Santiago Baeza.
Tras una muy cerrada elección y con tres urnas que nunca llegaron a la sede del consejo electoral, Moisés Anaya, el abanderado de Movimiento Ciudadano se alzó en 2018 con el triunfo, con apenas cuarenta y siete votos más que el candidato del PAN, Alejandro Aguirre. Moy Anaya llegó al poder impulsado por la euforia naranja que también llevó a Enrique Alfaro al gobierno de Jalisco.
Tuvo la opción de conformar un equipo de gente profesional y con vocación de servicio, pero en cambio optó por cubrir compromisos adquiridos a cambio de los votos que obtuvo. Pudo aprovechar en favor de Chapala y sus delegaciones su íntima relación con el gobernador y sus miembros de gabinete, pero tampoco supo aprovechar esa oportunidad única.
La incompetencia, la lejanía y la corrupción son los sellos que marcaron su gestión. Las licencias de construcción dudosas se dieron a diestra y siniestra. Los servicios de calidad y las obras prometidas durante su anterior campaña quedaron en su mayoría pendientes. Los relatos de quienes acudían a realizar trámites o simplemente a solicitar asesoría sobre alguna gestión en cualquiera de las oficinas municipales, rayan en un absurdo surrealismo kafkiano.
La anhelada seguridad pública nunca llegó y por el contrario, a lo largo de este trienio que está por concluir, centenares de familias chapalenses sufrieron la pérdida de un ser querido. Hoy muchas madres, esposas e hijas siguen buscando sin apoyo alguno de la autoridad, entre restos humanos, dentro de las fosas clandestinas que siguen apareciendo en el municipio.
La inminente derrota de Movimiento Ciudadano quedó manifiesta en el momento mismo del arranque de campaña. De forma ventajosa y marrullera los del ayuntamiento envolvieron a los vendedores ambulantes del municipio, al engañarlos y todavía cobrarles un uniforme que les obligaron a vestir, con evidente propaganda partidista.
Luego chantajearon a los choferes de plataforma para obligarlos a portar calcomanías de Movimiento Ciuddano, bajo la amenaza de no dejarlos operar. Después amenazaron a quien aceptaba pintar la fachada de su casa o instalar alguna manta con propaganda opositora, especialmente si era del PAN, con multas, negativas en trámites o con despidos de algún pariente que labora en el ayuntamiento.
Obligaron a todo funcionario municipal a participar actívamente en su campaña. El pase de lista de empleados públicos en las avanzadas naranjas fue cosa de todos los días. Y como ni así lograron dar una imagen de fuerza, entonces recurrieron al acarreo de personas de otros municipios.
En cambio la campaña de Alejando Aguirre se fue fortaleciendo más y más. A pesar de las amenazas, con todo y los chantajes, el entusiasmo ciudadano, la esperanza de la alternancia, el ímpetu de un cambio real, nutrieron el proyecto albiazul. Al grito de “alégrate”, miles de chapalenses optaron por ofrecer su apoyo incondicional y su voto en favor del candidato del PAN.
Sumidos en la desesperación e incapaces de aceptar la realidad, los naranjas de Chapala optaron entonces durante la recta final de la contienda por una bochornosa guerra sucia. El engaño y la difamación se convirtieron en instrumento electoral. El lodo se dirigió principalmente a la trayectoria y los negocios de Aguirre, pero también tocó a varios de sus colaboradores.
Nada de eso hizo mella ni en la imagen del candidato del PAN, ni en el ánimo del electorado. El cierre de campaña de Alejandro en Chapala fue impactante. Sus colaboradores miraban azorados la cantidad impresionante de gente que salía de sus casas ataviados en camisetas azules, acompañados de su familia, a incorporarse a la marcha ciudadana que culminó en la fuente de los Pescadores. El triunfo de Aguirre ya estaba anunciado.
La jornada electoral transcurrió relativamente tranquila. Si bien la estrategia del ayuntamiento consistió principalmente en el arresto injustificado de por lo menos una veintena de militantes y simpatizantes panistas, a pesar del evidente acarreo de simpatizantes naranjas, aún y con todas las trampas de MC, el triunfo de Alejandro Aguirre fue contundente y claro. Nada ni nadie pudo detener la inmensa ola azul que llenó de votos todas las casillas del municipio.
Luego vino el festejo ciudadano. De forma espontánea, miles de chapalenses salieron a la calle ya entrada la noche a celebrar el triunfo de Aguirre y el PAN. Primero colmaron la sede del consejo electoral para vigilar y defender los paquetes electorales que uno a uno llegaban custodiados por la policía y por ciudadanos que se habían ofrecido para cuidar la elección dentro y fuera de cada casilla. Luego se congregaron en la plaza principal de Chapala para celebrar el triunfo del pueblo.
De Moy solo se supo, por medio de un video que se compartió en redes sociales, que todavía entrada la noche no asimilaba la evidente derrota que sufrió. Soberbio y dolido, arremetió contra los ciudadanos, a quienes llamó, falsos, desleales y mentirosos. Pero no importa, pues como dice la canción que acompañó al candidato del PAN, ellos ya se van y en cambio viene una nueva etapa para Chapala. Así que alégrense.
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