Leticia Trejo es profesora de Yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo.
Por: Leticia Trejo.
Hace muchos años se empezó a hablar de forma más general acerca de las hormonas. Antes se referían a ellas cuando se trataba de una mujer con un “desequilibrio” hormonal. Después se empezó a dar importancia a las hormonas cuando los problemas por estrés aumentaron o se empezaron a tomar en cuenta. Entonces se decía que había hormonas buenas y hormonas malas: el cortisol, la adrenalina y la noradrenalina eran las malas. La serotonina, las endorfinas y la dopamina, eran las buenas. Hoy solo nos vamos a referir a la dopamina.
La dopamina es un neurotransmisor de suma importancia para el sistema nervioso central en los mamíferos. Regula diversas funciones como la conducta motora, la emotividad y la afectividad. Es frecuentemente considerada como la causante de sensaciones placenteras y de relajación y resulta que se encuentra distribuida en diferentes regiones de nuestro cerebro y en cada zona desempeña un papel diferente.
Gracias a la dopamina el metabolismo se puede regular y es clave para los procesos de seducción, sexualidad y deseo. Ayuda a la memoria y a la creatividad. Las personas con una adecuada producción y distribución de dopamina son más extrovertidas y valientes. Cuando nos enamoramos aumenta la producción de dopamina (¿o cuando aumenta la dopamina nos enamoramos?).
Parece una super hormona, ¿verdad? Bueno, aquí es en donde hay que tener mucho cuidado porque si la dopamina está muy alta o muy baja genera varios problemas:
Dopamina muy alta: La persona puede ser propensa a tomar decisiones abruptas que representen un riesgo, disfrutar emociones fuertes, conductas intensas como aventarse de un paracaídas.
Dopamina muy baja: Está ligada a la obesidad ya que las personas con sobrepeso cuentan con menos receptores de dopamina en el cerebro, por lo tanto necesitan comer más para llegar a sentir un nivel de satisfacción y saciedad. Los niveles bajos de esta hormona están también relacionados con ansiedad para socializar y sentir apatía. Incluso se ha demostrado que también tiene que ver con la enfermedad de Parkinson.
Para mantener niveles saludables de dopamina se recomienda:
Evitar las bebidas estimulantes del sistema nervioso (incluido el café en exceso).
Practicar actividades que se relacionen con la alegría, por ejemplo bailar.
Tener un diario de gratitud, escribir tres o cuatro cosas por las que estás agradecido el día de hoy (y así cada día).
Disminuir el consumo en exceso de los tres venenos blancos: harinas refinadas, azúcar y sal refinadas.
Tener una rutina de preparación para dormir largo y tendido (cenar temprano y ligero, bañarse antes de ir a la cama, tener la recámara limpia y ordenada, dejar el celular lejos de la cabecera).
Me gusta pensar que no todos nuestros problemas tienen que ver con un “mal comportamiento” sino que ese comportamiento también puede ser provocado por un desequilibrio hormonal. ¿Y tú, cómo cuidas tus hormonas?
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Por Leticia Trejo
Importantes cadenas de periodismo serio y profesional han escrito acerca de las fascias, que es el tejido conectivo que une cada una de las fibras musculares de nuestro cuerpo. Tanto la BBC de Londres cómo la DW de Alemania han publicado incluso documentales al respecto. ¿Cuál es el motivo del interés en este tema?
El incremento del dolor corporal alrededor del mundo, por ejemplo, el dolor de espalda, que es una de las principales causas de ausencia laboral e incapacidades en los espacios de trabajo.
Las fascias son un tejido deslizante que permite la sana movilidad entre las diferentes capas de músculos. Su aspecto es cómo hojas o membranas con múltiples capas de líquido entre ellas, principalmente colágeno y ácido hialurónico; las fascias cubren y unen músculos, huesos, vísceras, vasos sanguíneos y nervios de forma continua e ininterrumpida, esto quiere decir que si tú te lesionas una pantorrilla estás afectando otras partes del cuerpo y la simetría del esqueleto.
Las fascias sanas son elásticas y suaves, y permiten un movimiento óptimo, fluido y eficiente de músculos y articulaciones. Desgraciadamente las emociones intensas y exageradas afectan a las fascias, se tensan de forma crónica, se encogen y se acortan lo cual afecta el funcionamiento de los receptores nerviosos que a su vez emiten señales de dolor por los cambios que se generan en estos tejidos, ya sea en el mismo lugar de la tensión excesiva o en otro punto distante.
Existen tejidos conectivos más propensos a nuestras emociones, cómo los que forman los músculos del piso pélvico, del psoas y del diafragma torácico afectando entonces nuestra respiración. ¿Te ha pasado que quieres llorar y empiezas a gemir cómo si tuvieras hipo? Y si estás con alguien enseguida te dice “respira por favor, inhala y exhala”, pero tú no puedes, eso ocurre porque el psoas pasa por una contracción que afecta al diafragma.
¿Cómo saber si tu dolor es muscular, articular o son tus fascias? El dolor muscular agudo empeora si te mueves y por eso se recomienda reposo. Pero en el caso de las fascias mejoran con ejercicios de movilidad, entrando a una alberca de agua tibia o con terapia de calor. Si son las fascias las que duelen basta darnos una ducha de agua caliente y realizar estiramientos suaves.
¿Qué puede lastimar tus fascias?
Hacer poca actividad física (o no calentar y enfriar cuando entrenas)
Adoptar posturas forzadas y sostenidas durante largos periodos de tiempo
Hacer movimientos repetitivos
Sufrir traumatismos, cómo alguna cirugía, golpes, dolor menstrual o una mala digestión.
Estar pasando por momentos de tensión emocional intensos en donde el estrés rebasa nuestra capacidad de gestionarlo.
Estar pasando una etapa de mala calidad del sueño.
Si quieres saber más sobre estos importantes tejidos conectivos busca bibliografía sobre el desarrollo de la consciencia corporal.
Leticia Trejo es profesora de Yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo.
Por Leticia Trejo.
En esta entrega escribo un poco de la mente. La semana pasada escribimos sobre el cerebro como ente fisiológico y regulador de todo el organismo, pero la mente es su compañera inseparable y es la mente, y lo que he guardado en ella, lo que hace del mundo mi propia versión del mundo y no hay nadie en él que haya vivido lo que yo he vivido por lo que cada uno de nosotros tiene su propia versión y lo que se cuenta así mismo de ella.
Por cientos de años los sabios orientales y occidentales han descrito a la mente y sus funciones, y si leemos un poco al respecto nos daremos cuenta lo complejo que es intentar entenderla.
En la pandemia se desataron los problemas mentales lo cual se notaba en el incremento de la violencia intrafamiliar, la angustia, el miedo, la ansiedad y con ello los síntomas físicos de estos estados perturbados: insomnio, desórdenes gastrointestinales y dolor corporal, entro otros.
Entonces los especialistas empezaron a recomendar cuidar la salud mental. Pero no es solo por la pandemia, el COVID sólo mostró algo que ya se venía gestando hace décadas. Por eso es que me gustaría aclarar que debemos cuidar ambas partes de nuestro sistema operativo. De nada sirve ir al psicólogo si no cuidamos a nuestro cerebro, y cuidar al cerebro no es la solución si no desarrollamos el autoconocimiento y el discernimiento que nos permite reconocer patrones de pensamiento improductivos de los productivos. Mis sugerencias son:
Aprecia el momento presente, dice Lao Tsu que si estás deprimido estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo en el presente. Encuentra alimentos que nutran a tu cerebro y aléjate de la comida que lo daña.
Ve a terapia, explora las diversas metodologías para promover el autoconocimiento, cada vez hay más formas de descubrirnos.
Al cerebro le viene bien el descanso, activar el sistema nervioso parasimpático, existen muchas herramientas, empezando por retomar aquellas actividades lúdicas y artísticas que tanto disfrutabas de joven.
Desarrolla el testigo, que observa sin juzgar, sin calificar, sin criticar, es tu mejor amigo para guardar silencio y cultivar las pausas, pensar antes de hablar.
Recuerda que esta salud y bienestar tanto del cerebro cómo de la mente tiene grandes frutos en el largo plazo: vivir una vida plena.
“Los pensamientos no son la esencia de la existencia mental; son sólo una actividad de la naturaleza mental”.
Sri. Aurobindo
“El futbol soccer es un deporte activo. La mente es una actividad. El futbol requiere números ingredientes para operar como tal: campos de juego, directivos, jugadores, una pelota, árbitro, jueces de línea, reglas, entrenadores, empresarios, por solo mencionar lo que parece más importante. La mente también requiere un sinnúmero de ingredientes para ser operativa: un ámbito, ciertas condiciones, materia prima, luz, recuerdos, experiencias, capacidad de síntesis y análisis, un sistema nervioso (cerebro) un ente que centralice, etc. Pensar, imaginar, conocer, discernir, entender, concebir, creer, opinar, soñar, idear, cavilar, proyectar, razonar, o sea, casi todo nuestro mundo interior está relacionado con la mente”.
Mauro Kuntz
Leticia Trejo es profesora de Yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo.
Por Leticia Trejo.
Mi hermana Pilar Trejo es una de mis grandes maestras, ella me acercó al Budismo Tibetano. Desde muy temprana edad se dio cuenta de la importancia de la regulación emocional, de poner en orden a la mente y del valor del autoconocimiento. Tuvo en su haber experiencias muy fuertes de estar a punto de morir y las secuelas que éstas dejan en la psique de las personas.
Todo esto la llevó a estudiar Psicología y a especializarse en diversas áreas, entre ellas la Tanatología, que consiste el estudio de la vida que incluye a la muerte: Thanatos (muerte) y logos (estudio o tratado) de origen griego. El objetivo de ésta disciplina es proporcionar ayuda profesional a pacientes en etapa terminal y a sus familias.
La ciencia siempre inventa que inventa, es decir, algunas veces se atribuyen descubrimientos que en realidad no lo son y la Tanatología es uno de ellos. En 1992 salió a la venta El libro tibetano de la vida y la muerte que es un exhaustivo trabajo del maestro de meditación budista y conferencista internacional, Sogyal Rimpoche, en donde comparte poderosas y sencillas prácticas de la tradición tibetana para el buen morir. Cabe mencionar entonces, que la filosofía budista que contiene este conocimiento data de hace más de 3 mil años A.C. Así que reflexionar sobre la forma en que vamos a morir no es un pensamiento moderno.
Sí, sí existe el concepto de morir con bienestar. Toda la filosofía contenida en este preciado libro se dedica a explicarnos qué es lo que tendríamos que hacer para dejar este plano terrenal sin ningún pendiente. Durante nuestra vida aplazamos decisiones importantes pero incómodas y cuando estamos a punto de morir resurgen con fuerza los rencores, los arrepentimientos, la culpa, lo que no hicimos (por ejemplo: pedir perdón) y esto pesa tanto que la agonía se prolonga por días o quizás meses generando dolor y sufrimiento para nosotros y para nuestros seres queridos.
Mi hermana, quien ha apoyado a muchas familias que han sufrido o están sufriendo la pérdida de un ser amado, me cuenta que la persona que está a punto de morir no logra trascender de forma serena y tranquila este paso si existen en su historia asuntos sin resolver.
El maestro de Yoga, Ramiro Calle, originario de Madrid, a sus 80 años dice en una entrevista reciente que debemos contemplar cuatro aspectos vitales para el buen morir:
Paz Interior, precisamente es el resolver asuntos pendientes y haber aprendido que todos los seres somos dignos de ser amados y lograr la tranquilidad. Salud mental y emocional, que es cuidar al órgano cerebral cómo ente fisiológico, pero también la regulación de la expresión de sentimientos y emociones. El cuidado del cuerpo hasta que decaiga de forma natural de alguna enfermedad relacionada con la vejez.
Optimizar tus relaciones con tus seres queridos, no dejes asuntos pendientes con nadie ni dentro ni fuera de tu familia, pero principalmente con las personas más cercanas, deja el orgullo y la arrogancia y acércate a ellos.
Lo cierto es que tristemente vivimos en una sociedad que siente aversión por la vejez y que muchas veces abandonamos a nuestros ancianos cuando más nos necesitan, cuando están más vulnerables, y esto también se debe a que algunas personas llegan a la vejez en un estado pésimo de salud física y emocional. Sigamos reflexionando en un bienestar integral para llegar a la edad dorada en mejores condiciones.
Leticia Trejo es profesora de Yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo.
Por Leticia Trejo.
Durante mucho tiempo pensé que el término “SPA” era algo de los norteamericanos, de quienes admiro su capacidad de sistematización y comercialización de conceptos, pero resulta que no, SPA tiene varios significados.
Uno de ellos es “balneario” y procede de una ciudad belga en la provincia de Lieja que desde los romanos era conocida por sus baños termales. Lugar a donde más tarde llegaban los aristócratas de las cortes europeas. Pero también se dice que es un acrónimo de la frase en latín sanum per aquam acuñada en el Imperio Romano, y en otras investigaciones dicen que podría proceder del latín esparguere que significa “derramar” o “esparcir”. Me gusta la traducción al español Salud por Agua, ya que sí, efectivamente estoy convencida de que el agua tiene todo que ver con nuestro bienestar.
Lo cierto es que todos los seres disfrutamos el contacto con este elemento (a menos que se tenga una enfermedad o condición especial y, por el contrario, el agua genere aversión). Tibia o caliente suaviza los tejidos conectivos y quita la sensación de rigidez, fría o helada es un gran estimulante del sistema nervioso; muchos médicos recomiendan un baño caliente cuando se está padeciendo algún cuadro de enfermedad, y sabemos que el agua fría es buena para bajar la temperatura. Y en casos de desintoxicación un buen lavado colónico hace una gran diferencia en la salud y el estado de ánimo de quienes lo reciben.
Según el filósofo Tales de Mileto el agua es el primer principio creador de vida y movimiento, generador de todo lo que está vivo. Y, según él, el agua cubre ciertos requisitos que no dejan lugar a dudas acerca del carácter divino de este elemento, por eso hay tantas deidades en muchas culturas que representan el poder de este componente de la naturaleza, cómo el Dios Tláloc en México, Yemayá en Cuba o Varuna, Dios del océano en India.
El agua está involucrada en todos los procesos biológicos y bioquímicos de la vida. Se nos enseña que somos 75 por ciento agua y muchas personas se imaginan el agua tal y cómo sale de la llave, pero en realidad este dato se refiere a que estamos hechos de sustratos líquidos, en los que se involucra el agua, por ejemplo: la sangre, el líquido linfático, el semen, la orina, el líquido cefalorraquídeo, la saliva, etc. Y la calidad de estos sustratos es muy importante. Cuidar los tres pilares de la salud del cuerpo logrará que ese 75 por ciento esté lleno de potencia y energía y estos son: nutrición, actividad física y descanso.
En otras columnas hemos mencionado la importancia de la hidratación adecuada, con agua nutritiva, que es, mejor dicho, el suero casero que si repone lo líquidos perdidos durante el día: un litro de agua, dos o tres limones (depende el tamaño), una pizca de sal de mar, una pizca de bicarbonato de sodio y jarabe de agave moderadamente para endulzar. Este suero también mantiene la salud de los riñones y las vías urinarias.
Y también quiero agregar que, cómo entrenadora física, recomiendo mucho a las personas ir a una alberca, pero no a nadar con objetivo de metros o tiempo, sino a disfrutar del contacto del cuerpo con el agua, pueden caminar de frente y de espaldas, o de forma lateral en ambos lados y mover los brazos bajo el agua, sobre todo las personas con artritis reumatoide o en recuperación de cirugía articular se ven beneficiados de los ejercicios en la alberca, así como personas con ansiedad o depresión.
Tomar agua nos da vida, pero tomar conciencia nos dará agua.
-Anónimo.
Leticia Trejo es profesora de Yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo.
Por Leticia Trejo.
Cuando estudié la secundaria, mis materias favoritas eran las que me costaba trabajo entender en su totalidad, pero que lo poco que entendía me fascinaba: Biología y Química. Los procesos de la creación de la vida, pero también de su mantenimiento y su disolución me han parecido siempre atrayentes, es uno de los motivos por los que me he dedicado al bienestar integral.
La conservación y la protección de nuestro organismo forma parte de un instinto primitivo y primordial de supervivencia, salvaguardar la vida de las amenazas naturales y las creadas por el mismo hombre que, tristemente, veo que va desapareciendo generación tras generación. La palabra importante y también difícil del día de hoy es: antioxidante.
Un antioxidante es una molécula capaz de retardar o prevenir la oxidación de otras moléculas. El proceso de oxidación es una reacción química natural en el que las células mueren y son desechadas para que nuevas células ocupen su lugar.
Las células que son desechadas y circulan en el organismo se llaman radicales libres y debemos regular su producción porque cuando proliferan en grandes cantidades provocan que una mayor cantidad de células sanas mueran generando un mayor deterioro de nuestro organismo, en palabras comunes, aceleran el envejecimiento celular. Aunque las reacciones de oxidación son cruciales para la vida, el incremento de las mismas es perjudicial.
Es por esto que vemos una gran cantidad de publicidad acerca del consumo de antioxidantes: consuma vitamina C todos los días, consuma vitamina E para retardar el envejecimiento prematuro; enzimas, catalasa, superóxido dismutasa, etc.
Para no complicarnos con más palabras difíciles es más fácil saber que de nada va a servir que se consuma una gran cantidad de antioxidantes si no se han eliminado las causas por las que la oxidación celular se acelera y tenemos cinco ganadores (solo por mencionar algunos) de los hábitos más dañinos que activan el envejecimiento:
Fumar, uno de los mejores antioxidantes es el OXÍGENO, y fumar destruye a los alveolos y a los vasos capilares impidiendo que el oxígeno rejuvenezca a la piel y a los órganos internos.
Consumir alcohol en exceso, el alcohol coagula la sangre volviéndola más densa y pesada, afecta la circulación y causa hipertensión, no es necesario decir más.
Consumir en exceso los cuatro jinetes del apocalipsis nutricional: azúcar refinada, sal refinada, harinas refinadas y lácteos.
No dormir y/o descansar de forma adecuada.
No hidratarnos de manera apropiada.
En cuanto a consejos para evitar el envejecimiento prematuro siguen siendo los más importantes para el mantenimiento de la salud: actividad física, nutrición y descanso adecuados, pero también nuestras actitudes pueden ayudar a evitar la oxidación en masa así que mantener una actitud positiva, sonreír más seguido y desarrollar un pensamiento flexible son recomendaciones al alcance de todos.
Les sugiero que visiten en YouTube el canal oficial del doctor Daniel Gregory Amen y es especialista en trastornos cerebrales, es cinco veces el autor más vendido del New York Times desde 2012 y él afirma, con evidencias científicas, que la salud del cerebro es primordial para adquirir hábitos saludables y volver a sentir que queremos preservar nuestra vida, no por obligación, son porque así lo queremos.
Leticia Trejo es profesora de yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo.
Por Leticia Trejo
El término metabolismo se le atribuye al naturalista, fisiólogo y anatomista prusiano Friedrich Theodor Schwann, considerado uno de los fundadores de la teoría celular y que nació un 7 de diciembre de 1810. Pero, ¿por qué es importante que quienes no somos científicos nos familiaricemos con el término metabolismo?
En esta columna hemos escrito sobre salud y bienestar, sobre alimentos saludables, ejercicio y regulación emocional resaltando la importancia de cuidar nuestra salud, prevenir y lograr una mejor calidad de vida, pero quizás no hemos tocado el tema del proceso interno que estamos beneficiando cuando adquirimos mejores hábitos de preservación.
El término metabolismo hace referencia a todos los procesos físicos y químicos del cuerpo que convierten o usan energía, tales como:
Respiración
Circulación sanguínea
Regulación de la temperatura corporal
Contracción muscular (para movernos de forma eficiente)
Digestión de los alimentos y nutrientes
Eliminación de los desechos a través de las heces y orina
Funcionamiento del cerebro y los nervios
Estos complejos procesos interrelacionados (que se afectan los unos a los otros) son la base de la vida a escala molecular y permiten las diversas actividades de las células cómo crecer, reproducirse, mantener sus estructuras y responder a los estímulos.
Mi interés personal en este tema es que cada vez conozco más personas que han sido diagnosticadas con la enfermedad del Síndrome metabólico, y ¿sabes cuáles son los factores de riesgo para contraerla? Tener problemas de circulación, tener diabetes, sobrepeso y obesidad, niveles altos de colesterol o triglicéridos, es decir, una sola de estas enfermedades crónico degenerativas no significa que ya tengas síndrome metabólico, pero la suma de varias de estas que se presentan al mismo tiempo SI.
En este caso, si ya te diagnosticaron síndrome metabólico, necesitas urgentemente cambios radicales en tu estilo de vida, ya no valdría que solo tuvieras un régimen de alimentación saludable, o que solo empezaras a hacer ejercicio, si ya sumaste dos de las enfermedades crónico degenerativas debes aplicar toda tu fuerza de voluntad, tu espíritu guerrero, tu amor por la vida en adquirir nuevas formas de relacionarte contigo mismo y con el universo, pedir apoyo, ser constante, disciplinado y paciente.
La espectacular forma en que nuestras células pueden auto repararse depende de que tú les des los medios adecuados. El aprecio por la vida puede empezar en este momento: ¿ya tomaste agua el día de hoy? ¿saliste a caminar? ¿tienes verduras en tu refrigerador? ¿ya no gastas en bebidas azucaradas? Cuida tu metabolismo y él se encargará de que tú sigas disfrutando la vida y la presencia de tus seres queridos.
“Con la esperanza de llegar a la luna, los hombres no ven las flores que crecen a sus pies” (Albert Schweitzer)
Leticia Trejo es profesora de Yoga y entrenadora personal. Foto: Archivo.
Por: Leticia Trejo.
Los budistas hablan de la atención plena para referirse a estar completamente presentes en los acontecimientos, personas, emociones, sentimientos, pensamientos y acciones, en el hinduismo se dice que los sabios no se dejan distraer ni por el pasado ni por el futuro, en el catolicismo nos invitan a practicar la contemplación, pero en realidad la versión más popular de este concepto la tuvo Eckhart Tolle (Escritor y guía espiritual de origen alemán) cuando escribió su libro El poder del ahora.
Pero todas estas formas de invitarnos a estar presentes no son conceptos o ideas, son prácticas activas, consistentes y permanentes que nos ayudan a entrenar a nuestra mente a la disminución de su agitación natural. Y cómo bien escribe Tolle pueden llevarnos al cese del sufrimiento, él mismo estaba pasando por un periodo de depresión y pensamientos suicidas cuando tuvo la revelación que lo llevó a escribir este libro.
Pero entonces, ¿cómo se está aquí y ahora?, ¿cómo mantengo una atención plena y cómo puedo apreciar y valorar la práctica de la contemplación? Y sobre todo: ¿qué tienen que ver estas prácticas con mi salud, bienestar y felicidad?
En esta entrega de un tema tan vasto voy a poner el ejemplo del sentido del gusto y el desarrollo del sexto sentido de la propiocepción o intracepción.
La atención plena se puede entrenar cuando vamos a llevarnos un alimento a la boca. Alguna vez mi dentista me explicó que muchos de los problemas digestivos que tenemos se deben a que no nos damos el tiempo de que los sentidos se involucren en el proceso de ingesta de los alimentos, tragamos rápidamente y sin prestar atención al proceso, incluso, estamos contestando correos o mensajes mientras “nos alimentamos”, si queremos que la alimentación se convierta en un proceso nutritivo eficiente debemos estar presentes en cada paso:
Detenernos a observar lo que vamos a llevarnos a la boca: colores, formas, texturas.
Antes de que el alimento entre a la cavidad bucal hay que olerlo unos segundos.
Una vez que entra a la boca debemos masticar entre 15 y 21 veces cada bocado, percibir todas las densidades, dimensiones, texturas y sabores además de dejar que vaya pasando poco a poco hacia la tráquea.
La postura al comer debe ser columna erguida y centrada.
Una vez que hemos terminado la masticación realizar una o dos respiraciones largas y continuar.
Me contaba mi dentista que este proceso de presencia al momento de comer puede disminuir o evitar el sobrepeso o episodios de gastritis, colitis, indigestión, ansiedad, tristeza y otros males que aquejan a la sociedad moderna, e incluso malformaciones en la mandíbula y alineación de los mastoides (porción de hueso que une a la mandíbula con el hueso temporal del cráneo).
Comer de prisa y sin poner atención no suma ni aporta beneficios, de verdad creo que nuestra comunidad se vería muy beneficiada si pudiéramos hacer más prácticas de estar aquí y ahora en cada actividad de nuestro día, sobre todo si decidimos disfrutar lo que hacemos para vivir, la atención plena nos puede ayudar a estar más saludables.
Leticia Trejo es entrenadora personal y maestra de yoga. Foto: Archivo.
Por: Leticia Trejo
La descripción oficial de Wikipedia dice que el “cuerpo” se puede describir por medio de la Anatomía que es una ciencia, rama de la biología, que estudia la estructura de los seres vivos, es decir, la forma, topografía (representación gráfica), ubicación, disposición y relación entre sí de los órganos que la componen.
La anatomía se basa ante todo en el examen descriptivo de los organismos vivos, no obstante, la comprensión de esta arquitectura implica estudiar también su función, por lo que se relaciona con la fisiología y forma parte de un grupo de ciencias básicas llamadas ciencias morfológicas (biología del desarrollo), etc. etc.
En su libro: el cuerpo tiene sus razones, Therese Bertherat, lo describe así:
“Nuestro cuerpo es nosotros mismos. Es nuestra única realidad tangible. No se opone a nuestra inteligencia, ni a nuestros sentimientos o a nuestra alma, de hecho, los expresa, los incluye, los arbitra. Así, tomar consciencia del propio cuerpo es darse acceso al propio SER, puesto que cuerpo, físico y psíquico, e incluso, fuerza y debilidad no representan la dualidad del SER sino su UNIDAD”
Se ha sostenido, desde una perspectiva neo humanística, que una cultura del cuerpo contemporánea puede ser entendida como un fundamental aprendizaje y construcción de sí mismo, cómo cultivo de valores básicos de expresión personal y de relación social a través de las experiencias corporales. Dichas experiencias son elaboradas por el ser humano en lo que podríamos llamar “el arte de vivir el cuerpo”. Estas elaboraciones provienen del cuerpo, se dan a través de y para el cuerpo, cuyo propósito es la expresión del pensamiento, sentimiento y movimiento (acción) en relación consigo mismo, con los otros y con su medio ambiente. (J. Arlés G. Universidad de Santo Tomás de Aquino, Bogotá-Colombia).
Mi reflexión el día de hoy es: ¿Por qué si el cuerpo es en donde podemos expresar todo lo que somos, sentimos y pensamos lo maltratamos tanto? No me refiero a tener una obsesión por la salud, sino a los básicos cuidados que requiere nuestro organismo, cubrir todas sus necesidades y tratarlo con inteligencia.
Según el hinduismo, el budismo y el taoísmo, todo cuerpo vivo está rodeado por un patrón holográfico de energía, que aporta información para el desarrollo de los seres humanos, desde el estado embrionario hasta su vejez. Este patrón holográfico, que posteriormente ha sido comprobado por la ciencia occidental mediante la visualización utilizada por la fotografía electrográfica Kirlian, para cuerpos de alta frecuencia, alto voltaje y bajo amperaje, muestra emanaciones brillantes, o “aura”, o “campo bioenergético” o “campo electromagnético luminoso” lo cual demuestra que, efectivamente, somos energía, y podemos alcanzar cierto poder físico que nos acerca a la felicidad y finalmente al despertar de la consciencia, siempre y cuando le demos lo que necesita (Osho, 2012).
En conclusión, nos damos cuenta que el cuerpo ha sido, es y seguirá siendo un campo de investigación muy amplio y que no solo los investigadores deberían estar interesados en ello; nosotros, que somos los que lo habitamos haríamos bien en mostrar un mayor interés, creo que entre mejor conozcamos a nuestro cuerpo tendremos más precisión en saber lo que necesita de nosotros.
Leticia Trejo es entrenadora personal y profesora de Yoga. Foto: Archivo Laguna.
Por Leticia Trejo
El primer signo de vida de todo ser viviente es la respiración, es el oxígeno el primer nutriente que recibe nuestro organismo y también es el iniciador de todos los sistemas energéticos del cuerpo, es cómo la perilla del calentador de agua de nuestra casa: puedes tener lleno el tanque de gas y un boiler de gran capacidad, pero si no giras la perilla hacia “encendido”, el agua caliente no saldrá nunca. El oxígeno es esa perilla que permite que las funciones se lleven a cabo en perfecta sincronía. Esto nos lleva a nuestra palabra importante: vascularización.
El oxígeno necesita conductos adecuados para llegar a todos los rincones que lo necesitan; viaja por las arterias, arteriolas, las venas, los vasos sanguíneos y los capilares. Todas estas estructuras tubulares tienen diferentes grosores y ritmos en los que fluye la sangre con los otros sustratos y con el oxígeno. Todos los tejidos de nuestro cuerpo necesitan de estos canales, por eso, cuando ocurren daños en alguna parte del recorrido nervioso o sanguíneo, encontraremos múltiples alteraciones en las funciones afectadas.
La vascularización es un proceso que se lleva a cabo gracias al sistema cardiovascular y linfático, por lo tanto, los tejidos logran estar irrigados y además se transportan las sustancias de desecho que serán eliminadas posteriormente.
Cuando una arteria no logra transportar y llevar el oxígeno hacia los músculos, huesos y estructuras del sistema nervioso, estas células no pueden sobrevivir y por ende tampoco cumplen su función característica, llegando así a afectar nuestra salud.
De modo que cualquier parte de nuestro cuerpo y organismo puede verse afectada por una vascularización deficiente, puede ser una articulación como la cadera o la rodilla, puede ser un grupo muscular cómo los cuatro músculos del cuádriceps, o puede ser un órgano cómo el hígado. ¿Cómo este sistema depende del sistema cardiovascular? eso es exactamente lo que debemos cuidar. Y ¿cómo podemos cuidar al SCV?
Sigamos conociendo estas palabras importantes que no deberían ser de uso y conocimiento exclusivo de los médicos sino del dominio general y vital de cada persona.
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