Los voluntarios colocaron el aserrín en una jornada de cuatro a cinco hora. Foto: María del Refugio Reynozo Medina.
Por: María del Refugio Reynozo Medina
No sé exactamente desde cuando estas paredes presencian los himnos y cantos de fervor a la Virgen de Guadalupe; mis abuelos que nacieron aquí en 1917, tenían memoria de ello. Pareciera que todo el altar se estremece con las notas de la banda de mi pueblo. Algo sucede en el corazón de los nacidos aquí cada 30 de diciembre pasadas las seis de la mañana, cuando los músicos entonan los valses, pasodobles y las mañanitas en torno a la imagen morena que en el penúltimo día del año aún se sigue celebrando.
El altar está revestido de cortinas tricolores en el centro, formando una bandera sobre la que reposa un cuadro de la imagen de la Virgen de Guadalupe, con un sólido marco plateado de unos 2 x 1 m.
La decoración del templo está a cargo de Genaro Reyes Gallardo, que lleva 40 años diseñando el ornato.
Hoy es la celebración solemne y comienza con las mañanitas.
La imagen peregrina que es una escultura de pasta; descansa al pie del altar sobre una pequeña mesa con un respaldo azul, rodeada de una guirnalda de rosas.
No basta con la celebración del día 12 de diciembre; hoy los pobladores se preparan para recibir el paso de la imagen por las calles principales de San Cristóbal.
El cuadro de la Virgen de Guadalupe es montado sobre un marco de flores. Desde la una de la tarde Genaro Reyes Gallardo, que ha sido por 40 años el diseñador de los ornatos, coordina la decoración del carro que llevará a la Virgen Morena.
Más de dos centenares de rosas, claveles y crisantemos enmarcan a la imagen que va sobre una pequeña plataforma.
A las cuatro de la tarde, las calles hierven de personas deambulando con aire festivo.
Afuera de una vivienda, una familia prepara un arco sostenido por barras de metal y forrado con ramilletes de flores frescas y telas entrelazadas, mientras toman de sus vasos y conversan risueños. Dos calles adelante, un hombre lanza enérgicamente baldazos de agua a la calle empedrada que ya está barrida. El aroma a tierra mojada perdura por más de una cuadra durante mi recorrido. En otra casa, una mujer coloca un ramo de flores en un pequeño altar improvisado afuera de su domicilio.
En este barrio que la gente llama barrio bajo, al lado de las calles regadas reposan bolsas negras con basura, otras bolsas y cajas con desechos están a la entrada de las casas; en algunas se percibe el aroma a descomposición. Dice una mujer que el último día que pasó el camión recolector del municipio fue hace más de siete días.
La basura rezagada también recibió el paso de la imagen durante la procesión.
La calle Ramón Corona también se viste de aserrín multicolor.
Por la calle Ramón Corona Oriente, un grupo de personas esparcen aserrín teñido conformando un mosaico con la imagen de la Virgen de Guadalupe y ramos de rosas; el tapete cubre unas cuatro cuadras que han sido cerradas a la circulación por los organizadores. Los voluntarios van armados con carretillas, baldes y costales llenos de aserrín multicolor y recorren las calles bordando con el polvo de madera el suelo empedrado.
Sobre la calle Porfirio Díaz, un grupo de jóvenes y niños arman otro tapete de aserrín con la imagen de la Virgen de Guadalupe y más rosas. Una niña de unos seis años camina con un pequeño balde y espolvorea el aserrín. En la esquina, se levanta un arco más de flores frescas.
Un hombre en la misma calle clava en la pared un lienzo con la imagen de la Virgen de Guadalupe y coloca luces de colores alrededor. La delegada Rosa Villa, mandó traer una grúa para retirar los vehículos que no atienden la indicación de despejar las calles principales.
A las seis de la tarde se escucha la primera llamada, la gente comienza a pasar y se dirige al templo. Hay mujeres con blusas de toques étnicos, niñas caracterizadas de la Virgen de Guadalupe, niños con atuendos de manta y tilmas con la imagen de la Virgen del Tepeyac.
Al frente de la procesión que congrega a más de quinientos fieles va la danza, dos hombres jóvenes cargan un tambor que de vez en cuando golpean con fuerza; en seguida, el grupo de danzantes emite un agudo grito para luego ejecutar la serie de bailes del ritual. También va el grupo de adoradores con sus banderas blancas y al final de la procesión va la banda de música.
El tapete de aserrín de la Calle Ramón Corona se extiende hasta por cuatro cuadras.
Comienza a oscurecer y los rostros de algunos peregrinos se iluminan por las velas encendidas que llevan en las manos.
Al llegar al templo, el cuadro con la imagen es bajado de la plataforma y conducido al altar en medio de los pabilos ardientes y miradas de fervor. Los músicos entran tocando el Himno Guadalupano, las brillantes plumas de los danzantes se mueven al compás del tambor y el caracol y los fieles rompen en aplausos, algunos hasta las lágrimas.
Las paredes del templo vuelven a estremecerse y la imagen reposa en su trono de flores.
La imagen de la Purísima Concepción de María colocada en el altar de la calle Fernando Real, en la cabecera municipal de Chapala.
Jazmín Stengel.- A pesar de que las autoridades eclesiásticas negaron el permiso para realizar la acostumbrada fiesta de La Purísima Concepción de María en Chapala, los vecinos mantuvieron viva la tradición de los altares, los últimos tres días del novenario 6, 7 y 8 de diciembre, así como su respectiva misa a mediodía.
Como es tradición en el barrio de ‘La Puri‘, los altares fueron colocados en el fondo de la calle Fernando Real, Máximo Rivera Hernández y Nicolás Bravo. Siendo el segundo día en la privada Máximo Rivera Hernández, donde los vecinos más aportaron, consideró Daniela Casillas, vecina de la casa con el número 21, y quien está a cargo del último altar desde hace tres años.
«Casi lloro de coraje», expresó Daniela, empuñando las manos al confesar que este año la ayuda que recibió fue casi nula. Sólo unos cuantos vecinos le ayudaron, en su mayoría adultos mayores y es que, «la celebración ya no se hace como antes», dijo Juan Manuel Negrete, también vecino de la comunidad.
Este 8 de diciembre solamente se veía una mesa de «vendimia» como le llamó la gente, al ser los salchipulpos la única opción de la noche. Antes se realizaba una kermés donde todos los vecinos cooperaban para la producción, y el dinero recabado se aportaba a la construcción de la capilla, ubicada en la calle Guerrero, entre Miguel Martínez y la Estación. Hoy en día la construcción continúa en obra negra.
Los jóvenes que todos los días se reúnen en una de las esquinas del barrio La Purísima, también extrañaron las fiestas, la banda y el relajo. Además de bailar, bebían y se divertían, «¡se ponía chingón!, venía gente de todos lados y de todos los barrios», exclamó “Bebé”, como se apoda uno de los presentes. También explicó que las bandas compartían el escenario con todo tipo de músicos que deseaban dedicarle una canción a la Virgen.
«Yo vine a traer a mis hijos especialmente en estas fechas para que conozcan nuestro ambiente», comentó con tristeza uno de los Hijos Ausentes, que son las personas que se van a buscar mejores condiciones de vida.
El entrevistado tenía la ilusión de subir a los niños a los juegos mecánicos o mostrarles el arte de los tradicionales castillos de pirotecnia mexicanos. Este año estaban tan ausentes como ellos.
La imagen antes de comenzar la procesión.
María del Refugio Reynozo Medina.- “La Virgen del Rosario quiere mucho a su pueblo”, dice con la voz cargada de confianza, una mujer que junto con su acompañante espera la salida de la imagen para la procesión.
Es 31 de octubre, el cierre de las celebraciones de la Virgen María en su advocación del Rosario en Ajijic.
El día de su fiesta es el 7 de octubre y cuando no existía la pandemia, la imagen salía de su capilla desde el día 29 de septiembre para visitar los barrios que conforman la población; el barrio de San Sebastián, barrio de Guadalupe, San Miguel, San Gaspar y Santo Santiago. Todos los días se rezaba el rosario a las 5:00 de la mañana con cohetes y música durante todo el mes, me cuenta Josefina que dice extrañar los festejos de entonces.
La imagen es trasladada en andas por cuatro jóvenes. Foto: María del Refugio Reynozo Medina
Un día como hoy, dice que había carros alegóricos y danzas. Ahora hay unas 30 personas apostadas en la entrada del templo, esperando que termine la misa para caminar la procesión con la imagen de la Virgen. Los muchachos de la banda afinan sus instrumentos. Mientras, un hombre vestido de negro prepara la imagen en la sacristía, con un ramo de nardos y lirios rosas a sus pies. La Virgen del Rosario esta ataviada con un vestido largo de color flor de durazno forrado con un encaje beige, lleva un chal de encaje luminoso; en una de sus manos sostiene un cetro y el rosario conformado por cuentas aperladas. Con el otro brazo carga al Niño Jesús que lleva una corona plateada en la cabeza y sostiene otra figura circular color azul como globo terráqueo, vestido con un ropón de encaje blanco.
Poco antes de las 6:00 de la tarde, las campanas anuncian la salida del recorrido. La figura de aproximadamente un metro de altura, es colocada en una plataforma de madera, cuatro hombres con playeras blancas y pantalones de mezclilla la sostienen de los extremos. La delicada figura femenina comienza a avanzar y las personas aplauden con su aparición.
La imagen antes de salir
La banda comienza a tocar y los asistentes se enfilan para caminar por la calle Hidalgo. El contingente rebasa las cien personas, aunque el padre pidió en misa que no acompañarán a la imagen, debido a la contingencia sanitaria por el COVID-19.
La corona y el resplandor sobre la cabeza de la imagen se iluminan con los últimos rayos dorados del sol y la piedra color verde esmeralda, incrustada en el lado frontal, resplandece. La gente va sumándose al contingente y en algunas casas, las personas salen a tomar fotografías, a dar aplausos. Una mujer mira emocionada y con las manos entrelazadas suspira sin perder de vista el rostro apacible de la Virgen del Rosario. Otra, avienta un puñado de confeti desde la caja de una camioneta que está estacionada.
Al paso de la procesión salen algunos ancianos y enfermos conducidos por sus familiares, se persignan y lanzan vivas. En las intermitencias de la caminata, se escucha a lo lejos el ladrido de los perros desde algún patio y las pisadas de los caminantes sobre las calles empedradas y a veces polvorosas.
Una patrulla del Ayuntamiento custodia la procesión con las luces azules y rojas encendidas. En las fachadas hay globos de color pastel y tiras de serpentinas de papel crepe.
A la llegada de la procesión, la banda de música entonó las mañanitas y los asistentes rompieron en aplausos. Los rostros de las mujeres están al punto del llanto.
¡Viva nuestra madre santísima! – Grita una voz femenina.
Una mujer le dice a otra emocionada;
-todo lo que le he pedido me ha concedido-
Y vuelve la mirada a la pequeña imagen.
Luego de un recorrido de poco menos de una hora termina la procesión con una ráfaga de cohetes que hacen explosión en el cielo y la banda toca “amigo” de Roberto Carlos.
La imagen avanza en medio de aplausos y es colocada en un nicho a la derecha del altar.
¡Viva San Andrés!
¡Viva Jesucristo!
¡Viva nuestra Virgen del Rosario!
Y los fieles embelesados intercambian miradas con el rostro de la Virgen iluminado por decenas de flashazos.
Ajijic, Jalisco 31 de octubre de 2021.
© 2016. Todos los derechos reservados. Semanario de la Ribera de Chapala