Fiebre escarlatina
La fiebre escarlata o escarlatina, es una infección causada por microorganismos específicos llamados estreptococos del grupo A, y son parte de la familia de bacterias que provocan otras infecciones como la faringitis.
Los estreptococos del grupo A liberan una toxina que además de provocar un intenso dolor en la garganta también causa erupciones cutáneas rojas y brillantes. He aquí la razón del por qué adjudicarle el adjetivo de un color como el escarlata para describir la enfermedad.
La fiebre escarlatina aqueja con mayor incidencia a niños de edad preescolar y con frecuencia el sarpullido rojo en la piel aparece primero en el cuello o la cara y de ahí se expande al pecho, el tórax, los brazos y las piernas.
En algún momento de la historia, la fiebre escarlatina fue considerada una enfermedad de la niñez extremadamente grave, hoy en día está más controlada; pero si no se trata puede haber consecuencias irreparables en los riñones, el oído, los pulmones y el corazón, así como otros órganos en el cuerpo.
La fiebre escarlata aparece súbitamente, en uno o dos días se presenta la fiebre y un intenso dolor en la garganta. Después aparece la erupción en la piel, la cual puede durar una semana o más. La piel se siente como una lija ya que el sarpullido es característicamente áspero y el cual consecuentemente cuando empieza a ceder, cubre la piel con escamas, siendo así como desparece. También se presenta un área pálida o libre de erupciones alrededor de la boca, caquexia, dolor abdominal, enrojecimiento e inflamación de la lengua al grado que parece en lugar de lengua una fresa, dificultad para comer, náuseas, vómito, escalofríos y malestar físico en general.
Cuando lleve a su hijo al médico general o al pediatra, este profesional deberá reconocer fácilmente al examen físico el signo característico del sarpullido de la fiebre escarlatina. Además, es probable que también se realicen análisis de exudado faríngeo para confirmar el diagnóstico de la afección.
El tratamiento será a base de antibióticos, los cuales tienen la finalidad de erradicar las bacterias que causan la infección. Es crucial que, aunque se vea mejoría tanto en el aspecto del paciente como en la manera que físicamente se siente, se complete la toma total del medicamento y por los días instruidos. De lo contrario se corre el riesgo de complicaciones graves como el de una fiebre reumática, así como daño al hígado, abscesos en las amígdalas y neumonía.
Con el tratamiento de antibióticos adecuados, los síntomas de la fiebre escarlatina comenzarán a ceder, pero el sarpullido puede tardar hasta tres semanas en desaparecer en su totalidad.
Como no existe vacuna contra la fiebre escarlatina, las mejores estrategias para prevenirla son las mismas que para cualquier otra infección; en especial lavarse correcta y minuciosamente las manos con agua y jabón, o en su defecto utilizar gel sanitizante a base de alcohol. Evite compartir alimentos y utensilios con el enfermo y procure siembre cubrirse la boca y la nariz al toser y estornudar.
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