Por Abigail A. Correa Cisneros.
Una catástrofe ambiental sucedió a principios de mes en Ohio, Estados Unidos, cuando un tren que transportaba químicos descarriló y se incendió. Así han catalogado el accidente que provocó que más de cinco mil personas del poblado East Palestine, que era el más cercano al lugar, evacuaran la zona, debido a la toxicidad del cloruro de vinilo que, entre otras cosas, era lo que transportaban los vagones.
Todavía es precipitado afirmar que se trata de una catástrofe al nivel de la de Chernobyl (1986), como mucha gente ha expresado en las redes sociales. Sin embargo, el derrame de los químicos fue opacado en los medios de comunicación por el derribo de naves no identificadas que sobrevolaban territorio estadounidense.
Las autoridades minimizaron la peligrosidad del derrame tóxico, y de su combustión provocada, pero expertos sanitaristas como Lynn Goldman, decana de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Washington, advierten que las partículas invisibles de este gas que persisten en el ambiente son más peligrosas que los vapores resultantes de su quema.
Las autoridades permitieron que los pobladores regresaran a sus hogares, haciéndoles sentir seguros. Pero cientos de cadáveres de animales se encontraron en la zona de catástrofe y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) admitió que esas sustancias se estaban filtrando hacia las vías fluviales cercanas y muchos peces murieron casi de inmediato.
La EPA publicó una lista completa de los químicos tóxicos que se liberaron cuando el tren de carga se descarriló el tres de febrero. La mayor parte de la carga era de cloruro de vinilo, un gas incoloro que se usa para fabricar plásticos de cloruro de polivinilo (PVC) y es altamente inflamable y se descompone para producir humos tóxicos. Según la Biblioteca Nacional de Medicina, también es cancerígeno y puede causar serios problemas de salud.
Otros vagones trasladaban líquidos combustibles: acrilato de butilo y residuos de benceno, sustancias que pudieron haberse filtrado hacia cursos fluviales cercanos, aunque desde la EPA aseguran que los marcadores de contaminación no arrojan niveles preocupantes.
También había acrilato de butilo, un líquido transparente que se utiliza para fabricar pinturas, selladores y adhesivos. Es inflamable y puede causar irritación en la piel, los ojos y las vías respiratorias.
Igualmente, se encontró acrilato de etilhexilo, líquido incoloro que también es utilizado para fabricar pinturas y plásticos. Puede causar irritación cutánea y respiratoria y, bajo calor moderado, puede producir vapores peligrosos.
Otro líquido incoloro que formaba parte de la carga era monobutilo de etilenglicol, que se usa como solvente para pinturas y tintas, así como para algunas soluciones de limpieza en seco. Se clasifica como sumamente tóxico, capaz de causar lesiones graves o permanentes y altamente inflamable. Los vapores pueden irritar los ojos y la nariz, y la ingestión puede causar dolores de cabeza y vómitos.
Mientras se reportaban otros hechos, los relacionados con el globo chino y los objetos voladores no identificados sobrevolando el espacio aéreo de Estados Unidos; durante la conferencia ofrecida por el gobernador de Ohio, Mike DeWine, fue detenido el periodista Evan Lambert, solamente por transmitir la conferencia en vivo.
Es difícil calificar la magnitud del problema ambiental provocado por la negligencia de las empresas. Posiblemente también la afectación a la salud de miles de personas, porque a pesar de que el gobierno dice que no hay problema tras lo ocurrido, es temprano todavía para afirmar que todo está bajo control.
Los residentes de la zona se han quejado de dolores de cabeza y malestar desde el descarrilamiento. Una demanda federal presentada por dos residentes de Pensilvania busca establecer un sistema de vigilancia sanitaria para los residentes, según reportó The Associated Press, y a pagar los cuidados correspondientes a quienes se encuentren en un radio de 50 kilómetros.
Hablamos de negligencia porque ya se había advertido que urgían actualizaciones del sistema de frenado para los trenes que transportan materiales peligrosos. La operadora del tren accidentado, Norfolk Southern, una de las principales compañías ferroviarias de Estados Unidos, bloqueó junto con otras, una norma federal de seguridad que, precisamente, buscaba actualizar los sistemas de frenado que datan de los tiempos de la Guerra Civil (1865).
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