Jonatan Espíritu, de Ajijic, decidió seguir el camino de la charrería no solo practicando, sino buscando infundir la tradición en nuevas generaciones
Jonatan Ramón Espíritu, charro de Ajijic. Foto: Cortesía.
Sofía Medeles.- Jonatan Ramón Espíritu, de 36 años, es charro desde los cinco. Heredero de una tradición familiar en la que los caballos, el campo y la charrería forman parte de la vida diaria, hoy busca que las nuevas generaciones conozcan y se acerquen a esta práctica considerada el deporte nacional por excelencia.
Jonatan es hijo de Ramón Espíritu y Lupe “La Cuata”. Recuerda con humor cómo su interés comenzó por accidente. “Éramos muy traviesos. Mi mamá nos corría mientras hacía el quehacer y nos íbamos con un tío que tenía caballos. Le ayudábamos, y ahí comenzó el gusto”, compartió. A los siete años ingresó a una escuela de charrería, donde fue alumno de Emilio Vázquez. Su hermano Andrés también es charro y ha sido maestro de charrería en Ajijic.
Su pasión, más allá de la charrería, también es por los caballos. Tiene dos, El Muchacho Alegre y La Chavela. Uno de ellos, dijo, lleva su nombre en honor a un primo fallecido y a una canción que siempre le recordará «tenía un primo que falleció, Ricardo Espíritu hijo de «pequeño», y le gustaba mucho la canción, y ese caballo salió bailador y alegre, y siempre me acordaba de él y le puso así en honor a él, recordando» compartió.
En cuanto a suertes, los piales es su favorita, aunque es consciente de los riesgos que esto implica. “En los piales se han mochado dedos. Es una de las suertes más difíciles. No cualquiera la hace, y no cualquier caballo la aguanta”, explicó. Por otro lado, su suerte menos favorita es el Paso de la Muerte, ya que, pese a practicarla varias veces, le sigue causando nervios y no la ha completado de manera satisfactoria.
Jonatan ha participado en charreadas dentro y fuera de Jalisco, incluyendo competencias en Tepic, Ciudad Guzmán y Lagos de Moreno. “La que más recuerdo es la de Tepic, donde nos recibieron como verdaderos charros, con respeto. Es bonito ver cómo se reconoce a un charro por lo que representa”, dice.
Aunque reconoce que en la ribera de Chapala el apoyo a la charrería ha disminuido, él y su hermano siguen buscando inculcar la tradición, sobre todo su hermano Andrés, enseñando a niños que se interesan. “Nos da gusto ver que llegan niños nuevos. Ojalá los papás los apoyen, para distraerlos de otras cosas malas”, señaló. Cree que abrir espacios en los lienzos charros es clave para fortalecer la tradición.
Como mensaje, invita a la comunidad a acercarse. “La charrería es bonita, hay muchas suertes, no solo el jineteo. Algo muy especial, es la relación entre jinete y caballo, la nobleza del animal”. Dejó un saludo especial para su familia, los Espíritu y los Gaytán.
El Día del Charro se celebra el 14 de septiembre, por decreto presidencial desde 1934. La fecha honra a la charrería como deporte nacional y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, como una forma viva de preservar la identidad y las tradiciones mexicanas.
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