ha convertido en un lugar de calles donde ríos de agua sucia y negra, se derraman volviendo nauseabundo el paisaje. Y también un lugar donde pululan fugas de agua potable que hacen brotar de los empedrados, los chorros a veces cristalinos a veces blancos. Resiste Michicihualli.
Linterna china: vegetal despojado de su cáscara que es parecida a la del tomatillo verde. Foto: María del Refugio Reynozo.
Por María del Refugio Reynozo Medina.
Desde las nueve de la mañana, los primeros clientes comienzan a llegar y a hacer una fila para poder armar la mejor canasta de vegetales y llevarlos a casa como cada martes. El punto de reunión es en el salón de eventos conocido como La Huerta de Serna en Ajijic, Jalisco.
Este mercado de productores nació hace poco más de once años, cuando un grupo de cinco agricultores interesados en producir vegetales orgánicos, se organizó para lanzar a la venta los primeros ejemplares de sus huertos y lo hicieron por primera vez en una cochera.
Benjamín Medina Cervantes, originario de San Cristóbal Zapotitlán, fue de los primeros expositores en este tianguis que le comenzaron a denominar Farmers Market. Benja ha experimentado con semillas provenientes de diversas latitudes, cuidándolas y observándolas desde que deposita la semilla en cada surco.
Algunas semillas, también se las han conseguido los clientes, o se las han entregado con la consigna de verlas fructificar de manos de este productor.
Cada martes, tiene un vegetal inesperado para ofrecer a sus clientes, es lo que ese día produce la tierra, lo que ha madurado justo para ese momento.
En la mesa puede haber acelga roja, albahaca de diversas variedades, lechugas mixtas, kale, linterna china, apio. Cada una de ellas en una esplendorosa presentación.
Junto con Benja, Ana Luz Zepeda Martínez, que proviene de El Salto, es de las productoras fundadoras de este tianguis, en su mesa ofrece chirivía, zanahoria, betabel. A veces sus clientes le traen la muestra de algún vegetal que quieren conseguir y ella las produce, propagando así la semilla y aumentando su catálogo de especies. Ana Luz, no solo expone vegetales, también, huevo rojo de gallina que personalmente cría. Y tierra de lombriz.
José Luis Gutiérrez acude desde las faldas de La Primavera, es también de los primeros productores que ofrecen miel en este espacio. Es de una comunidad del municipio de Tala, los productos y la miel que posee certificación para su exportación a Alemania, provienen de cooperativas de productores, a los que se asocia para apoyarse mutuamente en la comercialización del producto. En su estante, José Luis también ofrece crema de cacahuate, con un precio que va de 70 a los 135 pesos y galletas elaboradas con trigo, cacao, nuez y maíz. También el jabón García que cuesta cuarenta pesos, unos bloques amarillos de lavandería con aroma fresco, elaborados con aceite de coco y resina de pino.
Saúl Polino es también de los primeros miembros, es incluso parte del comité de esa sociedad de productores y expositores.
Saúl se encarga de seleccionar junto con otros miembros del comité, las personas que se incorporan a esta comunidad, administra la cuestión financiera, gestiona los cursos que eventualmente se ofrecen a los productores.
Con añoranza recuerda cómo esa comunidad de clientes bien consolidada resultó de gran apoyo en los difíciles tiempos de la pandemia, en los que nunca dejaron de vender con todo y las medidas sanitarias oficiales. En su puesto, ofrece granos y semillas, que acerca a través de los contactos directos de Zacatecas, Sinaloa, Uruapan, Chiapas, Oaxaca y Mexicali, entre otros.
El Farmers Market no solo ofrece los vegetales orgánicos, sino, productos elaborados con los insumos directos de la naturaleza, como tamales, chocolate y café.
Otro de los puestos, el de Juan Diego Allera, de Mezcala, ofrece queso y yogurt de cabra, además de fertilizante de lombriz por 50 pesos la bolsa con dos kilos. Sus productos provienen de un esfuerzo familiar integrado por seis personas, entre ellas, una veterinaria a cargo de las cincuenta cabras que producen la materia prima.
En otro puesto, Pedro Reginato ofrece higos provenientes de la región de Ocotlán, además de mermelada, higo deshidratado y hoja para té. El medio kilo de higo cuesta 70 pesos y una mermelada ochenta pesos. La renovación de los sembradíos es importante, pues los árboles de higo tienen un promedio de siete años de vida.
El tianguis orgánico es un microcosmos, donde es posible encontrar lo insospechado, hongos comestibles y medicinales convertidos en extractos, sazonadores a base de hongos, vegetales deshidratados en forma de botana y unas gruesas hamburguesas para perro elaboradas con vegetales orgánicos, glándulas y huesos con mezclas de jabalí, búfalo, cordero y res que hacen las veces de la presa.
La calle Allende en San Cristóbal Zapotitlán, por la que corren las aguas pestilentes desde hace casi un mes. Foto: María del Refugio Reynozo.
Por María del Refugio Reynozo Medina.
La calle Allende, al oriente de San Cristóbal Zapotitlán, huele a inmundicia. En uno de sus registros de drenaje brota permanentemente un cúmulo de agua turbia y pestilente desde hace casi un mes.
Los vecinos han realizado reportes al Ayuntamiento de Jocotepec y hasta el domingo 26 de febrero, las aguas residuales siguen buscando un cauce.
Cruzan una de las calles principales de la población, la calle Ramón Corona y avanzan sobre la misma Allende, hasta desembocar a las orillas del pintoresco Lago de Chapala.
Ahí se diluye, en el espejo que a veces luce azul, en todos sus matices. Algunas especies de peces aún sobreviven, y las diversas aves con su perfecta blancura hacen contraste con las orillas del charco, que de cerca es gris.
El río permanente de aguas negras despide un aroma fétido que aumenta al medio día con la exposición a los rayos del sol, según los vecinos, ya comienzan a aparecer los primeros síntomas de enfermedades gastrointestinales, dolores de cabeza y molestias de garganta, producto de la exposición permanente a los desechos.
Los niños del barrio ya no pueden pasar el tiempo en la calle y si lo hacen, pagan la consecuencia de pensar en su inocencia que pueden jugar a los barquitos de papel, o a las canicas, que en algún momento dado se llevarán a la boca.
A dos calles de donde desemboca el río pestilente, por la calle Morelos, se levanta una construcción, cuyas varillas se elevan hacia el cielo en una promesa de ser una obra digna de la civilización. “Con vista al lago”, “ Informes y ventas”, dice un rótulo grabado en un remolque estacionado.
A unos diez metros del visionario proyecto, está un registro de drenaje, ahí también las aguas putrefactas se desbordan, convirtiendo su alrededor en un estanque maloliente. Sobre la tapa hay un trozo de una canoa, haciendo funciones desconocidas. En el borde de la tapa, basura y envases de plástico completan la postal. Muy cerca de la orilla reposa un grupo de pelícanos blancos, que majestuosos, contrastan con el canal que ha formado el derrame permanente de porquería.
“Hace cien años”, me dijo una anciana, “se podía beber de estas aguas. Principalmente las mujeres se metían en las orillas, llevando sus cántaros para abastecer de agua potable sus hogares”.
A distancia de esos cien años, ahora solo algunos se bañan en sus aguas, y otros no, porque sufren infecciones de la piel luego de sumergirse.
¿Qué pasará dentro de otros cien años?
Mientras tanto, el malecón se convierte en un espejismo, en una alternativa turística que proyecta palmeras, aguas azules y la visita de exóticas aves migratorias que aún no pierden la esperanza.
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