Por Ili.
La enfermedad de Ménière es un trastorno del oído. El oído anatómicamente se divide en tres partes: oído externo, oído medio y oído interno; la enfermedad de Ménière es una anomalía del oído interno.
Esta enfermedad provoca vértigo, pérdida de la audición, un silbido constante, dolor y sensación de bloqueo en el lado comprometido. Con frecuencia sólo un oído es afectado, pero hay casos en los que afecta los dos.
Se desconoce el origen de la patología y no existe cura. Sin embargo, los síntomas de la enfermedad pueden mermarse con varios medicamentos. La enfermedad de Ménière llama la atención debido a que los ataques súbitos de vértigo, llamadas crisis de caída o crisis otolítica de Turmakin, son tan extremas que provocan caídas debido a la pérdida del equilibrio.
La condición puede aparecer a cualquier edad, pero en adultos de 40 a 60 años es mucho más probable. Se sugiere que los síntomas de la enfermedad de Ménière son el resultado de la acumulación de líquido endolinfático en la zona del oído interno identificada como el laberinto.
Cuando la cabeza y el cuerpo se mueven, el líquido endolinfático manda señales de percepción de espacio y movimiento al cerebro; el líquido endolinfático debe entonces comprimirse como respuesta a las vibraciones provocadas por los sonidos. Pero en la enfermedad de Ménière, en lugar de reaccionar conforme a las vibraciones sonoras, el líquido endolinfático interfiere con las señales de equilibrio y audición causando los síntomas previamente mencionados.
A pesar de ser de etiología desconocida, tiende a ser de una alta incidencia hereditaria ya que parece presentarse en varios miembros de una familia. Similarmente algunos investigadores piensan que la enfermedad se presenta como resultado a alergias, reacciones autoinmunitarias y constricciones vaso sanguíneas.
El diagnóstico se basa en una extensa y detallada historia clínica por parte del médico especialista en oído, nariz y garganta, el otorrinolaringólogo; quien adicionalmente le hará otras pruebas de diagnóstico tales como la resonancia magnética y pruebas de audición no solo para confirmar el padecimiento sino también para poder descartar cualquier otra patología.
Los medicamentos más usados para tratar el mareo son el Diazepam, el Lorazepam y algunos diuréticos; también se recomienda realizar modificaciones en la dieta para reducir el consumo de sal, chocolate y alcohol.
Otras fuentes científicas sugieren el uso de antibióticos como la gentamicina y corticosteroides. Otro recurso es el quirúrgico el cual tiene como propósito descomprimir el saco endolinfático para que los ataques de vértigo sean menos frecuentes.
En otros casos donde los ataques de vértigo son casi esporádicos, existen otras medidas que pueden ayudar al paciente para que pueda mejorar algunos de los síntomas de esta enfermedad. Por ejemplo, sentarse o acostarse cuando se sienta el mareo, descansar unos minutos durante y después de los ataques, abstenerse de fumar, de tomar alcohol y de usar constantemente audífonos; ya que la frecuencia sonora dentro del canal auditivo puede provocar vibraciones que son detectadas e interpretadas incorrectamente y de manera exponencial.
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