Eloisa Torres Rito originaria de San Cristóbal Zapotitlán guarda memorias de hace más de ochenta años. Foto: María Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina.
Detrás de las gafas, hay una mirada vivaz. Unas ligeras líneas se dibujan en su rostro luminoso y apacible.
El año de 1932 la vio nacer con el nombre de Eloisa Torres Rito, un 21 de noviembre, en San Cristóbal Zapotitlán, en el municipio de Jocotepec. Sus días de juventud fueron consagrados a las actividades de catequesis, del coro de la iglesia y a los acontecimientos en torno al templo. Ella perteneció al coro dirigido por don Daniel Cervantes, recuerda que cantaban Los misterios; Daniel les enseñó una misa completa en latín. Los ensayos eran acompañados por la orquesta.
También ensayaban zarzuelas, aún recuerda Choza y palacio, así se llamaba una representación en la que ella interpretó a una española.
“…Tiene fama Sevilla con su giralda…”- canta un trozo de lo que recuerda.
Muchas veces presentaron las zarzuelas en el curato de Jocotepec sobre un escenario de tablas.
La vida cotidiana estaba sujeta a las actividades religiosas. Durante el mes de mayo, mes de María; cantaban los misterios a diario, mientras que las encargadas de velar pasaban todo el día haciendo oración. Por eso antiguamente era común referirse a las responsables como cabeza de Vela porque era ese su cargo, velar durante todo el día asignado.
En el mes de junio, cantaban también los misterios todos los días, dedicados al Sagrado Corazón.
En los días de cuaresma, especialmente el viernes de dolores cantaban a la dolorosa:
Oh, madre dolorosa, paloma del desierto que aun después de muerto miraste al salvador.
Vertiendo del costado, purísimos raudales para curar los males del pobre pecador.
Por tantas amarguras y por congojas tantas postrados a tus plantas venimos a ofrecer no ya las frescas flores, ni alegre y dulce canto, solo copioso llanto que arranca el padecer.
Para la celebración del Corpus Christi cantaban el himno Pange Lingua. Lo hacían en latín, mientras que el sacerdote daba la bendición con el santísimo.
En aquellos años no había una escuela primaria como la hay ahora; Eloísa recuerda que venía una maestra y en un cuarto que rentaban y que pagaban con la cooperación de los padres tenían las clases. Ahí aprendió a leer con la maestra Tomasita y la maestra Alicia Gaspar y luego Elvira Torres que venía de Tizapán el Alto. Recuerda que solo estaba designado a impartir primero y segundo de primaria.
-De favor nos dio hasta tercero-, Eloísa era alumna destacada, le ayudaba a la maestra a poner frases en el pizarrón.
-¿Cómo hace el niño asustado?- Preguntaba la maestra.
A una sola voz los niños respondían -Aaaaa-
¿El sordito? Eeee; ¿y el que anda arando? Ooooo
Una mujer que no sabía leer, le pedía que le leyera libros de oraciones.
Una de las festividades que no se podían perder era la fiesta en honor del Señor del Monte en Jocotepec cada tercer domingo de enero. Recuerda que era un verdadero desafío.
Se iban en un camioncito con el techo descubierto, desde muy temprano y regresaban de noche luego de haber participado en la procesión y ver la quema del castillo. Allí en el patio de algunas amistades les permitían hacer fogatas para cocinar.
De chica, en las navidades esperaba junto con sus hermanas la llegada del Niño Dios colocando un plato en el nacimiento. A la mañana siguiente lo encontraba rebosante de colaciones, garapiñados y a veces un globo. Recuerda en una ocasión que a una niña le trajeron un corte de tela para que le hicieran un vestido. Eran unos dos metros de una tela llamada cabeza de indio; la tela traía rastros de una pequeña quemadura.
-Yo creo que en el cielo hubo un incendio-, dijo la niña tomando entre sus manos el retazo de tela.
En la memoria de esta mujer, están presentes los pasajes que le tocó vivir; ella conoce muy bien la memoria de los pobladores y las historias como la de la pareja que está sepultada bajo la palmera doble del atrio del templo.
Allí debajo de esa planta que tiene al menos 80 años de vida, está sepultada una pareja; Julio de la Rosa y Lola Aceves.
Julio era comisario. Fue la noche del Jueves Santo cuando llamaron a su puerta, Lola iba adelante y atrás Julio que iluminaba el camino con el aparato de petróleo.
Al abrir la puerta, un disparo de arma les quitó la vida. Algunos decían que fue por intereses de política.
Cuando los sepultaron, colocaron una pequeña palmera.
No se sabe en qué momento uno de sus troncos brotó otro brazo más que creció hasta completar dos palmeras prendidas de un solo tronco que las sostiene.
Refugiana, Franciscana, religiosa; esta mujer que aprendió de las letras y la música, lleva consigo sus recuerdos a través de su transparente mirada.
Caritina García Velasco es promotora de las letras y de la música originaria de San Cristóbal Zapotitlán. Foto: Teresa Medina Cervantes.
Por María del Refugio Reynozo Medina.
Aquél pequeño salón que en esos momentos cuando era niña me parecía grande, albergaba apilados en grupos, decenas de libros infantiles ilustrados. Yo comenzaba a leer y esperaba las tardes para que las puertas de ese lugar se abrieran. Éramos muchos los que íbamos a buscar las lustrosas imágenes que ahora no recuerdo con claridad. Hojeábamos por no sé cuánto tiempo cada uno de los libros y recorríamos con la mirada cada página.
Era el máximo momento de gozo con “patas arriba y panza abajo” sintiendo el fresco contacto del mosaico del piso acompañado del inolvidable aroma del papel.
Ahora veo ese local y me parece tan pequeño, ni quien pensara que ahí nos alcanzaba el mundo cuando éramos niños.
Esa fue la primera sala de lectura que hubo en San Cristóbal Zapotitlán; en ese local propiedad de don Heliodoro García Díaz.
-“Don Liodoro”, le decían algunos mayores. Pa Loyo, le decíamos mis hermanos y yo cuando íbamos a comprar a su tienda-.
Pa Loyo no solo era un emprendedor comerciante; su casa fue cuna de músicos, y en ese ambiente, con hermanos músicos; creció Caritina García Velasco, la responsable de aquella sala de lectura.
Cari como la llamamos todos, aprendió desde pequeña a tocar la guitarra, aprendía de todos los que tenía cerca. La primera guitarra que tuvo se la compró a un conocido.
La llegada de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús y el establecimiento de la Casa Magdalena Sofía en San Cristóbal, trajo para el pueblo progreso y apoyo espiritual para la comunidad. Cari se acercó a las letras por medio de las religiosas. También el avance en las habilidades para la música. Fue entonces que formó la estudiantina, cuyo uniforme formal fue obsequiado por María Yolanda Castillero, esposa del entonces Gobernador de Jalisco, Flavio Romero (1977 a 1983).
Por esos días también, la estudiantina de Cari ganó en un concurso que comenzó en Chapala y los llevó a la final al Teatro Degollado en Guadalajara. Recuerda que había estudiantes del Colegio Cervantes, Colegio México y muchos más.
Alguien les preguntó:
¿Ustedes de qué colegio vienen?
De San Cristóbal, dijeron con orgullo.
Como promotora de las letras y de la música, Cari fue testigo del apoyo hacia la comunidad de San Cristóbal, por parte del diputado en ese entonces, el licenciado Porfirio Cortés Silva, quien colaboró en muchas ocasiones con la estudiantina y los niños de la comunidad a través de los libros.
Cari tenía el impulso de estudiar la preparatoria, que ya podía realizarse en Jocotepec y lo hizo durante un semestre en el que muchas materias las pasó exenta de exámenes. Sin embargo, con la avanzada edad de sus padres, se vio obligada a abandonar su aspiración de estudiante.
-Me pesó mucho-. Dice con nostalgia. La mujer que a pesar de ello no paró en su deseo de progresar.
En algún momento hubo en San Cristóbal una banda de guerra, de la que Cari formaba parte. Con su tío Justino Larios aprendió sobre notas musicales, también aprendió corte y confección con Lupe, esposa de José Duples, que vivía en la comunidad. Recuerda que hizo muchos vestidos para los estrenos de las fiestas. También por medio de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, se acercó a la misión de catequesis, en la que continúa en medio de una convivencia con los niños.
Cari está ahí, en muchas partes siempre sonriendo. En el mostrador de la tienda que fuera de su padre, delante del altar en un abrazo de guitarra que precede al canto, o en medio de los rostros infantiles que asisten al catecismo.
-No somos eternos-. Dice cuando se alegra de compartir lo que sabe, para que perdure.
Predio cercano al Lago de Chapala, en San Cristóbal, Jocotepec, donde una constructora pretende construir departamentos. Foto: Armando Esquivel.
Armando Esquivel.- La construcción de departamentos frente al Lago de Chapala, en San Cristóbal Zapotitlán, Jocotepec, ha molestado a los habitantes, quienes denuncian la falta de socialización con la comunidad, problemas generados por el constante paso de camiones pesados y hasta invasión a la vía pública y zona federal por parte de la constructora.
Los habitantes colocaron una lona en rechazo a lo que consideran invasiones a zonas públicas. Foto: Armando Esquivel.
Fue durante la tarde del 3 de diciembre cuando los ciudadanos se reunieron al fondo de la calle Morelos, la bocina local anunciaba de la reunión en la que esperaban a funcionarios de los tres niveles de gobierno, aunque sólo llegó personal del municipio.
Al predio colindante con el lago, llegaron alrededor de 30 habitantes inconformes con la obra, para leer una serie de peticiones, mientras que por parte del Gobierno de Jocotepec asistieron José de Jesús Gaytan Cuevas, director de Desarrollo Urbano; Francisco Montaño, también de Desarrollo Urbano; el director de Ecología, Daniel Alejandro Garavito Espinoza; el regidor, Hugo David García Vargas y Rogelio Rámos Pérez, Secretario general, en representación del presidente, José Miguel Gómez López.
Fueron varios los pobladores de San Cristóbal los que se reunieron en la zona de playa. Foto: Armando Esquivel.
“Información sobre los permisos de construcción de los desarrollos que se encuentran en los linderos de la zona federal, como todos sabemos, el principal y que nos tiene aquí es este desarrollo”, dijo uno de los habitantes como un punto petitorio.
Al respecto, las autoridades mencionaron que el desarrollo habitacional que contará con 44 departamentos, cuenta con todos los requisitos, asegurando que el desarrollo contará con una planta tratadora de agua y que no se encuentra invadiendo zona federal, por lo que no necesitan alguna concesión por parte de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), cosa que llamó la atención de los pobladores, pues los vecinos de la zona de la construcción, sí cuentan con una concesión federal.
“Ya no podemos cruzar para acá, ya nos quitaron el cerro, ya nos quitaron todo”, gritó una mujer durante la reunión.
Personal de Desarrollo Urbano y Ecología de Jocotepec, hicieron presencia con los habitantes. Foto: Armando Esquivel.
El director de Ecología, Daniel Alejandro Garavito, aseguró que en su dependencia no tienen ninguna denuncia de afectación en la zona, mientras que la Dirección de Desarrollo Urbano dijo que la constructora instalará una planta tratadora, que será sustentable y que dará beneficios a las zonas aledañas, y reafirmando que no hay una invasión federal.
“Para dar cumplimiento con lo que compete a la zona federal y el respeto que se le tiene a los niveles de gobierno, se les pide ese delineamiento y efectivamente lo aportaron. Hay una zona de la propiedad privada que se ve diezmada en metros cuadrados, en 375 metros, marcan ellos un poquito más de 400 pero una parte queda fuera, entonces, bajo esa circunstancia, la autorización viene sobre la parte que queda sin esa área afectada. La empresa solicita, la concesión para poder utilizar la zona como un área de amenidades, pero nada más, la zona que queda como propiedad privada es la que va a tener o albergar los módulos de departamentos, pero sí se cuenta con el documento”, dijo Francisco Montaño Asencio, coordinador de Desarrollo Urbano.
Algunos registros de cañería han quedado atrapados en el Lago, por lo que habitantes piden que primero resuelvan ese tipo de problemas, antes de aprobar fraccionamientos. Foto: Armando Esquivel.
Otra de las quejas es que la constructora tomó parte de la calle, quedando muy reducida para ampliar el desarrollo, cosa que confirmaron las autoridades presentes con dar una mirada a la vialidad. Además los habitantes dicen que el constante paso de camiones pesados ha dañado las calles y que hasta algunas casas ya han sido afectadas con cuarteaduras.
Los manifestantes llevaron firmas de la ciudadanía, con todo y huella digital, para comprobar que son varios los habitantes inconformes, mientras que el compromiso de las autoridades fue el realizar una reunión, que aunque los pobladores buscaron que fuera pública, al final quedó en lo privado.
Mientras tanto, los inconformes se dijeron decepcionados y lamentaron la falta de información por parte de las autoridades y la socialización para ponerles en su pueblo departamentos de lujo.
“Realmente me he dado cuenta de varias obras que nunca he tenido la información, al menos no se han hecho públicas, yo que soy muy activo en las redes sociales no tengo esa información, yo que soy jóven; el resto de mis compañeros tampoco tienen esa información por los medios que les tiene que llegar, menos las personas adultas que están más inconformes todavía. Es muy triste y doloroso, da coraje y da rabia”, opinó Aarón Reynoso, de 28 años, al ser entrevistado.
En las orillas al lago se han colocado alambrados en zona federal, mientras que al fondo se observa un gran muro de piedra, que impide el paso por las playas de San Cristóbal. Foto: Armando Esquivel.
Otros consideran que la zona poco a poco se irá privatizando y ya no podrá ser utilizada por los habitantes de San Cristóbal. “Es nuestra área recreativa, aquí bajan niños a jugar, ahora ya no veo que jueguen, por la obra, también eso están perjudicando, al rato ya va a ser privado para los del fraccionamiento y los del pueblo nos van haciendo a un lado”, dijo una de las pobladoras.
Aunque las autoridades aseguraron que no había ninguna invasión a zona federal, se llevaron el compromiso de hacer las revisiones pertinentes, mientras que los pobladores mantienen la idea de que se está invadiendo el espacio público, amenazando con radicalizar las acciones en caso de no ser atendidos.
“Nos han comentado, si no nos hacen caso, estamos dispuestos a hacer lo que ha sucedido en otras delegaciones, inconformarnos, parar la obra y que el pueblo sea escuchado”, compartió uno de los organizadores.
Sobre una plataforma, las estudiantes de secundaria zapatean con música de Jalisco. Foto: María Reynozo.
Por María del Refugio Reynozo Medina.
Desde las ocho de la mañana, por las calles principales de San Cristóbal Zapotitlán, en Jocotepec, se ven venir ataviados con carrilleras terciadas indistintamente niños y niñas. Están confeccionadas de papel cartoncillo negro, con rollos de papel metálico plateado simulando las balas, otras son de plástico. Algunas; las de los más pequeños llevan una fila de cacahuates de cáscara en el lugar de las balas.
Los niños llevan escopetas o rifles; uno de ellos lleva un profuso bigote de negro espesor que se toca en cada momento como para asegurarse de que sigue ahí; otro se acomoda el sombrero y sujeta con fuerza su rifle mientras va arriba de un carro alegórico.
Las cartas de la lotería en manos de los alumnos de primaria pintaron de colores el paisaje. Foto: María Reynozo.
Hay una fila de niñas pequeñas con el pelo trenzado y debajo del rebozo terciado cargan un muñeco de plástico a la usanza de las mujeres de nuestros antepasados que cargaban a los hijos en las espaldas.
Los carros alegóricos van con los estudiantes que representan a las mujeres y hombres de la Revolución. En una plataforma, las jovencitas de la secundaria con vestidos multicolores van sentadas acompañando a los guerrilleros que llevan su rifle a cuestas. En otra plataforma, una estudiante baila un zapateado vistiendo un traje de Jalisco.
El desfile conmemorativo de la Revolución Mexicana, lo encabezan las escoltas de la Escuela Primaria Niños Héroes y su Director Miguel Ángel Gabiño Castillo.
Son poco más de trescientos alumnos de seis a once años los que desfilan, además de los adolescentes de la Escuela Secundaria Foránea 66 Enrique Díaz de León, encabezados por la encargada, Maestra Leivi Diana Ramírez González.
Durante el desfile participaron más de trescientos alumnos tan solo de la escuela primaria. Foto: María Reynozo.
Ellos, los estudiantes de la Secundaria, hicieron del desfile el cierre de un proyecto integrador antecedido por múltiples actividades en las aulas. Durante el recorrido del desfile y a su cierre; mezclaron periódico mural, danza, el diseño de una mojiganga de Francisco I Madero y la caracterización de los personajes de la Revolución Mexicana.
En cada esquina algunos carros alegóricos se detienen para que el público conformado por mujeres adultas en su mayoría les aplauda. Muchas madres de familia van al lado del desfile proveyendo agua a los pequeños que marchan en un recorrido que dura alrededor de dos horas en donde la música, los colores, las tradiciones mexicanas y hasta el fútbol conviven para recordar a Zapata, Villa, La Adelita, la rielera y la Valentina.
Bernardo Rodríguez de la Luz, músico trompetista originario de San Cristóbal Zapotitlán, Jocotepec.
Por: María del Refugio Reynozo Medina.
Bernardo Rodríguez de la Luz, es originario de San Cristóbal Zapotitlán, perteneciente al municipio de Jocotepec. La música ha acompañado su vida; desde pequeño, estuvo rodeado de sonidos de instrumentos y notas musicales. Sus primeras lecciones de violín las tomó con Daniel Cervantes Pantoja, a la edad de 14 años.
Cuando iban a ser las fiestas patronales, don Daniel traía cantores de Guadalajara y de Ajijic; de este último lugar venía un hombre llamado Venancio. También traía un predicador muy famoso al que nombraban Medrano. En ese tiempo había un púlpito; ahí se subían a predicar los sacerdotes en las vísperas.
-Eran unas misas pontificales hermosísimas- recuerda este hombre, que emergió de una comunidad con raíces musicales.
Justino Larios fue un gran músico y compositor, él fue el autor del himno “Viva San Cristóbal”. Así como Ignacio Aréchiga, originario de San Luis Soyatlán, compuso el “Himno a San Luis”. Aréchiga también es autor de los misterios a la virgen que cantaban las mujeres del coro. Blas García, violinista de San Cristóbal, llegó a ser parte del Mariachi México. Salvador Ibarra era cantor, y un sacerdote se lo llevó a San Juanito de Escobedo y allá se quedó. Pancho Macías tocaba muy bonito el trombón. Nardo convivía mucho con Pedro Medina Cervantes, quien tocaba el piano; Pedro Medina estudió en la Escuela de Música Sacra y compuso “Un himno a San Cristóbal”.
Uno de los grandes maestros que Nardo tuvo, fue su tío Francisco de la Luz, con quien estudió trompeta, trombón y cello. A él, junto a su hermano les decían “Los panchos”, porque eran dos hermanos que llevaban el mismo nombre.
Entre el repertorio que Nardo interpretaba, había valses, marchas, óperas para zarzuelas y pasodobles. Así que, sobre esos suelos polvorosos y empedrados del poblado de San Cristóbal Zapotitlán, incontables veces se pudieron escuchar la “Caballería ligera” de Franz von Suppé, “Aires andaluces” de Guillermo Gómez o “Lucia di Lammermoor”, de Gaetano Donizetti.
Las dos grandes bandas que hubo en esos tiempos; la de la familia De la Rosa y familia De la Luz, ejecutaron piezas como Carmen, de Bizet, o los pasodobles Alfonso Gaona y Cielo andaluz.
Con la banda, Nardo recorrió poblados distantes y cercanos: Zamora, Cotija, Jiquilpan, Quitupan el Estado de Veracruz y Tamaulipas, son sólo algunos de ellos. Desde que se pactaba el contrato que la mayoría de ocasiones era verbal, se acordaba la asistencia de los músicos. En una permanencia de hasta doce días, los hombres aseguraban su viaje con ropa, cobijas y su uniforme que algún día fue con boina y chaqueta tipo militar.
En Ocotlán durante dos años consecutivos se transmitieron por radio las serenatas de las fiestas ejecutadas por la banda de San Cristóbal.
Los recuerdos de este experimentado músico están vivos; la época en la que florecieron las bandas y la música en medio de una comunidad con carencias, en donde la instrucción primaria llegaba hasta segundo grado. Ahí aprendió sus primeras letras, en la escuela que en ese tiempo era en la casa de Palemón Osorio, con el maestro Rubén Osorio como maestro de los niños.
-Es muy fea la ignorancia- dice Nardo, al recordar las pocas oportunidades que había.
Lo que la mayoría de pobladores hacían era trabajar en el campo, algunos la pesca, otros hacían trenza de palma, era común ver a algunos hombres platicando en las esquinas, mientras tejían la trenza de soyate que luego llevaban a vender a Sahuayo. Había mucha pobreza en el pueblo, eran muchos los huaraches que se veían con las correas rotas.
-Me debes- se decían unos a otros y se entregaban las rosas o claveles, a veces era la misma flor que iba y venía entre las manos de los enamorados. Para las fiestas, llegaban vendedores de flores. También, había quien las cortaba de sus casas o de un jardín a la pasada. El día que terminaron esa primera fase del kiosco, el padre Pedro Rivera pidió que tocaran las dos bandas para celebrar la inauguración de la obra.
En los tiempos de Nardo, los bailes eran con orquestas, en las bodas se bailaban valses y se servía pipián con pollo y arroz. Cada uno de los pasajes del San Cristóbal de aquellos años, está guardado en la memoria de este músico trompetista que a sus 82 años, vive de escuchar valses, pasodobles y de los conciertos a los que puede ir. Tararea cada una de las piezas cuando está fuera del escenario y su corazón se enciende al sonido de Siboney, Carmen y las notas andaluces.
Los niños realizaron actividades lúdicas de implicaciones matemáticas, conducidos por maestros voluntarios locales. Foto: María del Refugio Reynozo.
Por: María del Refugio Reynozo Medina.
María del Refugio Reynozo.- El pasado domingo 23 de octubre, las matemáticas salieron de las aulas para llegar a la calle. El Departamento de Matemáticas del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) de la U de G, en el marco del 55 Congreso Nacional de la Sociedad Matemática Mexicana, decidió sacar a las calles algunos principios de las matemáticas y convertirlos en juegos. Unos cincuenta niños y niñas a lo largo de la jornada, que duró unas tres horas, se dieron cita en la plaza principal de San Cristóbal Zapotitlán, del municipio de Jocotepec.
Coordinados por Miriam Bocardo Gaspar, Profesora Investigadora de la Universidad de Guadalajara, un grupo de maestros locales colaboraron para llevar actividades lúdicas a los menores que con curiosidad se acercaron a cada puesto instalado.
Para Miriam, especialista en el campo de las matemáticas, estas no son tan difíciles como se les piensa, el pensamiento matemático está en la cotidianeidad y se puede propiciar y fortalecer a través del juego.
Así, algunos niños pudieron armar rompecabezas apoyados por patrones que visualizaron; otros pudieron soltarse de una cuerda sin desatar el nudo, además del juego del sudoku con fichas de colores, que no solo fue la atracción de los menores, sino también de los adultos.
A sus 89 años, Dominga Larios, la operadora de la primera línea de teléfono de San Cristóbal Zapotitlán, mantiene vivos los recuerdos de su gran desafío.
Por María del Refugio Reynozo Medina.
Las mujeres de sus tiempos se dedicaban a lavar y planchar la ropa de los hombres de la casa; también a cocinar. “A veces me acababa una carga de leña en una planchada de mi papá y de mis hermanos”. En aquel tiempo de ausencia de energía eléctrica en San Cristóbal Zapotitlán, las planchas eran de hierro y se calentaban al fuego.
Dominga Larios Díaz no solamente se enfrentó a las cargas de ropa que lavar y que planchar; sino que además desafió sus miedos y se convirtió en la primera mujer que operó la también primera línea telefónica en el pueblo, para establecer una comunicación con el mundo exterior.
Fue el sacerdote Pedro Rivera Chávez quien le encargó esa responsabilidad y le dijo:
-Ya hablé con las personas de México y sí nos van a traer el teléfono –
Dominga sintió miedo; pero sabía que había que atender la voluntad del padre.
-Tu no vas a tener oídos- sentenció el párroco. Refiriéndose a la necesaria discreción, al tener acceso a las conversaciones ajenas.
“Las cartas vienen cerradas, los telegramas también, pero el teléfono es algo vivo, mucho cuidado con la boca”.
El padre Pedro le contó que le habían ofrecido colocarlo en la tienda de Carmen Mosqueda, pero no quiso porque a la tienda iban y venían muchas personas, que difícilmente, permitirían mantener la comunicación en el resguardo de la privacidad necesaria.
Minga como cariñosamente la llamaban, fue la elegida para resguardar la cabina que comunicaría a San Cristóbal con el mundo. La llegada de esa red de comunicación colocaba al pueblo en el escenario junto con muchas localidades de Jalisco.
Su responsabilidad, además de enviar y recibir los mensajes, consistía en acudir a los domicilios a avisarles que tenían llamada y viajar cada mes a Tizapán para entregar en una oficina los reportes y el dinero de las operaciones realizadas.
-Yo nunca había salido, me iba caminando al crucero para esperar el camión que me llevaba a Tizapán-
Todo era nuevo para ella; la operación de la red, la redacción de los reportes y los necesarios viajes fuera de la comunidad en la que siempre había permanecido. En la oficina se encontraba con los operarios de otras cabinas de comunicación, eran sólo hombres.
Recuerda que hubo una inauguración; ese día, vinieron a San Cristóbal muchas personas importantes de Guadalajara y de la Ciudad de México, había mucho júbilo en el pueblo.
Aunque Dominga no tenía un sueldo fijo, sino solo lo que se le podía dar mensualmente, siempre tuvo presente la encomienda del padre Rivera, boca cerrada y oídos ausentes. Incluso, cuando en una ocasión un novio desde Estados Unidos se comunicó con la novia de San Cristóbal y en pleno momento de enlace apareció el otro novio de San Cristóbal en escena. Minga tuvo que resguardar a la novia en la cabina.
En lo profundo de sus memorias, Dominga recuerda la caseta, era una estructura de madera en donde cabía una persona, dentro estaba el aparato con teclas y una manivela para realizar las marcaciones.
Algunas personas recuerdan que le daba como cuerda, mientras decía -bueno, bueno-. Llamaba como a una central para que de ahí la comunicaran al número que solicitaba. El teléfono era de metal, grande y pesado. El ring ring del aparato era tan fuerte que se escuchaba hasta la escuela que estaba a casi una cuadra de su casa.
La habitación donde estaba la cabina estaba siempre limpia, había una banca de madera grande y alrededor macetas de hojas verdes.
-Jocotepec-
Pronunciaba reiteradamente, para llamar a los destinatarios.
-San Miguel Cuyutlán-
-Guadalajara-
La casa de Dominga no sólo albergó el primer sistema de comunicación; también fue cuna de músicos. Su padre Justino Larios, músico del pueblo que aprendió a tocar más de tres instrumentos, gracias a un sacerdote de San Juan Cosalá; fundó una banda de más de veinte integrantes. Los alumnos eran muy jóvenes, algunos niños y adolescentes, llegaron incluso a dormirse casi al finalizar la clase, de noche y así dormidos, Justino los llevaba a entregar a su domicilio. La habitación más grande de la casa de los Larios se convertía cada noche de ensayo en una fiesta, donde el escenario era musicalizado por valses y pasodobles. Los músicos Silviano Reynoso y Martín Reynoso fueron sus discípulos.
Justino también fue el maestro de sus hijos Fermín y Heriberto Larios. Heriberto, era casi un niño cuando a Justino le solicitaron un trombonero, a la edad de unos once años, Heriberto ya tocaba el trombón y el clarinete. Su padre lo mandó con los músicos para el novenario de Tala, Jalisco.
-Se llevan a mi niño- exclamaría su madre preparando sus ropas para la estancia; y con el paso de los días, se preguntaba, -¿cómo andará mi niño?
A su retorno, recuerda Dominga que Heriberto llegó trayéndole a su madre un birote de la central.
-¡Qué mi hijo tan bonito!- dijo Petra con emoción. Con el recuerdo de aquella escena Minga derrama una lágrima.
En medio de un mar de emociones Dominga sigue contando su historia.
-¿Me invita a sentarme a su lado?,- le digo para despedirnos.
¿Me invitas una copa o te invito?- me dice sonriendo antes de sentarme a su lado al filo de la cama.
A sus 89 años, Minga vive de sus recuerdos en su pulcro dormitorio acompañada de libros de oraciones; la discreta operadora que aprendió a olvidar nombres, pero a recordar las historias que tejieron sus tiempos de juventud.
El gobernador Enrique Alfaro Ramírez, el presidente municipal, José Miguel Gómez López y la diputada local, Lolis López Jara, dieron el banderazo de arranque de la obra en el libramiento. Foto: Héctor Ruiz.
Héctor Ruiz Mejía.- En su visita a Jocotepec, el Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, dio el banderazo de inicio para la rehabilitación del libramiento y entregó la obra del Centro de Salud de la delegación de San Cristóbal Zapotitlán.
En compañía del presidente municipal, José Miguel Gómez López, y la diputada local, Lolis López Jara, el pasado 25 de marzo, Alfaro Ramírez anunció una inversión de 30 millones de pesos para la intervención del tramo carretero que se extiende por cinco kilómetros.
“La historia de las obras mal hechas”, comentó el mandatario estatal respecto al libramiento construido en la administración 2007-2009 y que registra baches, desniveles y mal estado en la carpeta asfáltica.
Alfaro Ramírez en compañía de autoridades municipales, en el acto inaugural del Centro de Salud de San Cristóbal Zapotitlán. Foto: Héctor Ruiz
Mientras los funcionarios sacudieron las banderillas, una máquina excavó en el asfalto para representar el arranque de la rehabilitación de la carretera. Al respecto, Alfaro Ramírez aseguró que “la base totalmente contaminada con arcilla” ha sido la causa de tan accidentado tramo.
Durante la gira de trabajo por Jocotepec, Alfaro Ramírez también inauguró por tercera ocasión el polémico Centro de Salud de San Cristóbal Zapotitlán, obra con una inversión de 10.9 millones de pesos, que incluyó el equipamiento, personal, así como la rehabilitación del inmueble.
En la entrega estuvo presente el secretario de Salud de Jalisco, Fernando Petersen Aranguren, acompañado del personal médico del centro, quien aseguró que ya se contará con una doctora permanentemente, un consultorio y dos camas para observación, así como una farmacia y se tendrá un registro para atender a todos los niños de la delegación que padecen diabetes mellitus o alguna enfermedad oncológica.
En cuanto a la ciclovía, el gobernador informó que los trabajos se encuentran en la última fase por lo que, a más tardar a finales de mayo quedará concluido el tramo de San Juan Cosalá a la cabecera municipal; en total, la obra, desde Chapala hasta Jocotepec recibió una inversión de 211 millones de pesos.
Germán Balmori con Germán Balmori hijo. Uno de los principales promotores del equipo San Cristóbal. Foto: Cortesía Diego Reynoso Aldrete.
María del Refugio Reynozo Medina.- “San Cristóbal es un pueblo amoroso”, dice Giovanni López, el futbolista colombiano que participó en el último partido de la temporada 2021 en la Ribera.
El 31 de octubre fue solo el episodio final de una serie de encuentros entre jugadores, patrocinadores y aficionados. La temporada 2020-2021 que inició hace más de seis meses, implicó encuentros entre las principales poblaciones de la Ribera (El Chante, El Tepehuaje, San Juan Cosalá, Jocotepec).
Con fecha del 31 de octubre se proyectó la gran final. Los únicos en llegar fueron el equipo Escombro de El Chante y el San Cristóbal de la localidad de San Cristóbal Zapotitlán. En el partido, las gargantas no dejaron de gritar hasta enronquecerse, ¡San Cris, San Cris! El balón fue el punto central hasta donde se dirigían las miradas, mientras apuraban tragos de la lata de cerveza. Los silbatazos de los árbitros resonaron en el campo verde y los cuerpos de los jugadores se desplazaron ligeros bajo el sol del mediodía.
Diego Reynoso Aldrete y Ángel Valadez al finalizar el partido. Foto: Cortesía Diego Reynoso Aldrete.
En el último escalón de toda una temporada de meses de esfuerzo, los rojos del “San Cris” venían de derrotar a los Chapulines y a los Pumas de Jocotepec; también a El Nacional, de Nextipac y a El Nuevo Nacional del mismo lugar. El Júpiter, de la delegación de Nextipac, también vio su derrota frente al “San Cris”.
Con el grito de ¡goooool! y el bullicio de los aficionados, el equipo San Cristóbal se coronó campeón y recibió la brillante copa en medio de la cancha. También un premio económico de 12 mil pesos en un sobre.
Luego de abandonar la cancha de El Chante, emprendieron su retorno a San Cristóbal para participar en la celebración.
La llegada de los vehículos con los aficionados fue en medio de sonidos de claxon y gritos de júbilo por las calles principales. Las familias se agrupaban en las esquinas o afuera de su casa para ver pasar al contingente que se dirigió primero al panteón.
-El triunfo se lo dedicamos a Luis Gómez “El padrecito”-
Dijo uno de los organizadores emocionado; Luis falleció en noviembre del pasado año y fue un gran promotor, director y aficionado del fútbol.
El homenaje fue también para José Luis de la Luz, y su hijo del mismo nombre, ambos perdieron la vida en un accidente y fueron integrantes importantes y muy queridos por la comunidad futbolera.
Ya en penumbras, arribó la caravana al panteón encabezada por la banda de música tocando “Un puño de tierra”.
En vísperas del Día de Muertos, muchas de las tumbas lucen remozadas, con flores nuevas y lazos de papel picado. Sobre la tumba de Luis Gómez dejaron reposar unos minutos el trofeo, los asistentes cantaron con fervor en la tumba convertida en altar. Se despiden con “El muchacho alegre” y avanzaron a la tumba de los Luises, a quienes recuerda la afición como el catrín y el ruso, a los que les dedicaron otra canción.
Con el uniforme rojiblanco del equipo San Cristóbal. De izquierda a derecha: Cristian Domínguez, Sergio Acosta, Neisser Valverde, Giovanni López y Osmar Steven. Foto: Cortesía Sergio Andrés Acosta.
La celebración se extendió hasta avanzada la noche en el salón a la orilla del Lago, donde se preparó una cena y más música.
El anfitrión fue Germán Balmori, quien además ha sido colaborador del equipo por muchos años. El sonido amenizado por Elías García convocó a los jugadores al escenario para lanzarles porras.
¡Venga Poke!, gritó uno de los asistentes, llamaron a Diego Reynoso, que jugó como defensa lateral derecha, Osmar Steven arquero Colombiano, Alonso Chavarría Bautista, Ángel Valdez, los colombianos Cristian Domínguez, Neiser Valverde, Sergio Andrés Acosta y Giovanni López, Jorge Navarro El mosquita, Abraham Ibarra y Oscar Cabañas.
Los asistentes inmortalizaron el triunfo con playeras rojas y blancas, en algunas, se leían los nombres de los homenajeados; ruso, catrín con la imagen del patrono Señor San Cristóbal.
-Yo quería darle el triunfo a mi equipo-
Dijo emocionado el Director Técnico, Isaías García Godoy, quien con once jugadores en escena y hora y media de partido conquistó la copa que los hizo campeones, luego del marcador final de 4-2 y un resultado global de temporada de 6-3. Con lo que “El Sancris”, en palabras de un aficionado, se colocó no solo como campeón sino campeonísimo.
Niños durante actividades del taller. Foto: Archivo.
Héctor Ruiz Mejía.- Tras el poco interés en la lectura que radica en la juventud de la delegación de San Cristóbal, en el Municipio de Jocotepec, María del Refugio Reynoso Medina, maestra de Educación Primaria y cronista, apostó por un futuro para la literatura en una de las comunidades más olvidadas por los programas gubernamentales de cultura.
Fue así, que nació la Biblioteca Luciérnaga, -ubicada en la Casa de la Artesanía, la cual pertenece a la Dirección de Fomento Artesanal del Estado de Jalisco-, que abrió sus puertas a todos los niños de la comunidad que oscilan entre los seis y 11 años que quieran acudir a los talleres.
María del Refugio, creadora de la Biblioteca Luciérnaga.
El 5 de septiembre se impartió el tercer taller; a decir de la entrevistada, se ha mantenido con una respuesta y aceptación favorable dentro de la comunidad. La afluencia promedio es de 30 niños, además se cuenta con otros cinco colaboradores que forman parte del proyecto de forma voluntaria sin ninguna remuneración económica, solo el compromiso de un mejor futuro.
Los talleres consisten en actividades como cuentacuentos, musicales con temáticas literarias, lecturas en grupo de historias y leyendas, son parte del itinerario que los niños viven en la Biblioteca Luciérnaga.
Además, explicó María Reynoso que, «lo importante también es involucrar instancias», quien añadió el ejemplo de dos cuentacuentos que ya impartieron lecturas para los niños gracias a que son becados por la Secretaría de Cultura.
“Si estaban ávidos por un espacio formal, donde puedan desarrollar actividades especialmente para ellos”, comentó María, quien observó el entusiasmo en los niños en volver a sentirse dentro de una institución que les brindara educación y convivir con más niños de sus edades.
Hay niños que en su primer o segundo grado -los cuales son básicos en el aprendizaje del lenguaje- se mantuvieron en este confinamiento, quienes reemplazaron la escuela por televisión, celular o actividades fuera de casa, todo menos letras, comentó la maestra que está preocupada por la situación de rezago educacional que causó el coronavirus.
“Llevar a San Cristóbal algo a lo que nunca pudieran tener acceso”, aseguró María, es la intención de esta iniciativa, haciendo alusión a las actividades que se generan en ciudades grandes, pero que se tiene en el olvido a pequeñas delegaciones como San Cristóbal.
Biblioteca Luciérnaga busca brindar un acercamiento de la literatura a los niños de una forma interactiva y cualquier niño interesado puede integrarse; el único requisito es que sea de seis a 11 años. Los interesados pueden comunicarse al 33 3584 8160 para inscribirse y el cual, es gratuito.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala