“Si se reelige Trump, vendo mi casa y me regreso a Chapala”
La comunidad latinoamericana radicada en Los Ángeles se manifestó el 2 de junio para exigir el fin de las deportaciones. Foto: Captura de Pantalla.
D. Arturo Ortega.- Juan, un migrante originario de Chapala, Jalisco, que emigró a Estados Unidos en 1978 cuando apenas tenía cinco años, vive actualmente con su familia en Montebello, una comunidad al sureste de Los Ángeles.
A sus 53 años, con casi cinco décadas viviendo en el país vecino, asegura que la situación para los latinos ha empeorado tanto que, si Donald Trump vuelve a la presidencia, está dispuesto a vender su casa y regresar a la Ribera ante las medidas racistas que se están implementando.
“Yo diría, por ejemplo, si en el futuro esto del Trompas —así le decimos algunos— sigue así, vendo mi casa y me regreso a vivir a Chapala”, afirma con voz firme. “Ya es algo que tienes que pensar. Los Estados Unidos ya no son lo de antes. Hay mucho racismo ya. Las leyes ya no significan nada”.
Juan trabaja como mecánico en el departamento de distribución de una gran cadena de supermercados, similar a las tiendas Soriana en México. Dice que, aunque su empleo le brinda cierta estabilidad gracias al sindicato, la tensión es constante fuera del trabajo.
“Mi hijo trabaja en la construcción, en esas empresas grandes, pero dicen que cualquier día te va a caer la migra o el ICE. Se mira en la tele cómo están llegando muy mamón, ¿ves? Vas caminando y te quieren agarrar como si fuera fútbol americano”.
Aunque Juan está nacionalizado y sus hijos nacieron en Estados Unidos, no deja de sentir la presión que recae sobre su comunidad. “No sé si todos tienen papeles… dicen que debes traer alguna copia de tu pasaporte o algo si te agarran. Está cabrón”.
Montebello, donde vive, es un vecindario de mayoría latina. Desde su casa, puede ver los edificios del centro de Los Ángeles. “Estoy como a quince minutos del centro… en mi casa se miran los edificios chiquitos, pero se ven. Todos los lados ya están dominados por latinos, hispanos”.
Sin embargo, relata que incluso en zonas latinas, los operativos migratorios han llegado. “Ahí cerquita de donde vivo hay una cancha de golf, y también un Hilton. Ahí se estaban quedando los del ICE. Iban y hacían un chingo de ruido. Andaban dando lata”.
Aunque su trabajo está relativamente protegido, reconoce que eso no es lo común. “Ahí con nosotros no, porque la compañía es sindical. Entró una ley del gobernador (Gavin Newsome) que dice que no te pueden agarrar nomás porque sí. Si te agarran, te tienen que juzgar”.
Durante la pandemia, incluso recibieron una carta especial para poder salir a trabajar en caso de toques de queda. “Nos dieron una carta diciendo que si el gobierno decía que nadie debía estar en la calle, podíamos viajar todavía a trabajar porque somos empleados necesarios. Las tiendas se mantuvieron abiertas. Muriera quien muriera”.
Juan opina que el gobierno estadounidense se está contradiciendo: necesita mano de obra migrante, pero ataca a las mismas personas que mantienen funcionando el sistema.
“Lo que Estados Unidos ocupa es arreglar su inmigración. Es el país de inmigrantes. Sí ocupamos gente, pero que entren bien. No como ahorita, que lo que están haciendo es fascismo”.
Con preocupación, recuerda que ya ha visto a conocidos de Chapala regresar a México.
“Mucha gente ya se está viniendo. Mis tíos, que llegaron allá como a los 60 años y pensaban hacer vida allá, ya están aquí. Son pensionados. Les funcionó porque cuando se fueron, México no estaba tan bien. Pero ahora ya está más estable”.
Aunque no le ha tocado ver deportaciones directas entre sus cercanos, reconoce que hay miedo. “Están agarrando gente diciendo ‘vámonos, allá te arreglas’. Parece que así es el pedo”.
En cuanto al impacto económico reciente, Juan no duda en decir que todo está caro. “La gasolina ya está en 4.60 dólares el galón. Todo está costando caro. Están cayendo muchas fábricas. Todo lo que se sembraba está quebrando. Está dando en la madre hasta a su propia gente”.
También percibe el temor entre los padres latinos de enviar a sus hijos a la escuela.
“Mis hijos nacieron allá, pero sí se miran en las escuelas que muchos padres no quieren mandar a sus hijos. Hay más discriminación hacia los más morenitos, como la gente de Oaxaca que está allá. Luego luego los quieren sacar”.
Incluso ha llegado a decirle a sus hijos que si la situación empeora, venderán su casa y se mudarán definitivamente a Chapala. “Puedes vender tu casa allá y comprar una casa aquí grande”.
Cuando se le pregunta si considera que las redadas están dirigidas principalmente a los latinos, Juan no duda: “Es fascismo. Eso pasó en la Segunda Guerra. A una cierta persona, si es morena, la van a buscar. Lo que está pasando es algo grave. Esta democracia que se presume en Estados Unidos ya no es para todos”.
Agrega que se ha planteado incluso el uso de instalaciones como Alcatraz para detener migrantes: “Hace tiempo querían abrir Alcatraz, pero no para hacerlo bonito, sino para meter ahí a los inmigrantes. Lo que agarran, ahí lo meten, y órale, váyase a su país. Ya no es una migración bien”.
Políticamente, Juan se identifica como demócrata de toda la vida. “Siempre he votado por el partido demócrata. Apoya más a los sindicatos, a las minorías. El partido republicano funciona así: dale el dinero a los ricos, y ellos te van a dar trabajo. Pero los cabrones tienen unas sabanotas, nomás se llena lo de arriba y lo demás se cae”.
Para él, los cambios recientes en el sistema estadounidense están desmoronando las libertades que alguna vez valoró.
“Está cambiando la vida. Ya no es la libertad que vivíamos. Antes había otra sensación de igualdad. Ahora, no. Si el hijo de un mexicano nace allá, ya no vale igual que si es hijo de un noruego. Todo lo están moviendo a favor del color blanco”.
Aunque aún no ha tomado la decisión final, Juan no descarta que el regreso a Chapala sea inminente si el panorama político en EE.UU. continúa empeorando. “La democracia se está cayendo, y uno tiene que proteger a su familia”.
Desde que Donald Trump asumió su segundo mandato el 20 de enero de 2025, alrededor de 75,000 mexicanos han sido repatriados desde Estados Unidos según información de El Economista. Esta cifra incluye tanto deportaciones oficiales como repatriaciones voluntarias, muchas de ellas en respuesta a redadas migratorias intensificadas en ciudades como Los Ángeles.
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